cerrarBrujula La Cascada Felices Fiestas 900x470Brujula La Cascada Felices Fiestas 900x470
EXPRESS DISPLAYS1000×155
EXPRESS DISPLAYS1000×155
Brujula Digital BancoSol PDF 1000x155px
Brujula Digital BancoSol PDF 1000x155px
Política | 11/12/2025   03:01

|DIÁLOGOS AL CAFÉ|Las reforma de Goni|

Buena parte del Estado contemporáneo –su descentralización, sistema de salud, educación intercultural, institucionalidad regulatoria y su modelo energético– sigue basado en estructuras diseñadas durante las reformas de Goni.

El expresidente de Bolivia Gonzalo Sánchez de Lozada. Foto.Archivo,
Banner
Banner

Brújula Digital|11|12|2025|

Tres voces con autoridad intelectual y experiencia directa en la gestión pública –Guillermo Prado, Javier Torres Goitia y Juan Antonio Morales– se reunieron en Diálogos al Café Marcos Escudero para analizar un capítulo determinante de la historia boliviana reciente: las reformas de Gonzalo Sánchez de Lozada.

Lejos de la caricatura política que sus adversarios atacaron, Sánchez de Lozada puso en marcha un avanzado proyecto de modernización en democracia, sin mayoría parlamentaria y en un contexto económico adverso. 

Los panelistas reconstruyeron el sentido profundo de esas reformas. No le animó la añoranza del pasado, sino la voluntad de entender de qué manera un país puede transformarse combinando técnica, visión y coraje político.

Entre los comentarios surgió la imagen  de Goni como un reformador obsesivo y brillante, capaz de discutir filosofía, lo mismo que ingeniería financiera y, al mismo tiempo, reírse de sí mismo cuando el ambiente lo exigía.

El arquitecto del Estado moderno

Los panelistas coincidieron en que Goni solo puede entenderse si se asume su tríada formativa: filósofo por vocación, empresario por práctica y político por responsabilidad histórica. Esa combinación –inusual en Bolivia– moldeó una visión institucional que rompió con décadas de estatismo. 

Desde la estabilización de 1985–1986, la Nueva Política Económica y la inédita negociación de la deuda externa, hasta la capitalización, la reforma educativa, la descentralización y el sistema de regulación, el proyecto tenía un hilo conductor: reconstruir un Estado capaz de funcionar y de apoyar las iniciativas de la gente.

Prado destacó el carácter sistemático de la agenda modernizadora: la capitalización como ingeniería económico–institucional; laa participación popular, el INRA, las TCO y el manejo forestal como bases de una nueva legalidad territorial; el sistema de pensiones como un pilar de largo plazo. 

Morales resaltó la reforma del Banco Central como piedra angular de la estabilidad, al respetar su autonomía, y la puesta en marcha de todo un sistema de fiscalización y regulación profesional que otorgó previsibilidad a un país acostumbrado a la improvisación. 

Las intervenciones coincidieron en que la bonanza posterior (2004–2014) habría sido imposible sin ese andamiaje previo.

Hubo espacio también para matices técnicos: Morales señaló que algunas capitalizaciones pudieron ejecutarse con mayor prudencia, mientras que Torres Goitia recordó episodios que mostraban el modo de trabajar de Goni: un reformador exigente, pero accesible, que solía equilibrar firmeza técnica con una dosis de humor que aliviaba tensiones en momentos críticos. 

La revolución social silenciosa

Si la primera parte del legado de Goni se ve en la arquitectura económica del Estado, la segunda se observa en la vida cotidiana de la gente. 

Torres Goitia expuso cómo la Ley de Participación Popular –la redistribución territorial más profunda de la historia boliviana– permitió que municipios tradicionalmente olvidados recibieran recursos per cápita para salud, educación e infraestructura. 

Esa lógica individualizante –explicó– reflejaba la convicción liberal de Goni: el Estado debía garantizar derechos, pero siempre desde la responsabilidad y el protagonismo del ciudadano y afirmando la igualdad intrínseca de todos.

El impacto en salud fue descrito como una verdadera revolución silenciosa. La creación del Seguro Nacional de Maternidad y Niñez, luego transformado en el SUMI, inauguró el primer seguro público de salud basado en financiamiento municipal. 

Directorios locales, fondos de salud y un nuevo modelo sanitario redujeron drásticamente la mortalidad materna e infantil. Guillermo Aponte, en un comentario que añadió textura a la discusión, recordó que este diseño inspiró a México y Perú a adoptar seguros similares años después.

La reforma educativa acompañó esa transformación: educación intercultural bilingüe, modernización pedagógica y fortalecimiento institucional del sistema escolar. A nivel territorial, el INRA y las TCO introdujeron por primera vez una seguridad jurídica rural coherente. 

Los panelistas coincidieron en que estas reformas sociales –poco visibles mediáticamente– fueron quizá las que más cambiaron la vida cotidiana de los bolivianos, y reconocieron en ellos el aporte positivo del vicepresidente Víctor Hugo Cárdenas.

Política, conflicto y la disputa por el relato

La conversación también abordó las tensiones políticas que erosionaron el proyecto reformista. Varios panelistas enfatizaron que parte de la narrativa adversa contra Goni fue alimentada por actores que se autodefinían liberales, que por rivalidades electorales y disputas internas dificultaron la continuidad de las reformas. 

En este punto se recordó que el mayor obstáculo para las reformas no vino de la izquierda, sino de la incapacidad del propio campo liberal para sostener una visión compartida.

Morales y Torres Goitia señalaron que la segunda gestión de Goni estuvo marcada por errores estratégicos: microgestión, fragilidad de alianzas, elecciones internas mal calibradas y un gabinete menos sólido que el de la primera administración. 

La discusión no evitó la pregunta incómoda: ¿pudo Goni haber cedido la presidencia en 2002 para evitar la confrontación posterior? Aunque no hubo consenso, sí se coincidió en que la construcción narrativa sobre las reformas –y su desmontaje posterior– fue tan determinante como las decisiones técnicas.

Entre reflexiones y matices, también emergió un comentario que sintetizó la paradoja del periodo: Goni fue un estadista de grandes reformas, pero un político que no siempre supo administrar la sensibilidad del momento. Su conocida frase “en Bolivia no hay enemigos chicos” apareció citada como recordatorio de que, aunque entendía la importancia del cálculo político, en su segunda gestión pareció olvidar su propia advertencia.

Consideraciones finales

El panel cerró señalando que buena parte del Estado contemporáneo –su descentralización, sistema de salud pública, educación intercultural, institucionalidad regulatoria y su modelo energético– sigue basado en estructuras diseñadas durante las reformas de Goni. 

Reconocer ese legado no implica negar sus errores, sino entender la magnitud de lo que significó modernizar Bolivia con una agenda audaz, compleja y coherente. 

El diálogo dejó una conclusión clara: para proyectar un nuevo ciclo de reformas, Bolivia necesitará la técnica, el coraje y la convicción democrática que hicieron posible aquel periodo.



Tags:



BRÚJULA-colnatur diciembre-2024 copia
BRÚJULA-colnatur diciembre-2024 copia
Recurso 4
Recurso 4
SAVE_20251124_165756
SAVE_20251124_165756
BEC_DPF-Digital-970x120px
BEC_DPF-Digital-320x50px