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Política | 06/12/2025   06:24

|OPINIÓN|Chile-Perú... y Bolivia|Alfonso Mancilla|

Si no actúamos con previsión, podemos quedar atrapados entre decisiones ajenas perdiendo oportunidades, exponiendo a nuestros ciudadanos y pagando costos sociales y económicos.

Migrantes esperan en el paso fronterizo de control entre Santa Rosa (Perú) y Chacalluta (Chile). Foto EFE. Archivo.
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Brújula Digital|06|12|2025|

Alfonso Mancilla 

Mientras escribo, miles de militares se movilizan. La primera verdadera tormenta de nuestro gobierno se aproxima rápidamente. Nubes se ciernen ya sobre nuestra Cancilleria: 300.000 migrantes, como ejército de desarrapados, desheredados bolivarianos, deambularán buscando un sentido a su existencia. Ahora serán expulsados de Chile....

 Y la pregunta surge ¿A dónde irán? Perú, militarizado su frontera, enviando claros y duros mensajes intenta adelantarse al caos. 

Sufridos hijos de Chávez, lo mínimo que se puede decir es que generarán una presión concreta sobre nuestra frontera. Casi en francés diriamos: En pocos meses hablaremos de esos que avanzaban con paso cansino, sin bandera, sin futuro. Todos agobiados, incapaces de una sola revolución o de cualquier resolución, se moverán sólo por la costumbre, la fatiga y el hambre. 

La mayoría son gente pacífica, rentistas apacible esperemos, agobiados por el peso de la política nefasta del socialismo. Pero también hay jóvenes propensos y fáciles de entusiasmar, dispuestos tanto al robo como al caos.' Podríamos decir que el futuro próximo se basará en riesgos migratorios, saturación de controles y desbordes fronterizos. Una verdadera crisis humanitaria.

Lo concreto es que la frontera Chile–Perú no vive ya sólo una tensión electoral o diplomática: hay una movilización real de fuerzas, restricciones más duras, un flujo migratorio elevado y el riesgo de que cualquier incidente pueda desencadenar una crisis regional.

Está presión migratoria indirecta se convierte ahora en un problema real para nosotros. Lo obvio para un país como Bolivia, que depende de pasos fronterizos indirectos hacia el Pacífico, es que la tensión representa riesgos serios: 

1. Riesgo de desabastecimiento o retrasos logísticos; si la frontera se militariza o se cierran corredores, o siquiera haya congestión migratoria y controles más estrictos, podrían resentirse las rutas que transitan vía puertos chilenos. 2. Riesgo social; aumento de precios y complicaciones para bolivianos que viven o trabajan en la zona, e incluso riesgos humanitarios si hay cruces masivos. En una palabra, nuestra precaria estabilidad está amenazada. Imagínense dentro de tres meses con un reflujo de decenas de miles de desamparados en ciudades donde ya se siente, y mucho, la presión demográfica. Miles de nuevos habitantes en El Alto y La Paz, en un escenario severo. 

Dado este panorama, un conjunto de acciones urgentes que la Cancillería podría implementar, en defensa de los intereses bolivianos, apelando a la diplomacia y sobretodo a la protección concreta de ciudadanos y de la logística nacional:

2. El gobierno de Perú planteó crear, junto con Chile, un Comité Binacional de Cooperación Migratoria: debería ser un empeño fundamental ser parte de ese diálogo. Establecer canales de información con las cancillerías de Perú y Chile para recibir reportes diarios sobre la situación en la frontera (movimiento de tropas, medidas de control, restricciones, flujos migratorios). Esto nos permitiría asegurar acuerdos mínimos de tránsito, comercio y migración. 


Lo que en lenguaje técnico se denomina una diplomacia preventiva y de mediación estratégica. 2. Crear un equipo dedicado para anticipar desbordes y proponer soluciones logísticas concretas. Qué debería 3. Coordinar con sectores productivos dependientes del comercio exterior (o sea casi todos, empezando por los aguerridos del transporte pesado) para minimizar daños. Escueta proposición para hablar de toda la red de suministros que se vería afectada. Y se encargue de 4. 

Comunicación internacional y nacional clara, donde Bolivia sigue la situación con atención, que sus derechos y soberanía serán defendidos, y que no permitirá que tensiones ajenas perjudiquen su desarrollo. Y, tal vez igual de importante, preparar a la opinión pública interna: explicar los riesgos, los escenarios posibles, y las medidas de contingencia. Excelente medida de política moderna eso de elegir los adversarios. Monitoreo inmediato y permanente, Protección de la ciudadanía, Plan logístico. Y a todo eso hay que empezar habilitando oficinas móviles de asistencia en zonas fronterizas relevantes para coordinar pasaportes, repatriaciones, asistencia legal, humanitaria, etc. Un ejercicio que 20 años de nefasto masismo no se 

Yo si nos encuentra preparados. Tanto ejercicio de modernidad, ya que estamos, esto nos servirá para una preparación de escenarios más severos. Algo asociado que nunca antes se ha hecho, pero más que necesario; una simulación de escenarios adversos: cierre prolongado de frontera, inundación migratoria, saturación de rutas, crisis humanitarias, todo eso para tener un plan de emergencia claro.

Pero yo espero más de este nueva administración gubernamental. No es solo ver el problema e intentar anticiparse. La diplomacia activa requiere un excelente olfato y una enorme cualidad: la audacia. Querido canciller, espero sea esta una de sus mejores sonrisas. 

Nosotros, como un actor relativamente involucrado por necesidad, nos ofrecemos como interlocutores para una mediación civilizada. Imagínese, algún lejano día, los Acuerdos Aramayo o el Tratado de La Paz sobre Migración Regional, quizás este suena más moderno. 

Y empezamos, despacito, a ejercer de mediador regional. La latinidad es la civilidad y el cuidado de sus ciudadanos. Todo empieza con la narrativa correcta en esa mesa; diálogo tripartito, Bolivia–Chile–Perú. Argumentos no faltan: no es un problema migratorio, es una crisis; es una tensión regional cuyos efectos pueden desbordar fronteras y afectarnos directamente. 

Y si aliena sus astros, con nuestra condición particular, no podemos darnos el lujo de reaccionar tarde, o de actuar como mero espectador. La historia de Sudamérica demuestra que los conflictos limítrofes, las crisis migratorias o las decisiones unilaterales de un país pueden tener consecuencias en toda la región. Si no actúamos con previsión podemos quedar atrapados entre decisiones ajenas, perdiendo oportunidades, exponiendo a nuestros ciudadanos y pagando costos sociales y económicos. 

Alfonso Mansilla es estatista.




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