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Política | 16/07/2025   03:15

PROPUESTA |Plan Bicentenario|Desarrollo humano: salud|

Brújula Digital presenta una nueva entrega del Plan Bicentenario de la Fundación Milenio 2025, una propuesta integral para enfrentar la crisis económica, social y política de Bolivia, con motivo de los 200 años de su independencia.

Foto APG
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Brújula Digital|16|07|25|

Fundación Milenio

El desarrollo humano es un enfoque que pone a las personas en el centro de las políticas públicas, reconociendo que el progreso trasciende el mero crecimiento económico e implica ampliar las capacidades y oportunidades de toda la población. 

Bajo esta perspectiva, la salud, la educación, la protección social y la lucha contra la violencia de género se conciben como pilares esenciales para el bienestar, la dignidad y la participación de las personas en la vida pública. Invertir en servicios de salud modernos y accesibles -enfocados en la prevención y atención oportuna- contribuye a reducir la mortalidad materno-infantil y las enfermedades crónicas, mientras que una educación de calidad forma las competencias necesarias para desenvolverse en un entorno global muy exigente.

La protección social, por su parte, requiere cambios que vayan más allá de los bonos o transferencias inmediatas, sobre todo en un contexto de alta informalidad laboral y dependencia de ingresos fiscales inestables. Un sistema de pensiones y subsidios bien focalizado puede adaptarse a los distintos momentos de vulnerabilidad a lo largo del ciclo de vida (infancia, adolescencia, maternidad, vejez, etcétera), brindando un respaldo real y eficaz a quienes más lo necesitan, especialmente en situaciones de crisis. 

Al mismo tiempo, es imprescindible erradicar la violencia de género, problema que impacta de manera desproporcionada a mujeres y niñas. Esto exige una estrategia integral que abarque la prevención y la atención a las sobrevivientes, y la actualización de normas legales para garantizar sanciones efectivas y una plena protección de derechos.

Adoptar una visión a lo largo del ciclo de vida permite diseñar políticas específicas para cada etapa, sumando efectos positivos que se acumulan en el tiempo. Además, Bolivia se encuentra en un momento crucial gracias al bono demográfico —el periodo en que el grupo en edad productiva es mayor que la población dependiente—, lo que ofrece la oportunidad de impulsar un crecimiento inclusivo si se invierte adecuadamente en capital humano. 

Esta inversión debe contemplar tanto la formación técnica y profesional como la garantía de condiciones de vida dignas y libres de violencia, aspectos que refuerzan la cohesión social y facilitan la innovación y el emprendimiento. Alcanzar un desarrollo humano implica modernizar el sistema de salud, reformar la educación, fortalecer la protección social y erradicar la violencia de género. 

Modernizacion del sistema de salud  

 Existe consenso de que la salud es tanto un derecho humano como un pilar esencial para el desarrollo productivo. En consonancia con esta visión, Bolivia ha aplicado estrategias para reducir la mortalidad y la morbilidad de la población, ampliar la cobertura y el acceso a los servicios de salud a través del aseguramiento público, que permiten posicionar al sector salud como un eje clave del bienestar social y económico, mejorando su financiamiento.

Las estrategias implementadas en las últimas décadas muestran algunos progresos. la carga global de muerte y enfermedad, medida por los años de vida ajustados por Discapacidad (AVAD) disminuyó entre 1990 al 2023, en un 35%; asimismo, se mejoró la cobertura del aseguramiento, pasando del 30% fijo de la seguridad social (década del 90), al 80% actual   impulsado por  los seguros públicos de salud (42%), el crecimiento inercial de la seguridad social (entre el 4 al 7%) y el aseguramiento privado (3%) - prepagas y banca privada. Finalmente, el presupuesto en salud mejoró del 2,4% del PIB en el 2000 al 5.8% en el 2025, mientras que el gasto público se acercó al 9% en promedio en el último decenio. 

Hoy, Bolivia enfrenta nuevos retos en salud, caracterizados por su “doble carga de muerte y enfermedad”, resultado de una transición demográfica (reducción de la fecundidad, natalidad, mayor envejecimiento y migración) y su transición epidemiológica (caída de la morbi-mortalidad por enfermedades materno-infantiles e infecciosas y un aumento sostenido, desde hace 20 años, de las enfermedades no transmisibles (NT) y de salud mental). Se describe a la “doble carga” como típica del crecimiento económico de un país pobre, al comenzar su “bono demográfico”.    

Los desafíos epidemiológicos que enfrenta Bolivia hoy se pueden resumir en tres. i) reducir el rezago histórico de la mortalidad materna y neonatal con el 75% concentrado en 35 municipios de los 340 existentes; ii) construir una respuesta sólida al aumento de las NT (hipertensión, deficiencia renal, entre otros), focalizadas en el área urbana; iii) la resolución efectiva de los daños producidos por enfermedades prevenibles y endémicas, como el Chagas, dengue, tuberculosis, VIH, rabia humana y otras, que persisten por décadas en el país. 

Para superar estos desafíos, el Sistema Boliviano de Salud (SBS) deberá afrontar retos organizativos y de gestión particularmente complejos. En primer lugar, se requiere fortalecer la gobernanza integral del sistema, articulando de manera planificada y concertada a los principales actores —gobernaciones, municipios, seguridad social y sector privado— y optimizando la gestión conjunta de infraestructura y recursos humanos. En segundo lugar, resulta imprescindible ajustar el modelo de atención en las 106 redes de salud existentes, de modo que su organización responda de forma más efectiva a los resultados y objetivos sanitarios que demanda la actualidad.

Asimismo, el presupuesto en salud debe seguir creciendo, hasta al 8% del PIB en un período de cinco años, con gasto público creciente del 9% hasta el 15%. El nuevo financiamiento deberá ser “innovador y con visión de resultados” y una parte debería orientarse al Seguro Universal de Salud (SUS) y otra a financiar los objetivos sanitarios elegidos para reducir la “doble carga”, elevando la productividad sistémica. 

El aseguramiento en salud debería llegar a ser universal y mixto en una década, mejorando sustancialmente la calidad de atención de sus prestadores, quienes deben ser regulados por una institución independiente y especializada de gobernanza de la clínica y calidad de atención. Con ello se busca reducir la ineficiencia expresada por la escasez de insumos, colapsos de financiamiento, largas listas de espera, protestas y malestar creciente de pacientes y usurarios. 

Es vital reforzar la rectoría y gobernanza del Ministerio de Salud, creando una “carrera sanitaria” para los recursos humanos, en respuesta a la fragmentación existente (más de 15 modalidades diferentes de contratación), con incentivos por productividad y dando certeza de su movilidad y crecimiento a lo largo de su carrera profesional. Además, se requiere gestionar mejor la planificación de nueva infraestructura, con un directorio técnico por departamento. 

Bolivia, en este siglo, debe dar un salto en la gestión del conocimiento, creando una nueva inteligencia sanitaria con investigaciones estratégicas y acercando la telesalud y gestión digital al modelo de atención y a los prestadores, para brindar respuestas eficaces y oportunas a los nuevos problemas sanitarios. 

Finalmente, al reconocer el carácter multisectorial de la salud—tanto para fomentar ciudadanos saludables como para entender los factores que llevan a enfermar y a morir—se hace necesario reforzar la colaboración con otros ámbitos. De manera particular, resulta fundamental forjar una articulación eficaz con el sector educativo para, en conjunto, fortalecer el capital humano del país y ofrecer garantías claras desde el Estado a la ciudadanía. Ello permitirá generar igualdad de oportunidades en al menos dos momentos clave de la vida. los primeros mil días y la etapa escolar.

Avances y desafíos del SBS

a) Reducción moderada de la carga de enfermedad. Tal como se mencionó, la mortalidad y la morbilidad del país se redujeron en un 35% desde 1990. De las tres áreas definidas por la OMS, aquellas relacionadas con la salud materno-infantil e infecciosas registraron la mayor disminución (50%), seguidas de lesiones y accidentes (55%). En contraste, la reducción en enfermedades NT y salud mental apenas alcanzó el 17%, convirtiéndose en las que presentan hoy el mayor crecimiento. 

Por otra parte, la pandemia evidenció la enorme fragilidad del sistema de vigilancia y control epidemiológico para transmisibles, reflejada en el exceso de mortalidad no reportada por COVID-19 de 135.560 muertes adicionales al reporte oficial de 22.540 muertes. Ello refuerza la necesidad de hacer sostenible, profesional e independiente la vigilancia, prevención y control de enfermedades colectivas y epidémicas.

b) Debilidades en la prevención y atención materno infantil. A pesar de su reducción, persisten brechas para acercarse a los promedios regionales, registrándose retrocesos históricos en prevención. Por ejemplo, de una cobertura vacunal del 80% promedio en dos décadas anteriores y en todas las vacunas, se redujo hoy a un 68%, revelando debilidades estructurales y de gestión. La muerte materna y neonatal se sitúa mayoritariamente en 35 municipios (75%) y en 8 de ellos, ciudades capitales, se concentra el 33% posiblemente, por la referencia inoportuna y ausencia de un modelo de navegación explícito para madres en riesgo.

c) El creciente impacto de las enfermedades no transmisibles. Siete de las nueve causas principales de muerte en Bolivia (2023), se asocian a NT (enfermedad coronaria, enfermedad vascular cerebral, diabetes, enfermedad renal crónica, cirrosis y cáncer gástrico) las dos restantes son las enfermedades neonatales y accidentes. Destaca la incidencia del cáncer de cuello uterino, con cerca de 7.500 nuevos diagnósticos anuales, que producen cinco muertes diarias, en comparación a una muerte materna diaria, así como la prevalencia del sobrepeso y la obesidad —superior al 65% en la población mayor de 15 años— que incrementa los riesgos de hipertensión y diabetes, las dos principales causas de NT en el país.

Texto tomado del Plan Bicentenario, Fundación Milenio. Autores: Henry Oporto (coordinador), Alan Bojanic, Manuel Contreras, Rubén Ferrufino y Luis Carlos Jemio; colaboraciones de Armando Álvarez, Gerardo Garrett, María Machicado, Fernando Lavadenz, Julio Linares, Mauricio Medinaceli.



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