Andrónico Rodríguez, figura del evismo, enfrenta una encrucijada: seguir como delfín de Evo o buscar liderazgo propio. Ambas rutas implican altos costos políticos y riesgos. Su decisión marcará su futuro y el del MAS.
Brújula Digital|16|04|25|
José Luis Bedregal V.
Andrónico Rodríguez está en una encrucijada política. Como presidente del Senado (tercer hombre en la línea de poder), y uno de los rostros más visibles del sector evista del MAS, ha sido tradicionalmente visto como un heredero político de Evo Morales. Sin embargo, la fractura entre el “evismo” y el “arcismo” lo coloca en una posición que requiere definiciones estratégicas con alto costo político, sea cual sea la ruta que tome.
Andrónico tiene su base en sectores cocaleros del Trópico de Cochabamba y parte del electorado radical del MAS que sigue siendo leal a Evo Morales. A diferencia de Evo, Andrónico representa una nueva generación, con una imagen más conciliadora en lo discursivo, aunque mantiene el mismo marco ideológico. Tiene credenciales como “formado en la escuela del MAS” –también se formó en Cuba y Venezuela–, lo que le da legitimidad entre las bases ideológicas más firmes de ese partido.
Su independencia política es constantemente puesta en duda. Para muchos, Andrónico no es más que una “prolongación” de Evo, sin una visión autónoma. Si se postula sin el aval explícito de Evo, podría ser visto como un traidor por el ala más dura del evismo. Si lo hace como delegado de Evo, podría ser percibido como una figura débil.
Por otro lado, queda claro que Evo no tolera figuras que crezcan sin su bendición y su electorado radical y nostálgico vería a Andrónico como desleal. Este sector sigue creyendo que Evo debe ser el único candidato, y cualquier otra figura es vista como traidora al proceso. Fuera del núcleo cocalero, Andrónico es débil, su proyección nacional es limitada.
La otra opción, una alianza con el MAS oficialista, liderado por el presidente Luis Arce, es teóricamente posible en caso de una ruptura con Evo. Esto implicaría: Acceso a la maquinaria estatal y recursos de campaña; un lugar en una futura reconfiguración del MAS sin Evo, apostando a una renovación estructural del partido; mejoraría su imagen ante sectores urbanos moderados, sobre todo que hoy son parte del ejército de empleados públicos vinculados al MAS.
Andrónico se encuentra atrapado entre ser la continuidad de Evo o intentar ser una alternativa dentro del MAS arcista. Ambas decisiones tienen costos altos, pues si se postula como delfín de Evo, su imagen nacional será limitada. Si se desmarca para buscar un liderazgo propio, se arriesga a perder la base que lo sostiene.
En caso de postularse como candidato presidencial su propuesta electoral tendría que ser una prolongación del “proceso de cambio” que ha definido al MAS desde 2006. Esto implicaría una plataforma basada en el estatismo económico.
Discursivamente no le quedaría otro camino que el presentarse como la continuidad de la “revolución democrática y cultural”, con una narrativa de resistencia frente a “la restauración neoliberal” de las oposiciones.
La decisión que tome tendrá efectos profundos, no solo en su carrera política, sino también en la recomposición o fragmentación final del MAS. Si se posiciona con astucia, podría emerger como un referente post Evo; si no, corre el riesgo de quedar atrapado en este laberinto, sin una base ni proyección clara.
José Luis Bedregal V. es dirigente de Sol.Bo, que está aliado a Samuel Doria Medina.