El Bicentenario es una interpelación histórica a dejar atrás el cortoplacismo, el caudillismo y la improvisación, y a construir colectivamente un país justo, competitivo, democrático y plural.
Brújula Digital|06|08|25|
Adrián Aguirre
Hoy Bolivia cumple 200 años. No es poca cosa. Pero no corresponde recurrir a celebraciones superficiales ni a la reiteración de discursos vanos. Este Bicentenario no nos encuentra en gloria ni en victoria, sino en crisis, crisis institucional, política, económica y moral.
Resulta doloroso reconocerlo, pero hay que decirlo con firmeza. Bolivia se está cayendo no por falta de recursos, ni por falta de historia; sino por la traición continua a los principios que le dieron nacimiento: libertad, justicia, dignidad y unidad.
La libertad con la que se soñó esta patria no era solo levantar una bandera o entonar un himno en común. Era libertad para decidir, para disentir, para construir juntos un futuro en el nadie esté por encima de la ley, y donde el poder sirva, no se sirva.
Hoy, más que nunca, es necesario recordar eso. Porque Bolivia no son los palacios, ni las cúpulas del poder; Bolivia somos nosotros, los que trabajamos, los que resistimos, los que no robamos, los que seguimos creyendo que esta tierra merece más.
Bolivia no se va a levantar desde el cinismo ni desde la resignación. Se va a levantar desde la honestidad. Desde la unión de todos los bolivianos de bien, sin importar región, color ni partido. Es tiempo de dejar atrás a quienes con su ambición han embarrado la esperanza y nos han dejado un país más dividido, más empobrecido, más desmoralizado.
Que este Bicentenario no sea una postal vacía. Que sea un punto de inflexión. Porque todavía podemos. Todavía estamos a tiempo. Pero para eso hay que recuperar lo esencial, los valores de la libertad, democracia, el compromiso con el otro y, sobre todo, la fe en que sí es posible un país justo, libre y próspero.
Construyamos el país que soñamos. Porque Bolivia no se defiende con palabras bonitas; se defiende con hechos, con ética y con coraje, y ese coraje está en su gente. En su pueblo noble, honesto, trabajador y decidido a no rendirse.
La historia no ha terminado, queda mucho por escribir. Comienza contigo. Conmigo. Con todos. Viva Bolivia, libre y unida.
Adrián Aguirre es abogado y director del Centro de Estudios Jurídicos de Libera.