Brújula Digital|29|03|25|
Ricardo Martínez
En la rendición pública de cuentas (año 2024) del Ministerio de Relaciones Exteriores, la ministra Celinda Sosa, muy suelta de cuerpo y con total desconocimiento sobre el tema limítrofe de Bolivia anunció en forma pueril que: “ya estamos a casi 100% de cubrir el límite. Una vez que lo cubramos con Paraguay, tenemos que hacer un acto especial porque sería con el primer país que cubrimos el 100 % de densificación de la frontera”.
Ante tamaña falacia me veo en la obligación de aclarar a la opinión pública en general que en fecha 27 de abril del año 2009 se entregó la Memoria Final de los trabajos de demarcación del límite internacional entre Bolivia y el Paraguay, que después de 69 años de arduo trabajo fueron concluidos con entera satisfacción.
En mi calidad de director general de Límites y Fronteras y presidente de la Comisión Nacional de Límites de Bolivia, me correspondió suscribir el mes de octubre del año 2007 el acta número 55 de la última reunión de la Comisión Mixta Demarcadora de Límites Boliviano-Paraguaya, bajo la presidencia argentina, en cumplimiento del laudo arbitral de 10 de octubre de 1938, con la demarcación de los 11 hitos de primer orden, en los 11 vértices principales señalados en el documento mencionado.
Poco tiempo después, en abril del año 2009, en una impresionante ceremonia realizada en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno de la República Argentina, con la asistencia de representantes de los cinco países garantes del Tratado de Paz, Amistad y Límites de 21 de julio de 1938: Argentina, Brasil, Chile, Estados Unidos, Perú y Uruguay, los presidentes de Bolivia y Paraguay, Evo Morales y Fernando Lugo respectivamente, recibieron la Memoria Final de los trabajos de demarcación, concentrados en dos tomos y un plano a escala 1:500.000.
Es decir que a los nueve años del siglo XXI, recién nuestro país contó con un estatuto territorial, definido, delimitado y demarcado en toda su extensión.
Una de las recomendaciones –entre otras– de las comisiones de límites de ambos países fue precisamente trabajar en la densificación (aumento de hitos) de II y III orden en toda la línea limítrofe, que abarca 741 kilómetros. En materia de límites, las tareas de densificación son complejas y costosas y establecen como un ideal de densificación, la colocación de hitos secundarios cada 500 metros, es decir, poder tener visibilidad unos de otros. Ahora bien si hablamos de 741 kilómetros de límites, tendríamos que colocar 1.482 hitos secundarios para poder afirmar que cubrimos el 100% de densificación de la frontera –como afirmó doña Celinda con todo desparpajo–. ¿Desconocimiento? Puede ser. O tal vez algún travieso funcionario le hizo creer a la señora ministra tamaño embuste.
Doña Celinda haría bien en ser más exigente con la terminología utilizada en estos informes, más aún en estos casos relevantes en los que es muy diferente hablar de frontera que referirse a límites, de demarcación o delimitación y más aún densificación, conceptos precisos que, mal utilizados, inclusive pueden originar confusiones y/o malestares en nuestros más próximos vecinos; salvo que se quiera aparentar –a nivel muy interno– un trabajo que no se hizo en una gestión anodina y carente de sentido. Un viejo adagio afirmaba “zapatero a tus zapatos” con muy atinada percepción y totalmente aplicable en este particular caso.
Los equipos de Límites de las cancillerías de Bolivia y Paraguay realizaron un excelente trabajo para llevar al terreno lo acordado en el Tratado de 1938. En algunos casos, se presentaron problemas de interpretación, de ubicación o simplemente confusiones de toponimia regionales de accidentes geográficos, que en ocasiones suspendieron los trabajos por varios años, ocasionando conflictos por el celo dedicado; sin embargo, todos ellos fueron superados hasta concluir la tarea. En esta ocasión me permito hacer un sincero homenaje a esos héroes, patriotas, funcionarios sacrificados y casi anónimos de las cancillerías y también a los funcionarios militares que siempre prestaron su colaboración sin más ánimo que el servicio a la patria y sin más recompensa que el deber cumplido.
Ricardo Martínez es abogado y diplomático de carrera.