La finalidad de las encuestas no está reducida a tan sólo campañas electorales e información mediática, sino a la generación de políticas públicas, mejora de la calidad de vida, al conocimiento de las sociedades y culturas, al desarrollo de la democracia y una mejor comprensión de los mercados.
Brújula Digital|27|03|25|
Luis Alberto Quiroga Arce
¿Son las encuestas un instrumento luciferino?
Las encuestas no sólo tienen una raíz científica y responden a procedimientos muy estrictos de la estadística y matemática, sino que se han constituido en metodologías precisas de colecta de información primaria. Su finalidad no está reducida a tan sólo campañas electorales e información mediática, sino a la generación de políticas públicas, mejora de la calidad de vida, al conocimiento de las sociedades y culturas, al desarrollo de la democracia y una mejor comprensión de los mercados. Su difusión y uso creciente en todo el mundo es prueba suficiente de su valor más allá de las visiones dantescas de quienes niegan la importancia transformadora y crítica de la opinión pública.
¿Inciden las encuestas en la preferencia electoral de la gente?
No hay nada en la vida que no influya o repercuta en nuestro accionar. La influencia de las encuestas en las decisiones del voto es algo que se ha estudiado largamente. Estas son las conclusiones principales de esos estudios:
-Algunos de los autores niegan la existencia del efecto bandwagon (o efecto de inducción por arrastre) y basan su respuesta en el hecho de que si tal hubiera las buenas encuestas no serían lo precisas que son.
-Otros señalan que bandwagon es contrastado con el efecto underdog (de solidaridad con el débil) y por tanto ambos se atenúan.
-Los más señalan que el efecto bandwagon existe en la formación de la opinión, pero que los efectos de la representación en las actitudes tienen orígenes mucho más complejos que tan sólo la publicación de encuestas.
-El debate, por lo tanto, no está centrado en si este efecto existe o no, sino en cuánto y cómo se produce.
-Los resultados promedio a nivel mundial señalan un impacto del 4% al 5% del voto.
-En el caso boliviano, E&E Consulting Group-Encuestas & Estudios realizó dos tipos de estudios en las elecciones de 1993, 1997, 2002, 2005, 2014 y 2019. Primero un estudio de tipo panel y segundo un estudio de patrones de comportamiento en boca de urna. Los resultados concluyen que las encuestas, en promedio, en Bolivia han influido en un 3,2% sobre la intencionalidad de voto, siendo otros factores los que más impactan:
Si esto es así ¿por qué hay tanta profusión de encuestas?
Quienes están en la política nacional no entienden ni hacen el esfuerzo por entender lo explicado en los puntos 1 y 2 de este escrito. Para ellos, las encuestas son meros instrumentos de propaganda política y lo único que exigen es que los resultados les sean favorables, para convencer esencialmente a financiadores.
Lo lamentable no es la ya conocida falta de ética de los políticos, sino la irresponsabilidad de las empresas que se prestan a este juego. La manipulación de instrumentos y procedimientos generan resultados carentes de rigurosidad, coherencia, consistencia y robustez, y, además, un error y desviación enormes, alejados éstos de los resultados oficiales. Esto ha producido una falta de credibilidad que toca a justos y pecadores, particularmente a las empresas que somos serias y hemos, en 40 años, dado muestras de precisión y trabajo de calidad.
Más allá de que el día de las elecciones copian el 100% de actas electorales y hacen un recuento paralelo para “borrar” su mala performance, este es el verdadero error entre la última encuesta de las encuestadoras y los resultados oficiales del TSE.
Las encuestas de Marcelo Claure
Marcelo Claure está en un esfuerzo personal por influir en el electorado boliviano cual si fuese la voz de Dios. Para ello utiliza encuestas firmadas por una empresa inglesa-americana: Panterra. Su ficha técnica dice haber efectuado 3.000 casos (5.000 la última) presenciales y cuestionario en papel (Metodología PAPI). A pesar de que a través de varias personas allegadas se le solicitó en diversas ocasiones la base de datos, distribución de la muestra y nombre de la empresa que hace el campo en Bolivia, Claure se ha negado a proporcionarlos. Mandó un cuestionario de 34 páginas, de las cuales siete son para discernir el lugar de residencia del entrevistado. Lo que hace sospechar de que las hace por teléfono o por internet. El cuestionario, a su vez, tiene errores idiomáticos y técnicos, sobre todo sesgos por doble carga, presunción de información, flujo, alternativas de respuesta no exclusivas y otros.
Si las hace por internet, hay adicionalmente, un problema respecto de su universo, pues sólo el 61% de los bolivianos acceden a las redes, de los cuales 43% son menores de 18 años. Le queda, pues, el 35% del electorado boliviano para sus cuadros.
De sus resultados, el 22% votan por el MAS y 21% está indeciso. En suma, si su interés es escoger al candidato que “haga frente al MAS” está trabajando exclusivamente con el 57% de 35%, es decir, que quiere forzar la selección de un candidato con una encuesta que es representativa tan sólo del 20% del electorado opositor.
No me voy a detener en los errores aritméticos que tiene el análisis descriptivo que presenta, ni en que Panterra tiene como antecedente un 97% de error en sus resultados de la última elección de Venezuela. Hay un problema más serio. En Bolivia no hay un marco muestral de internet o telefonía. Es decir, que cual sean los resultados, no existe forma de proyectarlos al total del universo. Peor aún, son dos metodologías difíciles de controlar dada la posibilidad de que el respondiente sea otro y no el que dice ser, o que la encuesta pueda ser respondida en grupo o dado un interés particular.
Una buena encuesta nacional con 3.000 casos debiera contemplar al menos 30 poblados de menos de 5.000 habitantes. De manera aleatoria hemos escogido cinco de ellos y verificado que por ninguno han visto a los equipos de encuestadores de Claure. ¿Sospechoso o raro no?
El error muestral de una encuesta de 3.000 casos es de +1,88%, cuando se sube la muestra a 5.000 casos el error muestral es de +1,45%. La pregunta es: ¿qué objetivo tiene pagar el doble para obtener una ganancia estadística de +0,4%? La respuesta está en el desconocimiento que tiene la gente sobre las estadísticas y la psicología, pues se sienten más seguros con una muestra más grande, aunque no sirva de nada.
Al error muestral se le debe sumar el error no muestral (en este caso representado por el error promedio histórico de las empresas encuestadoras bolivianas que necesariamente debieran estar haciendo el campo). Dado que E&E Consulting Group – Encuestas & Estudios no ha realizado estas encuestas, asumamos que lo han hecho la mejor de las otras empresas. Eso quiere decir que Claure está realmente trabajando en el mejor de los casos con 12,34% de error (1,88% + 10,46%). Dicho de forma más sencilla, el 16% que obtiene Manfred Reyes Villa puede ser 28,34% o 3,66%. La brecha es tan grande que hasta el más pequeño de los candidatos puede asumir un empate técnico. Conclusión cualquiera y nadie es el ganador en estas encuestas.
La encuesta del Bloque de Unidad
En Bolivia hay la tendencia de creer que somos únicos y que la gravedad no funciona. La oposición reunida y desunida decidió no aceptar la propuesta de primarias abiertas de Ronald MacLean y escoger la metodología de una encuesta para decidir a su candidato. Pero las encuestas son una fotografía sobre la que hay que hacer un seguimiento continuo para establecer una tendencia probable que permita proyectar los resultados sobre un modelo econométrico. En resumen, una única encuesta no sirve para nada y es más bien el peor método para elegir cualquier cosa o persona.
Como siempre hay la creencia de que por naturaleza todos los bolivianos somos malos, así que decidieron escribir a ocho empresas (seis americanas, una brasilera y una argentina, cinco de las cuales no son propiamente encuestadoras, sino que tienen otro tipo de ocupaciones principales). Los términos de referencia indicaban 20 días, encuestadores no bolivianos (¿?), muestra de 5.000 casos. Sólo dos respondieron excusándose.
Ante esta situación, decidieron solicitar los servicios de tres empresas bolivianas, para que cada una haga la misma encuesta y sacar un promedio: algo así como visitar a tres médicos: el urólogo dice que tiene cáncer de próstata; el neurocirujano diagnostica cadera desviada; y el gastroenterólogo concluye que es diarrea crónica. ¿A cuál le creo? ¿cómo llego a una conclusión? ¿Cuál es el promedio?
Una primaria los obliga, una encuesta no tanto y mejor si ni esto hay. Tardaron un mes en elaborar un cuestionario de cinco preguntas básicas (que no alcanzan para definir la distribución del voto. Nuestra empresa usa 12 preguntas) y otro mes con qué empresas se hacía del trabajo. Hasta hoy no acuerdan algo elemental. ¿Podrá un Bloque en estas condiciones tener la gobernabilidad necesaria para dirigir un país quebrado y con una crisis profunda?
El papel de los medios de comunicación
Ávidos de show, los medios son también parte de esta tramoya distorsionadora. El periodismo ha perdido capacidad de análisis, lectura e interpretación de datos. Ha perdido también criterio y da los resultados de Juan Pérez con igual fervor que los de una empresa seria. Sólo contribuye al marasmo inentendible que reina en la política nacional.
Luis Alberto Quiroga Arce es gerente general de E&E Consulting Group-Encuestas y Estudios.