Brújula Digital|12|01|25|Javier Torres Goitia
Bolivia es un país con una población políticamente activa, herencia de una rica historia de luchas sociales reivindicatorias y liberadoras. Sin embargo, tras 21 años de la gran estafa política, el país ha sido víctima de un engaño sistemático y de un adormecimiento colectivo, fruto de discursos vacíos de un falso indigenismo y un supuesto socialismo carentes de autenticidad. Hemos sido testigos de una mentira sostenida que se ha traducido en adoctrinamiento y manipulación en vez de desarrollo y progreso.El control del aparato estatal por parte de un grupo entrenado en el manejo del poder mediante la mentira, el odio y la amenaza ha permitido imponer un modelo autoritario disfrazado de transformación. En 2019, sin embargo, la valentía de la ciudadanía boliviana logró desenmascarar este fraude al expulsar del poder a Evo Morales, un líder cuyo legado está marcado por adjetivos como pedófilo, corrupto, narco-vinculado, mentiroso, incapaz en lo administrativo, pero astuto en lo político. Morales encarna el autoritarismo, el racismo y la dictadura, cualidades que moldearon el llamado "Proceso de Cambio". Este proceso, lejos de responder a las necesidades sociales, se ha limitado a perpetuar la figura del líder mientras descuida áreas críticas como la salud, la educación y la economía.
Hoy, en 2025, Bolivia enfrenta una decisión trascendental. Las elecciones generales serán una oportunidad para elegir entre continuar en la senda de la mentira y el odio, o caminar hacia un futuro de progreso, libertad y valores éticos. Pero esta elección no será sencilla. Tal como ocurre en Venezuela bajo la sombra de Nicolás Maduro, el país enfrenta el desafío de una posible manipulación electoral. Por ello, no solo es imperativo ganar las elecciones con una mayoría contundente que garantice legisladores comprometidos, sino también movilizar a toda la población: en el campo, las ciudades y el exterior. Un esfuerzo nacional, inclusivo y masivo es la clave del cambio.
La tarea que enfrentamos es monumental y el tiempo, limitado. Más allá de elegir un binomio de unidad, debemos construir un proyecto político, económico y social que beneficie a todos los sectores de la sociedad: campesinos, habitantes de las ciudades, empresarios, trabajadores informales, estudiantes universitarios y más. Este proyecto debe ser inclusivo, comprometido con la justicia social y enfocado en crear oportunidades que promuevan el trabajo conjunto.
Nuestro objetivo debe ser la construcción de una sociedad democrática, justa y libre, basada en valores humanos fundamentales. Una sociedad donde los derechos de cada individuo sean respetados y compatibles con los derechos del otro, promoviendo una comunidad que impulse un verdadero desarrollo. Este desarrollo debe traducirse en mejores condiciones de vida, trabajo, educación, salud, vivienda y recreación para todos.
Para trazar el camino hacia el cambio, es fundamental aprender de nuestras propias experiencias. Las movilizaciones populares por la salud en 1983 y el proceso participativo universal de 1994 son ejemplos de cómo Bolivia ha sabido unirse en momentos cruciales. Hoy debemos replicar ese espíritu. En cada comunidad, barrio y organización social, es necesario fomentar debates y generar conciencia sobre la urgencia del cambio y la importancia de la unidad.
El actual binomio Morales-Arce representa más de lo mismo: incompetencia, corrupción y ansias de poder. Uno más torpe, el otro más incapaz, pero ambos responsables de perpetuar un sistema que asfixia a Bolivia. Es hora de un cambio real, liderado por la unidad del pueblo.
La construcción de un nuevo futuro para Bolivia comienza hoy. Con unidad, movilización y compromiso, es posible superar el desastre al que nos han llevado años de autoritarismo y corrupción. Bolivia merece un futuro digno de su historia: un futuro de libertad, progreso y valores.
Esta es tarea de todos. La Bolivia multiétnica y pluricultural debe demostrar su complementariedad para salir del abismo del oscurantismo de la delincuencia, del narcoestado, del abuso a menores, a mujeres y a indígenas excluidos, del prebendalismo político y de la macrosomía estatal ineficiente y corrupta. Unidos todos con todos.
Javier Torres Goitia, médico, fue ministro de Salud y Deportes.