A pesar de los humeantes días de este septiembre de 2024, continúo con las reflexiones sobre las características de las salidas de los regímenes populistas en Bolivia. Hoy, las relaciones políticas entre dos facciones del MAS están llegando a un punto tal en que ambos líderes tendrán que tomar pronto decisiones cruciales. Teniendo la pugna interna apariencia de un tira y afloja persistente, puede derivar en dos posibles efectos que analizamos a continuación.
1. ¿A qué llamamos populismo?
Señalemos primero que los regímenes populistas en Bolivia tienen algunas características comunes que –precisamente– hacen a su ser, a su identidad: a) tienen como articulador de masas a un caudillo mesiánico que pretende estar por encima de sus representados, b) articulan a masas populares organizadas y actuantes de forma corporativista (sindicatos de campesinos, obreros, informales, etc.), c) reivindican al “verdadero pueblo” que dice tener a su interior un sector especial y predestinado que antes eran los obreros y hoy son los campesinos-indígenas-originarios, d) aunque se definen de izquierda y revolucionarios, son muy pragmáticos y pasa-pasas en cuanto a su ideología, e) tienen un fuerte desprecio por la Constitución, las leyes y la institucionalidad.
Dicho esto, veamos cuáles podrían ser los dos caminos posibles en la crisis interna –real o aparente– del actual partido de Gobierno.
2. ¿Se sueltan los demonios internos del populismo?
Uno de los efectos podría ser que se suelten los demonios internos del populismo masista y terminen llevándolo a una seguidilla de combates corporativistas de sus sectores sociales afines (nada raro en las salidas de los populismos en Bolivia y en América Latina), y que concluyan con la llegada de un árbitro disciplinador, como ocurrió el 64 con Barrientos que, en un contexto de guerra fría entre USA y la URSSS, puso orden en el grave desorden interno del MNR.
Tomemos en cuenta que cuatro fueron las fuentes de violencia que se visibilizaron claramente en la crisis política de noviembre de 2019, y cuya propiedad intelectual y material corresponde al MAS: 1) el miniaparato armado de cocaleros del Chapare y ahora –aparentemente– de los ponchos rojos de Omasuyos, 2) las masas sociales de cocaleros, transportistas, gremiales, cooperativistas mineros, y vecinos movilizables, 3) los sujetos armados con aparente entrenamiento guerrillero, nada ajeno a ciertas vetas del actual masismo, y 4) los pequeños grupos de choque clasemedieros, organizados bajo la forma de milicias urbanas fascistizadas.
En mi análisis, sin embargo, que se suelten estos demonios internos es poco probable, tanto por la ausencia de diferencias ideológicas o estratégicas substanciales entre Arce y Morales, cuanto porque avanza en este camino sería prácticamente un suicidio político que llevaría a la destrucción de ambas facciones y de su proceso político, hecho que visto en última instancia y entendiendo los diferentes contextos históricos respecto de 1964, tampoco sería ajeno en la historia del populismo izquierdista latinoamericano.
3. ¿Se producirá un nuevo abrazo entre populistas?
Otro efecto diferente del anterior sería que ambos caudillos lleguen a abrazarse en algún punto de la pugna que está en curso. El abrazo no se produjo en los procesos populistas previos que hubo en Bolivia, ni en 1964 y ni en 1971, pues las fuertes discrepancias internas y el contexto autoritario y militarista de la época lo impidieron.
Hoy, las señales de un posible abrazo saltan a la vista y acercan a ambos caudillos, pues la línea central de su actuación responde al típico protocolo de la protesta sindical de los últimos años: a) los marchistas movilizados enviaron un pliego petitorio donde plantean medidas técnicas (gasolina, diésel, dólares) y una medida política exagerada y maximalista (por si acaso hubiera que negociar) como es la renuncia de Arce y la sucesión por el presidente de Senado, pliego que –recuérdenlo– suele terminar generalmente en abrazos y festejo, b) el presidente Arce envió a los marchistas una carta de respuesta, fallida, a través del viceministro de Cooperativas Mineras, pero mediante notario, invitándolos a “reflexionar” sobre lo ilegal de sus acciones, y, finalmente, c) el ministro de Gobierno con mucha emoción dice en conferencia de prensa que Evo es un golpista anticonstitucional, pero ni lo denuncia ante la Fiscalía ni usa la “inteligencia policial” para detener al susodicho golpista, ni nada de nada.
Con lo dicho, el posible abrazo fraterno entre Evo y Arce aparece como lo más probable que ocurra. Esta hipótesis ya fue planteada en varios artículos de análisis en este espacio de Brújula Digital. Con su abrazo, los populistas enfrentados demostrarían centralmente la viabilidad de su magnífica estrategia envolvente para despistar a su archienemiga la derecha y recuperar el 2025 los 2/3 del electorado para relanzar su proceso de cambio hasta el 2050. De yapa, demostrarían su capacidad de actuar como verdaderos pasa-pasas pragmáticos y llegar a un “gran acuerdo de salvación nacional” dejando a las fuerzas políticas democráticas con los crespos hechos frente a la elección de agosto 2025.
Pero hay que estar atentos y mirar con atención la pugna de los populistas autoritarios, pues las decisiones para ir por la violencia descontrolada o por el camino del abrazo deberán tomarse los siguientes días.
Carlos Hugo Laruta, sociólogo, es docente investigador de la UMSA.
@brjula.digital.bo