Si Choquehuanca tuviera la capacidad de volcar una elección de una manera tan contundente, como inesperada, es imposible pensar que no lo haría en su propio beneficio. ¿O es que sólo podía hacerlo para un tercero y no para sí? Absurdo.
Brújula Digital|22|08|25|
Carlos Guevara
Hubo un gran ganador el 17 de agosto: Rodrigo Paz; y dos grandes perdedores: Doria Medina y Andrónico Rodríguez. Pero, de lejos, el resultado más impactante y menos esperado fue el primer lugar de Paz. Por eso, y con toda razón, un comentarista dijo que ese resultado no era una sorpresa, era un batacazo; un verdadero Rodrigazo.
¿Cómo fue posible ese resultado? Después de todo, si bien las encuestas mostraban una clara tendencia al alza de su candidatura, su nivel inicial de apoyo era tan bajo que aún, en la última encuesta de El Deber, figuraba muy por debajo de los dos primeros candidatos. Esto ha dado lugar a teorías sobre el Rodrigazo, no sin un interés político de por medio.
El hecho que da lugar a algunas teorías para explicar la victoria de Paz es que ganó en el occidente, anteriormente bastión fuerte del MAS, y perdió en oriente. Una de esas teorías plantea que la victoria de Paz fue lograda por una confabulación proveniente del MAS, de una mano negra (o como le gusta decir a Choquehuaca, de una mano blanca), en este caso del mismo Choquehuanca.
La principal conclusión de la elección del 17 de agosto es que la mayoría de la población quería un cambio drástico, tanto de modelo económico como de gobernantes. Esa demanda se tradujo en la abrumadora derrota del MAS en todas sus versiones, excepto posiblemente la evista, que logró aumentar significativamente el voto nulo histórico, de un 4% a un 19%, aproximadamente, arrogándose esa votación.
Pero el deseo de un cambio tenía otro componente, que fue ocultado por la demanda abrumadora de cambiar a los gobernantes del MAS, autores del descalabro institucional y económico actual. Ese otro componente era el cansancio con las mismas figuras de la oposición, en particular, de las candidaturas de Tuto y Samuel.
El voto anti MAS, ahora abrumadoramente mayoritario, hacía que la gente, en las encuestas, prefiriera la alternativa de los últimos 20 años (Tuto o Samuel) a volver a votar por alguna versión del MAS.
En anteriores elecciones, la gente, al votar por uno de estos candidatos, más que votar a favor, votaba en contra del MAS. Carlos Mesa también fue el beneficiario de ese fenómeno, particularmente en la elección del 2019, cuando estuvo a un paso de ganarle a Morales en segunda vuelta, si no hubiera existido fraude. Esto se repitió, en menor grado, en la elección de 2020.
Pero la razón por la cual la gente votó por estos candidatos fue su deseo de derrotar al MAS, más que por su propia popularidad. Fue un voto principalmente en contra, no a favor.
Basta comprobar la desaparición de Mesa como un factor con su propio peso en el escenario político actual. La historia de estos últimos 20 años ha sido la historia de la búsqueda de una alternativa al MAS, la cual se ha dado, pero no por mérito propio de la oposición, sino por la implosión del masismo.
Es así que en este escenario, el único candidato a la presidencia nuevo y viable de la oposición era Paz. Paz fue el beneficiario del tsunami del deseo de cambio de la población, no sólo del oficialismo sino también en la oposición.
Que Paz haya ganado en occidente sólo prueba, uno, el derrumbe catastrófico del MAS, y, dos, que se esa victoria se dio en las regiones que, al haber sido en elecciones pasadas las más afines al MAS, menos propensión tenían a votar por los tradicionales anti MAS Tuto y Samuel.
Según una teoría, Choquehuanca habría sido el artífice de la victoria de Paz, logrando que el voto corporativista y concertado del campo y de sectores sociales, anteriormente afines al MAS, ahora favorecieran a Paz.
En esta teoría, Choquehuanca tendría la capacidad de hacer ganar al candidato que él quisiera que gane. Este personaje sería capaz de hacer ganar, desde la penumbra y las sombras, a nada menos que a un candidato de la oposición. Maquiavelo y Rasputín se quedan chicos en comparación con la capacidad de Choquehuanca de manipular eventos detrás de bambalinas.
Si Choquehuanca tuviera la capacidad de volcar una elección de una manera tan contundente, como inesperada, es imposible pensar que no lo haría en su propio beneficio. ¿O es que sólo podía hacerlo para un tercero y no para sí? Absurdo. O sea, se le atribuye a Choquehuanca poderes sobrenaturales. Ya quisieran los yatiris tener esos poderes mágicos.
El porqué de una teoría tan descabellada como ésta podría tener dos explicaciones. La primera, la naturalmente gran decepción de las candidaturas perdidosas, que llevan a cualquier explicación menos a las deficiencias y errores de sus candidatos. Y la segunda, que su derrota es achacada indirectamente al MAS, lo cual es conveniente políticamente para desacreditar la candidatura de Paz, aun si sus proponentes no creyeran en esa teoría.