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07/01/2023
El Satélite de la Luna

Uniformáticos kafkianos

Francesco Zaratti
Francesco Zaratti

En medio de las críticas a la Policía por su desmesurada violencia, quisiera felicitar a esa institución del Estado por el conocimiento de sus uniformados de uno de los grandes escritores del siglo XIX. En realidad no a todos los uniformados, sino a un grupo selecto del Ministerio de Gobierno que llamaré “uniformáticos”, fanáticos del genial Franz Kafka.

No otra cosa se puede colegir al analizar su obra maestra, el “Trámite de Autorización de Vidrios Oscurecidos” (Travo), un absurdo a toda vista por querer “autorizar” la circulación de vehículos importados legalmente (y por tanto autorizados) que llevan vidrios oscurecidos desde fábrica. ¡Kafkiano!

Para ese fin, el DS 4740 busca “el mantenimiento de la seguridad y orden público”. No dudo de que se cometan delitos (y otras intimidades) al amparo de vidrios que no dejan ver el interior del vehículo, sin embargo, la razón por la cual por lo menos las vagonetas llevan vidrios oscurecidos es otra: evitar robos de objetos que, a falta de una baulera, quedan expuestos a la vista. O sea, exactamente lo contrario de lo que se busca con el Travo. Moraleja: para prevenir unos eventuales casos delictivos, se prefiere exponer a la inseguridad a todos los poseedores de esos vehículos. ¡Kafkiano!

Ahora bien, el Travo consiste en obtener una “autorización” para circular con vidrios oscurecidos, pero la norma no aclara si la autorización es para el vehículo (permiso de circulación) o para el conductor (permiso de conducir). Colocar una roseta en el vidrio del coche cada dos años hace pensar en lo primero (hecho que no excluye el eventual uso delictivo del coche), pero exigir el certificado de antecedentes policiales del dueño sugiere lo segundo (aunque tenga validez sólo por tres meses). Eso me recuerda el cuento de un Fulano que se quejaba con su amigo por el robo de su auto “mientras dormía”. “Qué raro –comentó su oyente– tu auto nunca duerme; con seguridad le echaron algo en la gasolina”. Si las personas, y no los coches, cometen delitos, tal vez sería suficiente que un conductor de un vehículo con vidrios oscurecidos renueve anualmente su certificado de antecedentes policiales. Caso contrario, ¿qué se controlará, finalmente, si el coche tiene la roseta o si el conductor no tiene antecedentes? ¡Kafkiano!

El costo anunciado del Travo es Bs 200, pero, en realidad, es más de 400, gracias a un certificado que otorga la Policía para presentarlo a la misma Policía. ¡Kafkiano! Por eso sospecho que la verdadera finalidad del Travo es proporcionar más ingresos a la Policía esquilando y fastidiando al ciudadano. Para maquillar el Travo, los uniformáticos han diseñado un trámite on line que, en teoría, requiere cinco días, pero que tarda semanas, y, si no avanza por problemas técnicos, hay que apersonarse a una oficina para obtener, con respectiva cola, el certificado. Como se dice, más enredado un trámite, más ganancias de corruptos.

Por último, la parte más kafkiana del Travo llega cuando termina el trámite on line y el dueño debe presentarse con el vehículo en un único lugar para La Paz y El Alto. Resultado: colas kilométricas que empiezan la noche anterior y terminan la tarde del siguiente día; calles aledañas obstruidas por los coches en fila; sin servicios higiénicos; sin ningún trato preferente para mujeres embarazadas y adultos mayores (violando el art. 7.º de la Ley 369); con decenas de transportistas impedidos de trabajar; todo con el fin de entregar documentos ya verificados y obtener, con suerte, la ansiada roseta. ¿Es mucho pedir que los uniformáticos apliquen menos Kafka y más la CPE?

En fin, el Travo confirma que los trámites burocráticos son tan irracionales como los gobiernos que los aprueban.

Francesco Zaratti es físico y analista.



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