Los actos de conmemoración de este 6 de Agosto han sido un fiel espejo del estado de anomia en que nos encontramos: Por un lado, un Presidente con un discurso de pendenciero de barrio (qué casualidad, casi escribo compadrito, en el sentido que se da a esa palabra en el dialecto argentino), que luego es filmado bailado la diablada y cantando viejas canciones de protesta de los 70, en una secuencia grotesca de imágenes que difundía la televisión estatal.
Por el otro lado, los parlamentarios de la oposición que se sintieron agredidos por el mensaje presidencial y expresaron airadamente su rechazo con gritos y actitudes corporales como dar la espalda al Primer Mandatario, y los del oficalismo que también reaccionaron en defensa del Presidente y en contra de sus colegas opositores.
Día antes, como prolegómeno, mientras se realizaban movilizaciones convocadas por el Conade en contra de la decisión del Ministerio Público de archivar el caso fraude electoral en 2019, desechando el informe de la la OEA y sobre la base de un documento elaborado por un catedrático de la Universidad de Salamanca (que había sido asesor del ex mandatario español Rodríguez Zapatero), un grupo de paramilitares del MAS, hombres y mujeres, agredieron a mujeres en el atrio de la UMSA en La Paz y amenazaron con waskear a un probable periodista que filmaba la escena de violencia, siguiendo la actuación de otros paras en la Plaza Murillo, donde el dirigente del MAS Gustavo Torrico fue filmado cuando pateaba a una persona que ya estaba en el suelo y sin posibilidad alguna de defenderse.
Día después, mientras las autoridades del MAS de la Asamblea Legislativa impidieron a Carlos Mesa realizar una conferencia de prensa en ese recinto, se difundió la noticia de que el ex presidente fugado viajó en una avioneta ambulancia de la FAB a una concentración política en el sur del país
Hasta ahí los hechos, como dirían los conductores de televisión… Ahora, conviene rescatar las reacciones de diferentes dirigentes del MAS y autoridades de gobierno sobre esos casos, es decir, la reacción del “establishment” actual…
Parto desde la Asamblea Legislativa. Los representantes del MAS ha expresado profunda molestia por la mala educación de sus colegas de la oposición, como es gritar y dar la espalda al Primer Mandatario cuando éste discursea. Para ellos es inadmisible esa actitud por lo que decidieron pedir a la Comisión de Ética de la Asamblea procesar a los promotores identificados de esos actos anticipando darles una sanción de suspensión del pago de sus haberes durante 12 meses.
En cuanto a que “el” Mesa se queje de que no le permitan dar una conferencia de prensa en el edificio es una actitud de niño que debería superar a estas alturas de su edad… Además, sólo sacó en las elecciones 2020 el 29%, por lo que no tiene sentido que se dirija a la población.
Sobre las protestas en contra de la decisión del Ministerio Público de archivar el caso fraude, un asambleísta ha sugerido promulgar una ley tipificando como delito que alguien diga que hubo fraude en las elecciones de 2019 y se la sancione con privación de libertad (es de esperar que no tenga carácter retroactivo).
Y sobre la denuncia del uso de una avioneta ambulancia de la FAB para trasladar al jefe del MAS -- que está en proceso de investigación aunque no hay autoridad que quiera responder los requerimientos de información y, si algunas lo hacen caen en contradicciones--, otro parlamentario oficialista dijo que esa denuncia es una muestra más de que la oposición es ociosa y pierde su tiempo, al no poder criticar coherentemente al gobierno, en cosillas como es el uso de bienes públicos para fines particulares.
En fin, todo se había reducido, de acuerdo a dirigentes del MAS, a que en el país hay una oposición aniñada, mal educada y ociosa.
Si no fuera que el destino de la gente y de la democracia está en juego con el desgobierno actual, cómo podríamos reírnos de estas reacciones…
Juan Cristóbal Soruco Q. es periodista