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Vuelta | 20/10/2018

Surgen numerosos candidatos y el 21F queda en un segundo plano

Hernán Terrazas E.
Hernán Terrazas E.
Se desató la epidemia de candidatos y postulaciones. En menos de una semana, no sólo se lanzó, como se preveía, la candidatura del expresidente Carlos Mesa, quien aparece en las encuestas como el único aspirante capaz de derrotar a Evo Morales, sino que se multiplicaron los frentes con matices e intenciones diversas. ¿Y el 21F? Bien, gracias.
Reapareció en escena, por ejemplo, el exvicepresidente Víctor Hugo Cárdenas, quien fue postulado por una plataforma ciudadana cruceña y por otros líderes que no han querido pasar desapercibidos en tiempos de cosecha, como el jefe de UCS, Jhonny Fernández. Luis Eduardo Siles, del MNR, y algunos más en otras regiones también han desempolvado sus registros para exhibirlos en la feria electoral. Incluso Jaime Paz se presentó también como candidato de una fracción del PDC.

En una primera etapa, el MAS parece haber logrado su objetivo de llevar a todos hacia el campo electoral y alejarlos lo más posible de la protesta interna y la gestión externa contra la repostulación.

A estas alturas es poco probable que la OEA o su brazo jurídico, la Corte Interamericana de Justicia, se meta al lío de observar la legalidad de la candidatura de Morales, cuando en Bolivia casi todos han dejado ese tema en un plano más bien secundario.

Con raras excepciones, hoy la mayoría de las plataformas va en busca de candidatos y el glorioso 21F, que había articulado a la sociedad en torno a la necesidad de defender la democracia, se ha debilitado notablemente.

Las movilizaciones del 10 de octubre – día de la democracia – originalmente convocadas para convertirse en el gran acto de protesta y rechazo a los afanes reeleccionistas de Morales, se convirtieron en la expresión de un movimiento de múltiples integrantes que buscan afirmar su autonomía en función de intereses relacionados con este o aquel proyecto político. Y es que no hay otro camino para la sobrevivencia.

La situación no es sencilla para el expresidente Mesa, sobre todo porque en el corto camino hacia las primarias es improbable que logre sumar a más organizaciones de las que ya le han expresado su respaldo.

Los demócratas se harán esperar, porque necesitan afianzar cierta fortaleza de negociación y Samuel Doria Medina optará seguramente por llegar hasta el primer trimestre del próximo año para ver si su candidatura tiene alguna posibilidad o si elegirá finalmente el camino de una alianza con el Frente Revolucionario de Izquierda.

El caso de SOL.bo es diferente. La organización del alcalde Luis Revilla todavía no cuenta con registro y sus expectativas electorales son moderadas. Es más, las encuestas muestran que su líder no llega ni al 4% de intención de voto, pero su aprobación en el municipio de La Paz continúa siendo relativamente alta, lo que le hace abrigar la esperanza de que su proyecto tenga ciertas posibilidades en el futuro. 

Revilla hace todo lo posible por mostrarse como el rostro de la renovación, aunque su trayectoria política es larga y se remonta incluso a los tiempos en los que la euforia del “gonismo” contagiaba a las izquierdas locales, un momento que muchos intentan borrar de su hoja de vida.

Se ha desatado la feria de las vanidades políticas y, paradójicamente, la defensa de la democracia ha quedado momentáneamente de lado. Queda la opción de que el eje de las campañas de las organizaciones políticas de oposición gire en torno a la necesidad de respetar los resultados del 21F y que las ambiciones legítimas, de unos y otros, no sean en última instancia funcionales al interés del MAS de legitimar la candidatura de Evo Morales.

Hernán Terrazas Ergueta es periodista.



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