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Columna de columnas | 12/02/2024

Simone Weil es boliviana

César Rojas Ríos
César Rojas Ríos

Discúlpeme estimado lector, esta vez me saldré del guion de comentar a los columnistas. Y me detendré en un libro maravilloso de Simone Weil, maravilloso porque lo que escribe calza con exactitud asombrosa con nuestra realidad. Weil es filósofa y francesa, pero sus reflexiones contenidas en su libro Notas sobre la supresión general de los partidos políticos parecen fermentadas en este periodo de gobiernos del MAS que, a estas alturas del partido de los “jefazos”, lo vamos experimentando como una temporada en el purgatorio (necesitado ya de que uno de nuestros politólogos escriba su biografía íntima). De ahí el título de esta columna.

Primera tesis de Weil: “El único fin de un partido político es su propio crecimiento, y sin ningún límite”. O sea, ¡idealistas a bajarse del carro de la política! Los partidos, pero sobre todo el MAS, no es un caballo brioso en pos del bien común ni cosa que se le parezca. Hace lo que todos los partidos quieren hacer, sólo que, al hacerlo, deshace al país. Así estamos y estaremos mientras se siga votando por el partido –en el sentido weiliano– más político de todos.

Segunda tesis: “Los partidos ligados a una clase social llegan a visualizar una concepción en la que el bien público de todos los ciudadanos pasa primero por el interés de la clase del partido”. El partido hace carne de una parte de la sociedad: al servirla, se sirve en desmedro de las otras partes. ¿El conjunto de la sociedad? En una espera que desespera. La parte hipermimada y representada por el Gobierno, en el séptimo de los cielos. ¿Descolonización? ¿Plurinacionalidad? ¿Socialismo del siglo XXI? Espejismos en los que patinan con sus pestañas revueltas sus románticos intelectuales orgánicos (y sapiencialmente cada vez más minimalistas).

Tercera tesis: “Su mayor preocupación es cómo hacer más y mejor propaganda”. ¿Ud. piensa que haya alguien en el MAS que trabaje en la búsqueda desapasionada y desinteresada de la verdad? De ninguna manera, para eso les pagan y reciben prebenda tras prebenda, para seguir la línea oficial del partido. ¿Se puede convencer a un masista de estar habitando en el error? De ninguna manera, porque hasta el más elemental, entiende que habitar en la verdad es deshabitar el Estado; entonces más vale cerrar los ojos y cacarear en coro con las demás gallinas del corral.

Y cuarta tesis: “Un partido es una máquina de fabricar pasión colectiva”. No está para que sus miembros piensen por sí mismos, sino para servir sin pensar. No para cuestionar nada, sino para obedecer sin MAS. Para acatar y amplificar la voz oficial. Y lo hagan visceralmente con una gran profusión de adjetivos que descalifican a diestra y siniestra, permitiendo que el MAS siga navegando en las aguas de la política. Ahora lo sabemos por Weil, no requieren de un norte, mientras sigan a flote y sus competidores prosigan por debajo de la línea de flotación.

César Rojas es comunicador social y sociólogo.



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