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Cartuchos de Harina | 18/11/2023

Si Massa fuera un nuevo Menem

Gonzalo Mendieta Romero
Gonzalo Mendieta Romero

Las elecciones argentinas son este domingo. Y el debate de hace seis días reveló cuál de los candidatos tiene más oficio: Sergio Massa. Porque a veces se olvida que por más que todos los adultos tengamos derechos de ciudadanía, la política es también una profesión. No sé si eso necesariamente beneficia a Massa, el político más trajinado de los dos que concurren a las elecciones de este domingo, pues, a ojos de los votantes contra las “castas” o de los afines a las consignas populistas de “que se vayan todos”, un político trajinado es el mal por definición.

Sin embargo, los políticos son necesarios. Alguien recordaba que, sin el partido justicialista detrás, Menem no podría haber sostenido su década “liberal” en la Argentina. Y quién sabe si los políticos curtidos ayudan a las transformaciones que de otro modo se darían con violencia. Antes de ser presidente, Menem era visto como un peronista “químicamente puro” (la afirmación es del “Tata” Yofre, político e historiador argentino), pero fue él quien emprendió un proceso que lo acercó a políticos antiperonistas como los Alzogaray, padre e hija.

La cuestión es, entonces, si existe alguna posibilidad de que la historia serpenteante de Massa prometa más bien un nuevo presidente argentino que, a diferencia de Fernández, busque el poder y busque crear una nueva época peronista con el partido y sus facciones alineados detrás de él. Massa podría presidir un gobierno que haga su tarea con los ajustes necesarios, sin estar sometido al fuego peronista de sindicalistas y políticos proclives más bien a acatar los dictados de un nuevo monarca del partido.

Para abonar esa posibilidad, hay que apuntar que Massa es conocido por ciertas características que son anatema para el kirchnerismo: su amistad con la embajada norteamericana y sus contactos en Washington D.C., y el que fuera un reputado peronista de centroderecha, en su momento duramente enfrentado con los K. Ya en el debate con Milei salió a la luz el orgullo de Massa de haber peleado contra la delincuencia, como intendente, con planes que emulaban a los que aplicó el alcalde republicano y luego abogado trumpista Rudolph Giuliani en Nueva York. La mano dura contra la delincuencia parecía no pasar, en el caso de Massa, los filtros sociológicos que suelen limitar a los políticos de izquierda a optar por planes que se centran más en la represión que en la comprensión del delito. Ante esas afirmaciones no faltaron los militantes de izquierda, como el director del CELAG, Alfredo Serrano M., que se taparon las narices del asquillo que les produjeron esos devaneos de “su” candidato.

La región no ha estado exenta de políticos que, elegidos por una corriente, se atreven a transformarla. No sé si sea el caso de Massa, pero en la Argentina ya se habla de la posibilidad de un “neomenemismo”. Y lo que está algo claro es que Massa ha aprendido del paso de Alberto Fernández por la presidencia y de los costos de no asumir el poder, de vivir de uno delegado. En ese caso, lo que hay que leer son las limitaciones que vaya a tener un Massa presidente con poderes feudales como el de Axel Kicillof, al frente de la provincia de Buenos Aires y con Cristina K. de gran almirante de ese barco, como madrina de Kicillof.

Quienes ven en Milei el símbolo de todo cambio tienden, por su lado, a subestimar las restricciones objetivas que significa para un Presidente tener a los sindicatos en contra, a la principal provincia en manos de uno de los más afiebrados kirchneristas y a un congreso trozado. Milei ha logrado el apoyo de Macri y Bullrich, pero no está para nada claro que eso baste para una tarea transformadora.

Como corolario, pensar en que Massa puede ser un nuevo Menem es tal vez sobredimensionar sus opciones. Pero al menos lo que se ve claro es que a Argentina le esperan tiempos de ajuste y de apertura económica. Quién sabe eso pueda hacerse mejor teniendo a la maquinaria peronista neutralizada y no activada en contra con todos sus bríos. Empero, todo eso no lo sabremos este fin de semana, sino en el año que siga a la posesión del nuevo Presidente.

 Gonzalo Mendieta Romero es abogado.



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