La fiscala departamental de Potosí, Roxana Choque Gutiérrez, es la persona más mentada de esta región en los últimos días debido a que, por una parte, un grupo de personas quiere que renuncie al cargo, por razones vinculadas a sus intereses personales, y, por otra, en atención a que revocó la decisión de las fiscalas de materia que libraron de culpa al gobernador titular, Jhonny Mamani, en el bullado caso de las 41 ambulancias.
Sí. Leyó bien: puse “fiscala”, al hablar de la departamental y “fiscalas” al referirme a las de materia que investigaron las denuncias en contra de Mamani. Esto se debe a una cuestión elemental: todas esas autoridades, tres en total, son mujeres así que, en atención a la concordancia de género, corresponde usar el femenino para el sustantivo “fiscal”.
Sé lo que muchos van a decir: que el sufijo “-ente” viene de “ser” y, por lo tanto, no se modifica ya que “ser” es válido tanto para el masculino como para el femenino. Algunos seguramente me enviarán enlaces al famoso artículo que circula en internet son el título “Sobre ignorantes e ignorantas: carta de una profesora con acertadísima y lapidaria frase final”, o alguna de sus variantes, en las que se desarrolla la teoría que sustenta la inmutabilidad de sustantivos como “presidente”, “ingeniero”, “médico”, “fiscal” y “concejal”.
Frente a eso, lo primero que debo argumentar es que es falso es de que “-ente” viene de “ser”, y todo lo que eso conlleva. Eso ya lo aclaró la Fundación para el Español Urgente (Fundeú) al señalar que el supuesto escrito de la profesora “se basa en tres afirmaciones: que el participio activo del verbo ‘ser’ es ‘ente’; que la terminación ‘-nte’ que añadimos a los participios activos procede de ‘ente’ y que esa terminación se toma de ‘ente’ porque significa ‘lo que es’. Y ninguna es verdadera”.
Como ya repetí machaconamente en el pasado, las reglas para el género están determinadas por los sustantivos y los comunes en cuanto al género son los que, designando seres animados, tienen una sola forma, la misma para los dos géneros gramaticales, así que no se modifican. Como ejemplos están “canciller”, “profesional”, “psiquiatra”, “periodista”, “estudiante”, “asambleísta” y un muy largo etcétera. Existen sustantivos todavía más duros, que no aceptan modificarse ni siquiera de manera excepcional, y son los epicenos. Entre estos tenemos, solo como muestra, a “personaje”, “vástago”, “tiburón”, “lince”, “orca”, “leopardo”, etc. etc.
Pero, así como existen sustantivos comunes en cuanto al género, existen otros que no lo son y, en esos casos, sí son modificables y están sujetos al género de la persona a la que se refiere. Son los casos de “presidente”, “ministro”, “fiscal”, “concejal” y otro largo etcétera.
Por tanto, si un sustantivo no es común en cuanto al género y la persona que lo usa es mujer, ¿qué se debe hacer? Lo correcto, en esos casos, es usar el femenino y, por eso, yo escribo “presidenta”, “ministra”, “fiscala” y “concejala”. Eso es lo correcto, tanto gramatical como socialmente, porque, de por medio, también está el respeto a la mujer.
Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.
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