“La pendular historia boliviana, post 52, osciló entre el modelo económico estatista y el modelo de mercado libre, como paradigmas para el desarrollo boliviano. Ninguno de ellos logró imponerse en el largo plazo ni pudo convertirse en política de Estado que trascienda las opciones ideológicas (…) Bolivia no ha podido encontrar un modo de configuración económica que goce de adhesión duradera ni reproducir una visión común de futuro. La sociedad, cíclicamente, pierde tiempo, recursos y oportunidades entre una idea de desarrollo y su desplome.”
Esto nos plantea Ever Romero Ibañez (ERI) en su columna “Los intelectuales” (Péndulo Político, 17/ 9/ 2023). El tema es crucial, pues hace al pasado, presente y futuro de nuestro país. O sea, vamos de tumbo en tumbo, de norte a sur y viceversa. El comportamiento pendular parece ser nuestro sino.
¿Qué hacer? ERI señala que son los intelectuales, por su función social, los llamados a dar una respuesta. Y da una pista en ese sentido: los intelectuales subordinados al dogma o al partido están perdidos para la tarea. Se requiere pensar con cabeza propia, mirando el país y su futuro, no al partido y su reproducción en el poder.
Planteo tres ideas en esa dirección.
Primera, necesitamos más sentido común que ideología para ver lo que debemos ver. ¿Y qué debemos ver? Si queremos desarrollo verdadero, no lo lograremos por fuera del capitalismo, sino dentro del capitalismo. Ortega y Gasset escribió que “a fuerza de errar se va acotando el área de posible acierto”. Y el acierto salta a la vista, de la misma forma contundente como salta a la vista el desacierto. En el siglo XX se lanzó la moneda con sus dos caras ideológicas y cayó del lado del capitalismo. Los países que tomaron nota y corrigieron (China es el ejemplo mayúsculo) caminan en la senda del progreso.
Segunda, el capitalismo para caminar robusto y decidido, no puede hacerlo con la remora de la pobreza y altos niveles de desigualdad. El capitalismo promete bienestar, no puede ser sólo el disfrute de una pequeña minoría; pues entonces unos piensan que su triste vida está para la alegría de la vida ajena. Esto no enhebra una sociedad, la desteje y polariza. Y, lo ruinoso, la convierte en un suculento caldo de cultivo de los demagogos.
Y tercera, lograr que estos dos significados sean compartidos por moros y cristianos requiere del diálogo como el instrumento. Vivificante diálogo. Y requerimos que una institución gravitante lo motorice por el bien de Todos.
César Rojas es comunicador social y sociólogo.
@brjula.digital.bo