A dos días
de la rememoración de la entronización del expresidente fugado, las tensiones
que aparecieron la semana pasada se fueron calmando como consecuencia de la
salida de efectivos de las FFAA y la Policía boliviana a las calles de varias
ciudades, y su ingreso al trópico de Cochabamba.
Ayudó a esa baja de tensión la amenaza de Evo Morales de que si volviera al poder (y pucha que quiere hacerlo) crearía milicias armadas similares a las venezolanas, amenaza que ha provocado tantos problemas dentro y fuera del país que tuvo que retractarse con una rectificación que pocos han debido creer.
Así, militares y declaración dejaron sin pie a las corrientes autoritarias del MAS que vieron cómo se desarticulaba la planificación de los actos que pensaban realizar exigiendo el cambio de la Presidenta. Tan ofuscados se encontraban, que su protesta por la salida de tropas fue respondida recordando sus propias amenazas de generar violencia.
Pero, si bien la salida de uniformados responde a las necesidades del momento, no deja de atemorizarnos a quienes recordamos el ciclo de las dictaduras militares ver soldados en las calles. Más si analizamos nuestra historia y observamos que sus mandos recuperan rápidamente su adicción a ordenar a los civiles. Es de esperar que el gobierno de la presidenta Añez tenga la capacidad de mantenerlos bajo estricto control y a una instrucción suya retornen sin chistar a sus cuarteles.
También asistimos al retorno de muchos dirigentes políticos que optaron (o tuvieron que hacerlo) por el exilio durante la larga gestión del MAS. De hecho, es un signo de esperanza que todo obligado a abandonar el país pueda volver a él, de la misma manera que siempre es una pena que haya gente que tenga que irse por cuestiones políticas.
Lo malo en estos retornos y nuevas ausencias es que se afecta la pacífica convivencia ciudadana, condición indispensable para consolidar el sistema democrático, en el que quienes piensan diferente se sienten adversarios, no enemigos.
En este sentido, corresponde rendir un homenaje a Juan Antonio Morales, una de las víctimas injustificadas tanto del masismo como de muchos que lo agredieron desde 2003, por hacer sido presidente del Banco Central de Bolivia. Pese a ello, Morales hizo un llamado a la pacificación de ánimos y el reencuentro, desterrando la venganza sin sentido, precisamente él, que sufrió el rigor de la vendetta mediocre.
Adhiriendo a esa posición, corresponde resaltar la necesidad de serenar ánimos y, por lo menos, aprender a disentir con respeto. En ese marco, mientras fue grata la reacción pública de personas como el ex gobernador de Tarija Mario Cossío y del ex prefecto de La Paz, José Luis Paredes a su retorno al país, fue totalmente contraproducente la del ex ministro de Gobierno de Banzer, Guido Nayar, o la del ex presidente del Comité Cívico de Santa Cruz, Branko Marinkovic que, mostrando profundo rencor y autoritarismo, han arremetido groseramente en contra del Gobernador de Santa Cruz no bien pusieron su pie en territorio nacional.
En fin, es de esperar que se trate de reacciones que se irán superando con el trascurso del tiempo y en la medida en que sus portadores se den cuenta, por un lado, de que la ciudadanía está harta de esas actitudes de intolerancia y, por el otro, que no se ha resistido a un régimen de clara vocación autoritaria en todos los niveles del Estado, para reemplazarlo con otro similar, aunque responda a diferente signo político-ideológico.
Un último elemento de este diagnóstico externo es la aparición de interesados en postular a la Presidencia del Estado a como dé lugar. Pasada la emergencia, muy sueltos de cuerpo aprovechan cualquier resquicio para mostrarse potables y acercarse a partidos al borde de la extinción para montarse sobre ellos.
Considero que es un desatino pedir un frente único contra el MAS en los próximos comicios, por cuanto, garantizando elecciones trasparentes, hay espacio para la pugna entre corrientes diferentes. Utilizando conceptos no por limitados inútiles, tenemos la oportunidad de conocer propuestas de derecha, otra populista alineada con el socialismo del Siglo XXI claras, y de centro político. Hasta ahora, es posible pensar que el MAS expresa la populista y Comunidad Ciudadana la centrista. Es en el campo de la derecha donde hay un fraccionamiento que le hace poco bien a ella misma y al país.
En todo caso, esta radiografía externa se someterá a prueba el propio miércoles 22 de enero y el domingo 2 de febrero, en que termina el plazo para inscribir las candidaturas presidenciales.
Juan Cristóbal Soruco es periodista.