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Vuelta | 24/07/2023

Por mal camino y sin golpe de timón

Hernán Terrazas E.
Hernán Terrazas E.

Si había dudas sobre la información gubernamental a propósito de la marcha de la economía, Evo Morales se encargó de despejarlas. No solo dijo que las proyecciones son preocupantes, sino que será necesario llamar a una cumbre nacional nada menos que “para salvar Bolivia”, una frase similar a la que utilizó Víctor Paz Estenssoro en 1985 –“Bolivia se nos muere”– para graficar la terrible situación que agobiaba al país en ese período.

Si bien los síntomas de la crisis no son tan graves como a mediados de la década de los 80 del siglo pasado –hiperinflación, caída dramática de los precios de exportación de minerales, etc.–, la más reciente encuesta de Ipsos CIESMORI revela que la percepción de seis de cada 10 bolivianos es que la economía no va por buen camino y casi ocho de cada 10 reprueba el trabajo que viene haciendo el gobierno en este campo.

Como ocurre en otros países de la región, también en Bolivia cerca del 70% respalda a la empresa privada, mientras que casi el 60% tiene una opinión negativa sobre las empresas públicas y un porcentaje similar se expresa en la misma línea con relación a los sindicatos. Parecería que la crisis del modelo de desarrollo productivo comunitario alcanza a los ámbitos o actores que son parte del mismo.

Un gobierno aplazado en el manejo de la economía difícilmente es capaz de recuperar la confianza de la gente. Hasta ahora el único termómetro a mano para saber cómo van las cosas es la disponibilidad de dólares en el mercado. Como no se ha resuelto del todo este tema, la incertidumbre se mantiene. Si a eso se añade un incremento de los precios de los artículos de primera necesidad, el panorama es todavía más preocupante.

La mayoría de los organismos de evaluación económica califica mal el desempeño de la economía del país. Bolivia dejó de ser el buen ejemplo y se convirtió en una zona de riesgo, donde la estabilidad macroeconómica se ve comprometida después de casi cuarenta años de calma.

El énfasis oficial en el tema del litio como una suerte de solución futura es insuficiente para convencer a una población predominantemente incrédula. La nueva “gallina de los huevos de oro” –como antes se decía de YPFB– todavía no ha puesto ninguno y es muy probable que la situación se agrave antes de que lo haga.

El tránsito de la era del gas –que lamentablemente ya fue– a la del litio tomará algunos años más en un escenario de fuerte competencia regional y mundial. No basta con tener las reservas más grandes del planeta. Hace falta contar con los mejores socios para poder desarrollarlas. Hasta ahora, ni una sola batería de dispositivos o vehículos en el mundo tiene litio boliviano.

Una vez más, Morales no está equivocado en el diagnóstico, aunque en el fondo lo que quiere es salvar el pellejo y su enorme parte de responsabilidad en todo lo que ocurre hoy. Lo que busca es un disfraz de opositor para ser parte de la fiesta electoral en otras condiciones, pero la historia no resiste una máscara.

Si el gas se acabó es porque no hubo más exploración ni interesados en invertir en un país sin reglas claras. Y si no se impulsó más el litio fue porque desde el año 2006 se mantuvo la misma línea de anteponer los prejuicios ideológicos a la realidad del mercado. Incluso hoy las decisiones que se adoptan consideran el posicionamiento de Bolivia en un mundo “multipolar”, que confronta nuevas potencias e intereses, antes que la necesidad de generar un buen negocio. Ahí están los acercamientos y acuerdos con China, Rusia e Irán para corroborar lo dicho.

La sensación de que la economía es un vehículo en mal estado –un modelo descontinuado– y mal conducido es alarmante, porque a fin de cuentas si la mayoría de los pasajeros está inconforme algo debe cambiar. El conductor debe entender el mensaje y dar un golpe de timón antes que el borde del abismo esté muy cerca y ya sea demasiado tarde.

Hernán Terrazas es periodista.



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