Imitando al fugado ex vicepresidente he decidido analizar la
realidad del país a través de los mensajes que circulan en las redes sociales
(RRSS). Ese insumo le permitió afirmar, en “las Europas” (seguramente después
de su reunión con su musa María Galindo) que lo que sucedió entre octubre y
noviembre del año pasado en el país fue el empoderamiento de una clase media
racista y conservadora, que no aceptaba que los indígenas se hayan adueñado del
poder (tan indio él y la alta burocracia masista).
Esta interpretación se explica porque en las RRSS aparece cada mensaje racista, discriminador y falaz que uno podría hacerse a la idea de que Bolivia sería el nuevo Estado del apartheid. Pero, para mala suerte del exvice, de la misma manera que su incapacidad para sumar y multiplicar correctamente, ésta le hace olvidar que los conductores del MAS fueron expulsados del poder por una mayoría ciudadana cansada de que los dirigentes y burócratas de ese partido, ya acostumbrados a gozar de las mieles del poder, siembren nabos en su espalda.
Pese a reconocer ese error metodológico, me animo a referirme esta semana a nuestra realidad a través de lo que leo y veo en las RRSS.
Lo primero que salta a la vista es que Bolivia es un país de genios, hombres y mujeres. Todos tenemos la solución en la mano y todos criticamos sin piedad todo lo que hacen las autoridades. Además, todos se sienten que representan a la población boliviana y se creen designados por alguna deidad para ser sus intérpretes.
Cuando, además, se trata de evaluar a los dirigentes políticos, nadie se salva (a excepción de los que son militantemente adherentes) de sus ataques. Asimismo, cuando se trata de disponer de los bienes ajenos (Iglesias, clínicas, predios de empresarios), todos los ofrecen, salvo que no toquen su patrimonio. Peor aún, a tiempo de que se hacen miel en la boca al hablar de democracia, asombra el crecido número de navegantes en las RRSS que preferirían que no haya elecciones, poniendo como causa el coronavirus.
De economía y salud, ateniéndonos a los comentarios en las RRSS, los únicos que no saben nada son las autoridades en funciones. Cada navegante maneja estos temas con tal desparpajo que pareciera que no comprende porqué no ha sido convocado para ocupar algún espacio de importancia en la administración pública, que sería lo correcto y prácticamente única medida que permitiría enfrentar adecuadamente la crisis del coronavirus y la profunda crisis económica que casi hasta con placer la anuncian.
Además, las RRSS se han convertido en seguros blanqueadores de disidentes del MAS que han encontrado en ellas un espacio para difundir su conversión democrática. San Pablo piojo tuerto… pero, a diferencia de éste, buena parte de estos conversos lo hizo cuando ya no fueron convocados por las derrocadas autoridades, y no mientras adherían al MAS en los momentos en que éste ejerció mayor represión en el país (aprobación de la nueva CPE, Hotel Las Américas, El Porvernir, Chaparina…).
También las RRSS se han convertido en un canal para exaltar el más perverso corporativismo presente en todos los estratos sociales de la sociedad. A la exigencia de percibir un bono similar al que se distribuirá a los más necesitados, se han sumado los jubilados, las juntas visiónales, los LGTBI, y un largo etcétera. Y ni qué decir de la frustración de quienes vieron en la distribución de una canasta de alimentos la oportunidad para resarcirse de las pérdidas…
En fin, el método de leer la realidad a través de las RRSS conduce a sostener en las actuales circunstancias que “la ciudadanía” (como concepto abstracto) quiere que se posterguen las elecciones sine die, los políticos se vayan a sus casas y que el poder se transfiera a quienes creen que la representan verdaderamente a través de éstas.
Obviamente, esto parece ser un error de proporciones, como el que cometió el exvicepresidente fugado, razón por la que, una vez más, me animo a sostener que los políticos, hombres y mujeres, son indispensables para el funcionamiento del sistema democrático. Por tanto, intuyo que lo que corresponda es que estos hagan política (no marketing, a lo que se nos quiere acostumbrar por influencia de quienes creen que la administración del Estado es cuestión de buena voluntad o un espacio de negocio) y no cometan los errores que permiten que desde las RRSS se crea que es fácil (o, peor, necesario) suplantarlos.
Un agregado: créanme que el país y su realidad son mucho, mucho más que las RRSS (certeza que debo recordar cada instante por mi recurrencia casi adictiva a navegar en ellas)…
Juan Cristóbal Soruco es periodista.