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Emergencias y esperanzas | 21/02/2025

Política de la coca y antidrogas de la nueva gestión de gobierno

Manuel Morales Álvarez
Manuel Morales Álvarez

La muerte en Santa Cruz de un policía objeto de un ataque armado y otros hechos de sicariato desde el narcotráfico sucedidos de forma reiterativa, demandan un ajuste en la política antidrogas en Bolivia.

Estamos en condiciones de comenzar a construir el programa de gobierno en torno a la hoja de coca y la lucha antidrogas considerando que el ciclo del MAS debe cerrarse. Esto implica modificar la estrategia de lucha antidrogas que se fue construyendo desde el año 2007. En 2007, el Consejo Nacional de Lucha contra el Tráfico Ilícito de Drogas-CONALTID publica su “Estrategia de lucha contra el narcotráfico y revalorización de la hoja de coca 2007-2010” donde se esboza el cambio de paradigma de la nueva política antinarcotráfico.

Evo Morales explicó en la presentación de su estrategia: “planteamos la estabilidad y control de los cultivos de coca en un rango que permita niveles dignos de sobrevivencia para los productores cocalero”. El entonces presidente alegaba que era necesario acabar con las políticas “impuestas desde afuera” para poder “reducir el potencial de producción de cocaína en Bolivia a través de medidas de control social de las culturas, interdicción del narcotráfico y acciones de prevención”. Con la nueva estrategia, CONALTID no propone legalizar directamente el “cato” de coca si no “racionalizar, estabilizar y controlar la producción de hoja de coca a un nivel sostenible”. Estrategia a implementar con participación social siendo el cato la “base de la racionalización”. El CONALTID considera así que el cato es “un tercio de una cancha de fútbol que permite seguridad y previsibilidad a los productores, y bases para la acción concertada”.

Ha pasado mucho tiempo y ahora es vital la definición de una nueva estrategia antidrogas y generalizar un profundo debate nacional acerca de la hoja de coca.

Es evidente que la coca y la producción de cocaína guardan relación, sin embargo, en Bolivia existe el pijcheo o acullico y el uso ritual de las hojas de coca, situación particular que merece un enfoque dual. Así, la Ley Nº 1008, normaba coca y drogas desde 1988 hasta el 2017, luego se tiene la Ley Nº 906 destinada a la hoja de coca y la normativa contra la producción y tráfico de drogas se mantiene en la Ley Nº 1008 derogada parcialmente.

¿Qué se propone?

En cuanto a la hoja de coca, es muy importante abrir el debate nacional sobre aspectos fundamentales en torno a la viabilidad de la desclasificación, la industrialización, las zonas para su cultivo, las investigaciones científicas sobre sus propiedades y aprovechamiento. Los cultivos dentro de Bolivia y en otros países. Es importante señalar algunos avances en torno al examen crítico de la hoja de coca realizado por la Organización Mundial de la Salud.

En cuanto a la política antidrogas del MAS, es un rotundo fracaso debido a la legalización de cultivos excedentarios, así en Bolivia la actual producción llega a 41.000 hectáreas anuales, de las cuales se erradican 10.000 hectáreas y quedan 31.000 hectáreas, siendo que la ley solo prevé la existencia de 22.000 hectáreas, mediante la Ley Nº 906 de 2017 y anteriormente solo se autorizaba la producción en 12.000 hectáreas (1988-2017).

Bolivia es el tercer productor de cocaína a nivel mundial y vende al segundo consumidor mundial de cocaína que es Brasil. Las fronteras porosas para el narcotráfico han determinado su venta hacia Paraguay, Argentina y Chile, de ahí al mundo.

En Bolivia el Estado es narco porque el accionar de los órganos del Estados están orientados a ser complacientes con la actividad ilícita, se generan políticas públicas a su favor. La región del Chapare constituye una inmensa factoría, al grado de ser –la cocaína– uno de los pocos productos con valor agregado que se exporta desde el país hacia el exterior. Evidencian lo que digo, por ejemplo, el no uso de los radares franceses comprados para la interdicción área o la demora indefinida de una norma que autorice el derribo de avionetas que todos los días salen del país hacia los países vecinos.

El narcotráfico goza de muy buena salud, pese a que no existen carteles nacionales, los productores no tienen mayores obstáculos para surtir con la mercadería a una infinidad de compradores que vienen al país para realizar las respectivas compras y exportaciones con mucha protección desde las instituciones antidrogas. Por ejemplo Marset.

El nuevo gobierno debe tener una oferta elaborada con mucha precisión para tratar el tema de la hoja de coca, con una nueva estrategia antidrogas. Mediante diálogos con los cocaleros y conversatorios con expertos, es posible alcanzar este objetivo. 



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