Los alcaldes y gobernadores electos recibieron las credenciales que los acreditan como tales en las últimas horas y el gobierno vio así esfumarse la posibilidad de revertir o bloquear la ola opositora que se adueñó de las principales gobernaciones y municipios del país.
Aunque no necesariamente exista una relación directa entre fortalecimiento democrático y gestión municipal, las nuevas autoridades, sobre todo las que vienen del multifacético frente adverso al MAS o que expresan las preocupaciones de una parte de la población sobre la deriva autoritaria que podría seguir el gobierno, tendrán que jugar el doble papel de gestores de la cosa pública local de la mejor manera, pero también de guardianes de las libertades.
No en vano, la mayoría de los alcaldes electos en las principales capitales e incluso de los gobernadores, construyeron su liderazgo en el inesperado campo de batalla democrático en el que el MAS tuvo que lidiar por lo menos desde febrero del año 2016, cuando varios de los que están a punto de estrenar gestiones locales o regionales ocuparon espacios públicos de notoriedad en defensa del voto.
También dentro
del propio partido de gobierno, las voces que discreparon por la imposición de
candidaturas a dedo fueron las que prevalecieron en municipios como El Alto o
en otros donde los aspirantes “rebeldes” consiguieron victorias a costa de
quienes llegaban bendecidos por el jefe partidario.
El desafío de gobernar desde el ámbito sub-nacional con el viento en contra de
un gobierno adverso no es novedad en algunas ciudades y departamentos, donde
incluso se diseñaron planes y estrategias para descabezar a los movimientos de
oposición y se persiguió, encarceló y exilio a sus principales autoridades.
La experiencia de lo ocurrido en el pasado, especialmente en los primeros años del gobierno de Evo Morales, cuando se arremetió con alarde abusivo contra los departamentos de la denominada media luna, debe servir como ejemplo de lo que se puede evitar si las nuevas autoridades, contra quienes se quiera ejecutar este tipo de planes, permanecen alertas y transforman el respaldo ciudadano en las urnas en la fuente social de su gobernabilidad.
Para el gobierno será más difícil actuar como lo hizo en el pasado, aunque la persecución judicial de que han sido objeto algunas autoridades electas insinúe que las presiones puedan mantenerse hacia delante, ya sea por vía judicial o por un camino interno de desestabilización desde los concejos municipales y las asambleas departamentales.
La defensa de la democracia no concluye cuando se emite el voto. En realidad ese es el momento en el que comienza la responsabilidad ciudadana de vigilar que su decisión no sea ignorada en acciones posteriores, como ha ocurrido en muchas oportunidades en las que las gestiones de alcaldes y gobernadores, que no simpatizaban con el gobierno, han sido saboteadas o bloqueadas por el ejecutivo.
La inestabilidad en los gobiernos locales y sub-nacionales impacta directamente sobre la vida y el bienestar de los ciudadanos. Las obras que se demoran por falta de desembolsos oportunos o de rodeos interesados en el ámbito normativo, no golpean la credibilidad y la imagen de un alcalde o gobernador, sino la expectativa de la gente por vivir en mejores ciudades.
Las amenazas del gobierno y, en particular, del presidente Arce y el jefe del MAS, Evo Morales, que alertaban a la ciudadanía sobre la inconveniencia de votar a candidatos de oposición, no deben tomarse a la ligera, porque existen sobrados antecedentes de represalias que apuntaron en esa dirección.
Las nuevas autoridades, especialmente las de oposición, debutan con la credibilidad intacta y el respaldo esperanzado de la ciudadanía. Es importante moderar las expectativas, porque los cambios que se esperan con certeza no se darán de manera inmediata. La problemática de municipios y gobernaciones es compleja y amplia, mucho más si se considera que no tendrán una buena disposición gubernamental.
Por ello, una de las maneras de defender la estabilidad de los gobiernos municipales y departamentales que podrían ser asediados, será a través de la tolerancia y la paciencia para realizar una evaluación juiciosa y ponderada de los primeros meses de su gestión.
Hay que aprender
a discriminar también entre las críticas que se originan en el afán de
conspirar y la de aquellas que buscan aportar para que las cosas evolucionen en
el sentido correcto.
Varios de los municipios y gobernaciones más importantes y poblados del
país podrían convertirse en bastiones de
la defensa de las libertades democráticas, en ejemplo de respeto a las
discrepancias y eventualmente en referentes de acuerdos y consensos que
reflejen la voluntad de construir desde la diversidad.
Después de muchos años, el país ingresará en un largo período de “reposo” electoral, lo que podría contribuir, si el gobierno opta por un camino más sensato, a disminuir la crispación política y a generar mejores condiciones para enfrentar los desafíos económicos, sociales y de salud que preocupan prioritariamente a la gente.
Por ahora, la pluralidad que se advierte en el campo sub nacional es alentadora y ofrece un respiro en medio de los afanes que tienen algunos de imponer barbijos políticos a una democracia que resiste y se mantiene en pie. Queda al menos espacio para la esperanza.
Hernán Terrazas E. es periodista