El presidente Luis Arce sacrificó un peón para mantener su alfil en el tablero de la partida interna que se juega en el Movimiento al Socialismo, pero posiblemente no haya advertido que su adversario sumó un “caballo” disfrazado de peón para ocupar un espacio más cerca de la casilla del rey.
La salida de Freddy Bobaryn del viceministerio de Coordinación Gubernamental no es un hecho menor, por la relación de la ex autoridad con el vicepresidente David Choquehuanca, pero ciertamente no tiene la misma relevancia que la continuidad del ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, sobre quien pesa la enorme presión de Evo Morales y los cocaleros del Chapare. La primera impresión podría ser que se trata de una jugada estratégica de Arce: ceder para vencer. Pero hay más.
El pecado de Bobaryn fue haber criticado a quienes huyeron o se asilaron durante el gobierno de Jeanine Añez, un guante que calzó en el ánimo de Morales y de otros que, como él, dejaron rápidamente el país o tomaron el rumbo de alguna embajada en las primeras horas del gobierno de transición.
Se sabe que el ex mandatario es muy sensible a ese tipo de comentarios, pero hasta ahora no había conseguido que sus “berrinches” se reflejaran en una decisión concreta del presidente. En ese sentido se trata de la primera vez que Arce da su brazo a torcer, aunque obviamente con un funcionario de rango relativamente menor, pero para reemplazarlo con uno de mayor protagonismo.
La designación de Gustavo Torrico como viceministro de Coordinación Gubernamental tiene varias lecturas. Sin duda no es un militante más, ni un desconocido en las filas masistas. De larga trayectoria partidaria, la nueva autoridad es un jugador polémico, de mucho peso y experiencia, cuyo perfil contrasta con el estilo de un ministerio que hasta ahora había tenido un protagonismo más bien discreto, acorde con la sobriedad elegida por el presidente Arce y la prudencia de la propia ministra de la Presidencia, Maria Nela Prada.
Torrico fue activista del grupo los “satucos”, parlamentario y viceministro de Régimen Interior del Ministerio de Gobierno, durante la gestión de Carlos Romero, quien es representante de la “vieja guardia” del MAS y, se dice, uno de los leales a Evo Morales.
El nuevo viceministro de Gestión y Coordinación Gubernamental no es ajeno a la dinámica interna e histórica del partido y, por su experiencia de gestión en el gabinete en el área de seguridad, tampoco desconoce los vericuetos del manejo de la inteligencia del Estado y la relación con la Policía Nacional, lo que lo convierte en un actor fundamental para ejercer contrapeso con el ministro de Gobierno.
La policía, como otras instancias del Estado ha resentido la pugna interna en el MAS. Los leales a Morales filtran información comprometedora de los leales a Arce y éstos, a su vez, lo hacen con quienes fueron parte de la lucha contra el narcotráfico en tiempos del expresidente. El resultado es el descrédito y la crisis terminal de una institución que ha sido capturada por intereses mafiosos.
La guerra entre policías de uno y otro bando tiene que ver con la protección. Varios de los ex jefes de la lucha antidrogas están presos y sobre algunos - Maximiliano Dávila entre ellos – pesan incluso pedidos internacionales de extradición. Afuera se sabe más que adentro de los “deslices” policiales y, al parecer, la agencia antidroga estadounidense había comenzado a compartir información confidencial con algunas autoridades actuales, que generó alarma en las anteriores.
¿Evo Morales necesitaba que alguien de su confianza - Torrico– pudiera tener los ojos abiertos y los oídos atentos a todo lo que se dice internamente respecto a este tema? De ser así, Arce habría abierto las puertas de Palacio al Caballo de Troya que el ex presidente necesitaba para tener más información y ejercer un mayor control del poder desde fuera.
¿Cuáles son los hechos que sostienen esta interpretación? Para reemplazar a Bobaryn el presidente pudo haber optado por un dirigente o militante con experiencia político-parlamentaria, pero más cercano, de perfil más bajo y menor resistencia público-mediática.
Hasta ahora Arce no tuvo mayores problemas con sus colaboradores más próximos. Es más, a diferencia de lo que ocurría con Morales, nadie habla del “entorno presidencial” en el sentido crítico con que se hacía antes, al extremo que podría afirmarse que el mandatario no construyó una fortaleza impenetrable, acaso porque eso es más propio de la mentalidad de un político – siempre desconfiado y temeroso -, que de un técnico.
La aparición de Torrico en el escenario contradice esa lógica. Un político irrumpe en un escenario de aparentes “principiantes”, con una agenda más de partido que de gobierno, con atribuciones que le permiten seguir de cerca la agenda de otros ministerios, participar activamente de las reuniones de gabinete y hasta jugar de vocero si, como puede suceder, no comparte la disciplina interna.
En todo caso, los cambios en el ministerio de la Presidencia – el nuevo viceministro se rodeará de otros colaboradores – introducen un elemento que busca aportar al equilibrio en la correlación de fuerzas en pugna en el MAS.
El “caballo” disfrazado de peón de Morales ya es de la partida y es muy probable que sus movimientos tengan el objetivo de cruzarse en el camino del alfil presidencial. Ya se verá si el Rey deja que un intruso le genere desorden.
Hernán Terrazas es periodista y analista