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El Tejo | 26/04/2020

Pandemia sin líderes

Juan Cristóbal Soruco
Juan Cristóbal Soruco

Tenía el deseo de olvidarme del mundo del coronavirus y la política cotidiana del país. Más bien me antojaba referirme a la buena iniciativa de los periódicos de salir algunos días de la semana en forma impresa y cómo sus periodistas y personal administrativo se encargan de distribuir parte de sus ejemplares. También celebrar los 10 años de vida de Página Siete, leal competencia en el mundo de los impresos.

Pero no queda más que pensar qué hemos hecho para merecer tan nefasto destino cuando se conocen las nuevas imbecilidades proferidas por los presidentes estadounidense y brasilero, los cotidianos comentarios del Presidente fugado y sus allegados o cómo en Argentina funcionarios representantes de la corriente kirchnerista pagaron sobreprecios de hasta el 300% para comprar alimentos para los más necesitados; también presionan al Poder Judicial para cambiar por detención domiciliaria la sentencia de cárcel a condenados del gobierno de Cristina Kirchner.

En palabras del comunicador argentino Silvio Waisbord (“Filosofía y coronavirus. Los falsos profetas de la pospandemia"), la pandemia “desnuda el vacío de liderazgo y coordinación a nivel mundial” y “abre otra oportunidad para el cinismo de gobiernos que prefieren redoblar la apuesta por la ignorancia y la satanización de los críticos”, “deja ver el instinto autoritario de gobiernos que no dudan en aprovechar la crisis para concentrar el poder y perseguir a disidentes” y esto sucede cuando las “salidas de la pandemia, cualquiera sea su horizonte moral y visión social, demandan ideas, política y poder. No es una refundación o transformación brusca caída del cielo. Por el contrario, como muestran distintos estudios históricos sobre pos-epidemias, hay una continuación de tendencias anteriores y desvíos limitados impulsados por acciones particulares”.

Citando a Alain Touraine, quien dijo que lo “que más me impresiona ahora (…) es que hacía mucho tiempo que no sentía un vacío de imaginación responsable” Waisbord agrega que sin “ideas mi imaginación responsable y rigurosa es imposible pensar soluciones progresistas que permitan construir sociedades más equitativas y mejor preparadas para combatir epidemias y otros problemas”.

Finalmente, Waisbord insiste en que se “precisa pensamiento serio, fundado, flexible, imaginativo con perspectiva histórica y social. Ideas hechas, frases ostentosas y promesas superficiales devuelven el júbilo de la tribuna propia, pero no ayudan a enfrentar el desafío”.

Me duele pecar de pesimismo, pero creo que en el país y, en general, en la región, no encontramos condiciones para reflexionar en el sentido que nos plantea Waisbord y polemizamos, discutimos sobre ideas recurrentes con una agravante peligrosa: todos nos creemos portadores de la verdad, y la única verdad es que, valga la repetición, nos llenamos de “ideas hechas, frases ostentosas y promesas superficiales devuelven el júbilo de la tribuna propia, pero no ayudan a enfrentar el desafío”.

Si a lo anterior agregamos los mezquinos intereses de corto plazo de la mayoría de los actores políticos que tratan de conseguir tajada en esta o la siguiente administración o descalifican posiciones sensatas que podrían animar el debate reflexivo, no podemos menos que sentir un profundo temor por el futuro.

Sin embargo, hay que aminorar ese pesimismo y recordar que el país ha salido de situaciones muy difíciles al encontrar, al llegar al borde del precipicio, fuerzas para detenernos, virar y con visión de futuro emprender nuevos caminos hacia un horizonte más esperanzador.

Este forzado entusiasmo, empero, no puede opacar la angustia que provoca la ausencia en el planeta de liderazgos con capacidad de convocatoria y de proponer rutas que al mismo tiempo que permitan enfrentar adecuadamente al coronavirus, ayuden a fortalecer los avances democráticos que ha dado la humanidad, salvo contadas excepciones (que en su mayoría son mujeres) que lamentablemente no tienen interlocución con sus supuestos poderosos pares.

Pero, es lo que sucede y en ese clima debemos caminar…

Juan Cristóbal Soruco es periodista.



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