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Columna Abierta | 10/09/2025

Otra vez sobre la relación entre ética y política

Carlos Derpic
Carlos Derpic

Hace un par de años hablábamos sobre la difícil (pero no imposible) relación entre ética y política haciendo referencia anónima a infinidad de casos de inmoralidad de autoridades de gobierno y resaltando ejemplos de honestidad de varios políticos (Miguel Urioste, Luis Fernández, Eduardo Bracamonte y Alfonso Ferrufino, que no son los únicos, felizmente) que vincularon, a lo largo de sus vidas, ambos ámbitos.

Hoy la realidad vuelve a recordarnos que el bien y el mal coexisten y coexistirán a lo largo del tiempo; que el homo sapiens es también homo demens y que la inmoralidad y la falta de escrúpulos anidan en los seres humanos, sobre todo en algunos, independientemente de su condición social, su formación, su militancia política y su fe religiosa (si es que la tienen); y lo hace de la peor manera posible.

Sí, nos estamos refiriendo a la denuncia que ha presentado una mujer joven, abogada, en contra del presidente del Estado Plurinacional de Bolivia (el “comunista”, según se autocalificó en varias ocasiones), por haberla embarazado. Dice la denuncia que, cuando la mujer hizo conocer la situación al Presidente, éste insinuó la posibilidad de que el nuevo ser fuera abortado y que, al no conseguir este propósito, puso en duda su paternidad para, finalmente, hacer caso omiso de sus obligaciones. (Habría dicho que para algo hay el SUS), lo que obligó a la mujer a la presentación de la denuncia de marras.

La situación se complejiza más porque, según se dice en redes sociales, la madre abandonada sería (o habría sido) novia de uno de los hijos del Presidente.

¡Tremendo, por donde se lo mire! Pero no único.

Hace varios años, un férreo opositor al MAS fue condenado a 20 años de presidio por violar a su propia hija. Se decía de él que le había “quitado” la esposa a su hijo.

El expresidente del Estado Plurinacional de Bolivia, autoproclamado “líder espiritual de los indígenas del mundo” y ensalzado hasta el hartazgo por sus adulones, como “parecido a Jesucristo”, como una figura que nace cada 500 años y cosas semejantes, tiene mandamiento de aprehensión por un caso de estupro y trata de persona menor que se ventila en Tarija, a raíz del cual se mantiene autoencarcelado en el trópico cochabambino, fuertemente custodiado por mercenarios extranjeros y cocaleros, según se dice. Y no son las únicas denuncias en su contra, pues es un secreto a voces de que se trata de un pedófilo, si no un pederasta.

En el pasado ya algo lejano, un expresidente militar era un infiel consumado y se cuenta que, en una ocasión, cuando regresó a La Paz trayendo consigo a una bella mujer, al ver que lo esperaba su esposa en el aeropuerto, zafó del aprieto endilgando a la hermosa que bajó del avión con él a su edecán, del cual –dijo– era supuestamente “su ñata”.

Otro expresidente militar tuvo un hijo extramatrimonial, pese a que se jactaba de ser representante de la “civilización occidental y cristiana” y católico militante.

Dicen que el poder no cambia a las personas, sino que las muestra como realmente son.

Ahora bien, la denunciante del abandono es una persona que tampoco tiene escrúpulos. En 2021 fue nombrada Directora Nacional de la Autoridad Jurisdiccional Administrativa Minera (AJAM) sin reunir los requisitos para ocupar el cargo y cometió en el ejercicio de sus funciones infinidad de abusos. Como el procesamiento penal a un periodista que supuestamente hacia memes en su contra, y el encarcelamiento de un joven abogado inocente, que “osó” comentar su falta de idoneidad para el ejercicio del cargo, amén de los negociados en que incurrió en la concesión de áreas de explotación minera, a lo que se dedicaba, porque en esa época, supuestamente, era novia de uno de los hijos del presidente del Estado Plurinacional de Bolivia.

También se ve, en este caso, que el ejercicio del poder permitió conocer a esta persona como lo que realmente es: una inescrupulosa que no para mientes en causar daño a propios y ajenos con tal de enriquecerse prontamente.

Total que, una vez más, la realidad y la revisión de la historia nos permiten conocer que los que encabezan “revoluciones restauradoras”, los que se autoproclaman salvadores de la patria del comunismo internacional, los que encabezan supuestos “procesos de cambio” y “revoluciones democrático culturales” y los pseudo padres de un pretendido “modelo económico social comunitario productivo” (en realidad modelo capitalista de Estado, simple y llanamente) son tan humanos como los demás seres que viven en Bolivia; pero, eso sí, bastante más inescrupulosos, inmorales y carentes de ética que muchos bolivianos y bolivianas que, día a día, trabajan para ganarse honradamente el pan de cada día y que cuando acceden al poder, lo hacen para servir al prójimo y no para aprovecharse de él.

Carlos Derpic es abogado.



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