En momentos en que las noticias del país hacen que la depresión tome cuerpo y nos invadan tentaciones malsanas de todo tipo, lo mejor que se puede hacer es observar lo que está sucediendo en Argentina porque, si nos comparamos, no estamos tan mal.
Tienen una vicepresidenta ladrona, Cristina Fernández de Kirchner, a la que un importante segmento de su población idolatra. Y cuando escribo ladrona es porque ya ha sido sentenciada en uno de los varios procesos que por corrupción le han incoado y de los que en muchos se la está salvando de muy mala y vergonzosa manera con el apoyo de algunos de sus vasallos con “amiguis” en la administración judicial y la inacción de las instituciones de ese país.
Tienen un Presidente, Alberto Fernández, que ha perdido toda legitimidad y que sólo sigue ahí por apariencias. Imagínense, alrededor de la mitad de su gabinete no le responde a él sino a la Vice; dos de sus ministros y un embajador quieren terciar en las elecciones generales que este año se realizarán, por tanto, no están para para recibir sus instrucciones, pues tienen vuelo propio, en sintonía con la Vice...
Entonces, el Presidente, que fue impuesto por su ahora Vice y con quien hace marras ni se saluda (ésta solo le envía ukases a través de sus favoritos que son también ministros y huay que no cumpla) se dedica a hablar, hablar y hablar, o a cantar (las guitarreadas son su mejor pasatiempo) y de rato en rato a viajar seguramente porque es en el exterior donde todavía se lo trata como Primer Mandatario, lo que debe agradarle mucho.
A propósito, el jueves 1 de junio, llegó a Bolivia para, con su colega Luis Arce, inaugurar la Interconexión Eléctrica “Juana Azurduy de Padilla”, que, como dijo Arce, “más allá de la inversión lo importante es consolidar esta hermandad, esta amistad, esta integración de dos países hermanos, como nuestra República Argentina y el Estado Plurinacional de Bolivia”. En retribución, Fernández no sólo destacó el trabajo realizado y repitió la retórica de la hermandad, sino que se refirió impertinentemente a los sucesos de octubre-noviembre de 2019.
En todo caso, se nota que tienen lazos sentimentales fuertes, seguramente a partir del hecho de que ambos fueron impuestos por sus mentor/a y ahora lo/la aborrecen; adhieren a la corriente del socialismo del Siglo XXI, Fernández a través del Grupo de Puebla, Arce de la ALBA, y, por ello, tienen un libreto común de percepción de la realidad, y muestran poco conocimiento de la historia de las relaciones entre ambos países.
Volviendo a la Argentina, me causa entre gracia y furia que sus políticos, periodistas, analistas, nunca tengan a Bolivia como referencia. Más bien tienen una tendencia subestimarnos. De hecho, la visita de Fernández al país no ocupó ningún lugar destacado en su prensa… pero ése es su problema.
Además, Argentina ha ingresado en una espiral inflacionaria al parecer incontrolable y la oposición al gobierno anda a las patadas pese a que, por un lado, tiene una gran posibilidad de ganar en las próximas elecciones generales e ingresar al gobierno y, por el otro, ha aparecido un irracional “out sider”, que, al estilo Trump, Bolsonaro, Bukele y otros ejemplares del populismo de derecha, podría darles un buen susto electoral.
En fin, para paliar nuestras depresiones, de rato en rato vean lo que sucede en Argentina sin avergonzarnos de aquello de que “mal de muchos, consuelo de tontos…