Como no faltan problemas, el ministro de Gobierno sacó de debajo de la manga, seguramente con el deseo de distraer la atención ciudadana, la denuncia de un intento de magnicidio orquestado por el que fuera ministro de Defensa de la presidenta constitucional Jeanine Áñez, para asesinar el 2020 al entonces recientemente electo presidente Luis Arce Catacora. Para el efecto, el ex dignatario se habría reunido nada menos que con alguno de los sicarios que hace unos meses asesinó al presidente haitiano…
Felizmente, la denuncia sólo provocó hilaridad y ninguno de los medios, salvo los afines al gobierno, se hizo eco de semejante denuncia. Se trata de una reacción profesional que no pueden entender las autoridades de gobierno que seguramente creyeron que se trataba de una “bomba informativa”.
Es que, al parecer, no saben de lo que hablan cuando se refieren a magnicidio. Partamos del diccionario de la Real Academia. Magnicidio es “Muerte violenta dada a persona muy importante por su cargo o poder”. No se trata, pues, de una cuestión baladí.
De hecho, en la región no pasan de 10 magnicidios desde la década de los 50 del siglo pasado. Lo que sí ha habido son denuncias de intentos de magnicidio (muy similares a la difundida por el ministro de Gobierno). Por ejemplo, se dice que Cuba denunció 638 intentos en contra de Fidel Castro; en Venezuela, las agencias de inteligencia denunciaron (y denuncian) a troche y moche intentos de asesinato contra Hugo Chávez y Nicolás Maduro. El ecuatoriano Rafael Correa incluso acusó a la Policía de su país de intentar matarlo…
La seguridad de los gobiernos democráticos no hace denuncias de este calibre, seguramente porque saben que un magnicidio, cuando es realmente planificado, se ejecuta sin preaviso. Lo demás, aparentemente, son cuentos.
Pero, supongamos que la denuncia del gobierno tiene alguna base de verdad y pensemos, cual Agatha Christie, a quien beneficiaría asesinar al Presidente del Estado en 2020. El primero que se me ocurre es David Choquehuanca, que sabiendo que buena parte de los votos que el MAS obtuvo en las elecciones de octubre de ese año eran por él, asumía la Presidencia que le negó el ex presidente fugado… También al propio Arce, que de candidato vicario pasaba a ser víctima propiciatoria e histórica y, de esa manera, cumplía la permanente repetición de una frase del asesinado dirigente político Marcelo Quiroga Santa Cruz, a quien cita regularmente como Tuto Quiroga, en sus tiempos, citaba a John F. Kennedy.
También aquellos dirigentes del MAS y ex colaboradores de Morales que si bien no se beneficiarían del magnicidio de la denuncia gubernamental, en muchas oportunidades expresaron sus antipatías profundas en contra de Arce, al que peyorizaban como el “cajero” del régimen y a los que la decisión del presidente fugado de convertirlo en candidato molestó abiertamente por presumir, talvez correctamente, que no estaba capacitado para cumplir esa función y que su nominación sólo respondía a la cada vez más explícita ambición de Morales de retornar a la conducción del gobierno.
Esta denuncia de intento de magnicidio, pues, se ha convertido en una metida de pata más de las autoridades, como la de querer transformar una sentencia constitucional en prueba de que no hubo sucesión constitucional en 2019 o el también hilarante informe del Procurador del Estado sobre un sui generis conteo de actas de las anuladas elecciones de 2019, por citar sólo los actos más llamativos en esta semana.
En fin, parafraseando a Augusto Céspedes, podríamos concluir afirmando que los actuales dignatarios del Estado han puesto al servicio del Presidente vicario y del ex fugado, toda su incapacidad…
Juan Cristóbal Soruco es periodista