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Intensamente | 14/06/2024

Los regímenes populistas, ¿mueren de inmediato?

Carlos Hugo Laruta
Carlos Hugo Laruta

No. Los populismos como parte de la realidad sociopolítica no mueren. En realidad, se agotan, como las baterías. Y. como estas, pueden recargarse y en ciertas condiciones, renacer después de algún tiempo.

A qué llamamos “régimen populista”.

Un régimen es un sistema de poder y de Gobierno del Estado. En Bolivia, los regímenes populistas tienen algunas características centrales que es bueno señalar:

1) Una gran capacidad hegemónica o de convencimiento de masas que se expresa en la unificación de enormes segmentos sociales bajo distintos nombres (alianza de clases, Pacto de Unidad, etc.),

2) Caudillismos autoritarios o predemocráticos (Paz Estenssoro-Lechín-Siles, Torres, Evo-Arce),

3) Ideologías y discursos pragmáticos y enredados, con propuestas radicales que acaban en medidas solo desarrollistas (la famosa “industrialización” que no se consiguió con empresas públicas y sí con emprendimientos privados),

3) Acciones de distinto tipo (incluida la violencia política y armada) para lograr, con varios grados de éxito, cambios fuertes en las élites gobernantes previas,

4) Uso y abuso del Gobierno solo como instrumento de sus propios fines parciales (gobernar para el “pueblo” y no para todos los ciudadanos),

5) Relaciones de amor-odio con la democracia, pues, aunque el populismo pueda expresar demandas democráticas de inclusión y participación política y de justicia socioeconómica, avanzaba algo en la institucionalización del Estado, pero el mismo régimen se encarga de desmontar y dañar lo avanzado.

Desde este enfoque, los regímenes populistas más próximos en la historia boliviana son tres: 1) El primer gobierno del MNR-COB (1952-1964), 2) El brevísimo periodo de Torres (octubre 1970-agosto 1971), y 3) El largo periodo del gobierno del MAS (2006-2024). En todos ellos, el “pueblo” (los más desposeídos, los pobres, las clases subalternas, los indígenas, lo “nacional popular”, etc.) fueron el centro de las acciones políticas y de sus beneficios.

El primer ciclo tuvo una agonía de casi 30 años.

El régimen populista del MNR-COB (1952-1964), no murió en noviembre de 1964, y algunas de sus características centrales (de entre las señaladas líneas arriba), desde luego incluidos sus caudillos, volvieron a aparecer en 1970-71 con el lechinismo izquierdista de la COB que se alió con Torres y Paz Estenssoro con Hugo Banzer, y luego en 1982-1985 cuando fue claramente visible con Hernán Siles en los inicios de la democracia ciudadana contemporánea. Es decir, el populismo movimientista del MNR-COB no murió el 64 y tuvo una agonía larga de más de 30 años antes de agotarse definitivamente.

El cortísimo populismo militar-civil tuvo un final abrupto.

La brevísima primavera populista militar-civil (octubre de 1970 y agosto de 1971), se expresa nítidamente en la enorme marcha a la cabeza del general Torres (comandante de la FAB) y Lechín (Secretario Ejecutivo de la poderosa COB) que bajan juntos caminando de la Ceja de El Alto acompañados de fabriles, mineros, maestros y soldados de la FAB con sus gorras volteadas hacia atrás, vívida imagen de un proceso que se quedó casi solo en pretensión populista en sus 11 meses de existencia. Se visibilizaron aquí, sin embargo, varias características del populismo señaladas al inicio, pero este proceso tuvo un desenlace más militar que social por las condiciones propias de ese momento, lo que marcó en definitiva un final abrupto de este tipo de populismo en la historia boliviana del siglo XX. 

¿Cómo sería la agonía del populista MAS?

El régimen populista del MAS emergió poderoso a inicios del siglo XXI, vivió su auge con Evo Morales hasta su huida en noviembre 2019, y al parecer está ingresando en su declive en este 2024 (crisis del esquema hegemónico de articulación de sectores sociales y crisis de su modelo de desarrollo basado en la plata del gas). Por ello, sería interesante atisbar cuales podrían ser las características de su agonía que, según la marca del momento de su salida, podría ser más corta o más larga.

La gran capacidad de convencimiento de masas que tuvo el MAS se va erosionando rápidamente, aunque no se ha perdido del todo y las fisuras y rupturas del Pacto de Unidad son muestra de ello. Luego, Arce Catacora no termina de cuajar como caudillo sustituto, aunque mantiene su fuerte carácter autoritario en la conducción del proceso. Su ideología y discurso buscan renovarse con el eje neodesarrollista de industrialización del litio y otros, aunque las acusaciones de corrupción y un gran número de empresas públicas no rentables ya muestran sus claros límites. Fue capaz al inicio, 2006, de expresar el afán de recambio de elites, aunque ahora ellos mismos están gobernando por casi dos décadas y ya no es posible echar culpas a los anteriores (Arce fue el cajero de Evo). El MAS mantiene el uso y abuso del Gobierno solo para lo que llaman “pueblo” y no para todos los ciudadanos. Y finalmente, Arce ha terminado de decidir su rechazo a la democracia y se debilitó en su capacidad de expresar demandas de inclusión y justicia social.

Desde este análisis, no es claro aún, sin embargo, ver si el MAS podría tener una agonía larga o corta y si habrá más violencia en su salida como dije en mi anterior artículo de Brújula digital.

https://www.brujuladigital.net/opinion/la-violencia-en-los-finales-de-regimenes-populistas-

Hay que esperar unos meses para ver la marca definitiva de salida de su Gobierno, lo que indicará las características de su agonía en la fase de transición hacia su agotamiento como el mayor régimen populista en Bolivia en lo vivido hasta ahora del siglo XXI.

Carlos Hugo Laruta, sociólogo, es docente investigador de la UMSA.




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