La revista The Economist, ya en su edición del 18 de abril de 2023, al referirse a nuestra situación económica tenía el subtitular “sin gas y sin buenas ideas”. Es evidente que estamos llegando al límite de nuestra producción y exportaciones de gas, pero ¿carecemos de buenas ideas? No se puede dar una respuesta sin ambigüedad a esa pregunta. Todo parece indicar que el gobierno no tiene idea, ni buena ni mala, de cómo manejar la crisis. En cambio, la oposición, los tan vilipendiados analistas y opinadores, tienen propuestas que han de tomarse en cuenta. Poco a poco estas propuestas van convergiendo a un menú de políticas sensatas.
Puede ser útil retrotraernos en el tiempo y recordar el gran papel de laboratorio de ideas (think tank) que tuvo el Instituto Latinoamericano de Investigación Social (ILDIS), dependiente de la Fundación Friederich Ebert, ligado a la socialdemocracia alemana. En el Foro Económico del ILDIS se discutieron los alcances y las limitaciones del famoso decreto de estabilización DS 21060. En las reuniones de los sábados, con el paraguas del ILDIS, participaban representantes de todo el espectro político, proponentes del DS21060 y detractores. La característica común era la de la buena fe de todos los participantes. Todos estaban interesados en buscar soluciones para la terrible crisis de ese tiempo.
Se ha de destacar el liderazgo del director del ILDIS, Heidulf Schmidt y su capacidad de convocatoria. También se ha de subrayar el trabajo de Carlos Toranzo, quien elaboraba resúmenes muy competentes de las discusiones y se encargaba de su publicación. Esos documentos de trabajo tenían una gran llegada al público.
Aunque hay muchas discusiones acerca de la paternidad del DS 21060, a mí no me cabe duda que el verdadero padre fue el entonces ministro Gonzalo Sánchez de Lozada (Goni). Conocí a Goni recién en las reuniones del ILDIS y siempre quedaba impresionado por su apertura democrática, por su gran conocimiento de los temas y, a veces, por su testarudez. Goni escuchaba con atención a todos, no como capellán de boy scouts, sino que participaba animadamente en las controversias. Luego de consolidada la estabilización, el ILDIS (la FES) fue perdiendo relevancia, sin desconocer algunos valiosos pero esporádicos esfuerzos para resucitarlo. Le faltó un liderazgo como el de Heidulf Schmidt.
Sé que algunos bancos multilaterales de desarrollo han estado convocando a distinguidos economistas extranjeros, con experiencia en la función pública y con impecables credenciales académicas, para discutir nuestra problemática actual. Por otra parte, desde 1985 ha corrido mucha agua bajo los puentes y se ha desarrollado en el país una gran capacidad de análisis. Si bien los aportes de economistas extranjeros son bienvenidos, la carga del trabajo es nuestra. Con poco apoyo internacional, economistas nacionales se han estado reuniendo para proponer soluciones. Han estado participando también vigorosamente en los medios de comunicación.
Si bien el país está mejor preparado intelectual y técnicamente que en 1985, hay empero menor voluntad de concertación, lo que no contribuye al propósito de lograr la ansiada estabilización. No faltan buenas sugerencias de los laboratorios de ideas. El obstáculo principal para plasmar esas ideas en realidades es político, ya que ellas necesitan un consenso de la población, similar al que se llegó en 1985.
Está claro que el país necesita acuerdos políticos mínimos para salir de la difícil coyuntura actual. Los cínicos dirán que se llegó a domar a la oposición política al DS 21060, porque la situación estaba completamente deteriorada, lo que no es el caso actual, aunque sólo sería una cuestión de tiempo.
La recordada Margaret Anstee, gran amiga de Bolivia y funcionaria de las Naciones Unidas en nuestro país en su juventud, decía que los bolivianos somos expertos en “brinkmanship”, correr hasta el borde del abismo, pero pararnos antes de caer. Los laboratorios de ideas tienen que volcar su capacidad analítica a precisar lo que hay que hacer políticamente, para frenar a kilómetros de distancia del abismo.
Juan Antonio Morales es PhD en economía.