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Ortodoxias y heterodoxias | 26/08/2025

Liberales, libertarios y MAGAs

Juan Antonio Morales
Juan Antonio Morales

En una entrevista televisiva, hace algunos meses, Amparo Ballivián, que conoce bien a los liberales clásicos, los arrinconó a los entrevistadores libertarios. Les hizo revelar que no conocían el pensamiento liberal.

El liberalismo no es solamente recortar el tamaño del Estado a su mínima expresión. Como decía un querido amigo libertario que ya no está en este valle de lágrimas: había que ponerle un candado al palacio de gobierno y a todas las instituciones estatales.

Más contemporáneamente, los libertarios se muestran adeptos de la motosierra de Milei, que ya debe estar algo motosa. Yo no los he escuchado a nuestros libertarios efectuar una defensa del libre comercio entre las naciones, que es un principio básico del liberalismo económico. Para ser justos, un exponente libertario criollo propuso dinamitar la Aduana, lo que podía interpretarse como un apoyo al libre comercio.

Los libertarios no son seguidores de los liberales clásicos sino de F. Von Hayek y de la novelista ruso-americana Ayn Rand que escribió un libro con el extraño título de La virtud del egoísmo. Los libros de Ayn Rand son lectura de cabecera de Milei.

En otra entrevista, un destacado libertario negaba la justicia social con el argumento de que no estaba legislada y que no existían tribunales de justicia para hacerla cumplir. Ignoraba que en el país, desde la Constitución de 1938 y en todas las que la siguieron, se introdujeron elementos de justicia social.

Es cierto que muchas de esas disposiciones se quedaron en aspiraciones más que en hechos, pero aún así fueron guías para la política económica y social.

Los libertarios se han arrimado a las políticas de Trump y se han convertido en fervientes MAGAs (Make America Great Again). Trump y sus MAGAs son todo lo contrario del liberalismo. Sus aranceles frenan el libre comercio. Son además nativistas y xenófobos, lo que ciertamente no eran los liberales clásicos. Los libertarios se han estado también saliendo de las organizaciones de cooperación internacional, como la Organización Mundial de la Salud, pensando ingenuamente que se les puede cerrar las fronteras a los microbios.

Nuestros libertarios proponen una amplia descentralización de la educación mediante “vouchers” (bonos). Si bien los vouchers, financiados por el Estado permitirían a los padres de familia escoger la escuela en la que inscribirán a sus niños, creando competencia entre las escuelas, lo que en principio mejoraría su calidad, algo que no está fehacientemente comprobado.

Hasta principios del siglo pasado la educación pública estaba en manos de las municipalidades y de las parroquias. El presidente Ismael Montes, liberal por antonomasia, creó, en 1906, el Ministerio de Instrucción Pública con tuición sobre todas las escuelas. De facto, se las estaba centralizando.

Siguiendo las recomendaciones de la Misión Rouma, Montes estableció la Escuela Normal de Maestros en Sucre, en 1909, un puntal de la educación fiscal, con lo que la educación dio un salto cualitativo sin necesidad de vouchers.

 La educación fiscal declinó desde la segunda mitad del siglo pasado por varios factores que merecen otro artículo.

Un principio liberal clásico, actualizado y elegantemente formulado por K. Arrow y G. Debreu, es el de la optimalidad en la asignación de recursos del sistema de precios en mercados libres y descentralizados. Es lo que se llama el Teorema Fundamental del Capitalismo. Arrow y Debreu, como lo recuerda R. Hausman (Project Syndicate, 31-07-2025), no ignoraban empero que hay mercados imperfectos e incompletos, en los que necesariamente tiene que intervenir el Estado.

Los libertarios y afines quieren cerrar el BCB y sustituir la moneda nacional con dólares y criptomonedas. Es cierto que mediante disposiciones leguleyas los gobiernos del MAS suspendieron la aplicación de los cruciales artículos 22 y 23 de la ley del BCB, que les ataban las manos en la concesión de créditos al Gobierno y a las empresas públicas.

Pero no se concluye de esa deplorable práctica que se tenga que hacer desaparecer una organización esencial como el BCB. Podríamos lamentar no tenerla, si se nos presentaran shocks exógenos.

Juan Antonio Morales es PhD en economía y fue presidente del Banco Central de Bolivia.



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