Las imágenes de Gaza que traen las
televisiones internacionales son espeluznantes. Las ciudades gazatíes
completamente destruidas por los bombardeos israelíes, más de 34.000 muertos
según el Ministerio de Salud de Gaza, siendo casi todos civiles, incluyendo a
muchos niños. Sin misericordia alguna, los israelíes atacan a hospitales, lo
que está prohibido por el derecho internacional, y a vehículos que transportan
ayuda alimentaria.
La opinión pública mundial condenó duramente el ataque de Hamás a ciudadanos israelíes el 7 de octubre de 2023. Fue un ataque de una rara crueldad, afectando a civiles, entre ellos niños y ancianos. La toma de rehenes es inaceptable. Le asistía la razón a Israel en castigar a los culpables de esta salvajada, pero su respuesta es completamente desproporcionada.
Durante años se consideraba a los servicios de inteligencia de Israel como los mejores del mundo. Si bien los servicios de inteligencia israelíes no estuvieron a la altura el 7 de octubre, se esperaría ahora que ellos localizaran a los que cometieron las atrocidades. No lo han estado haciendo y el castigo indiscriminado infligido a Gaza afecta sobre todo a la población civil.
Más aún, se está condenando a morir de hambre a los palestinos de Gaza. Es conmovedor ver las disputas de gente desesperada por un poco de comida. Ver a los niños, con grandes ojos, anticipando la posibilidad de obtener algún alimento, rompe el corazón. Se deja pasar con cuentagotas a los camiones que llevan alimento y se ataca a civiles, algunos no palestinos, que vienen en ayuda, como sucedió con los cooperantes de la ONG World Central Kitchen o con Médicos Sin Fronteras.
El Gobierno de Netanyahu también agredió a la UNRWA (Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina) acusándola de que cobijaba a combatientes de Hamás y de que ayudaba a esa organización terrorista. Esta difamación hizo que muchos donantes incautos suspendieran su ayuda. Una comisión independiente presidida por la señora Catherine Colonna, exministra de Asuntos Exteriores de Francia, llegó a la conclusión de que el Gobierno israelí no pudo probar ninguna de sus acusaciones. En los últimos días se ha descubierto fosas comunes en los hospitales. Esto ha causado gran alarma, pero se espera contar con los resultados de una comisión independiente antes de lanzar acusaciones.
El Gobierno de Netanyahu se abanica en las resoluciones de las distintas agencias de las Naciones Unidas. No les presta importancia alguna y no se compadece del sufrimiento de poblaciones civiles, en su obsesión de erradicar a Hamás. Tampoco parece importarle la suerte de los rehenes que Hamás tomó el 7 de octubre del año pasado.
Las Fuerzas de Defensa Israelí, que gozaban de importante prestigio y que tenían la aureola de un gran profesionalismo, han estado perdiendo su reputación incurriendo en actos más propios de bandas de forajidos que de combatientes bien entrenados. Hasta ahora no pueden ostentar grandes victorias en Gaza.
Israel, antes del ataque iraní, se estaba viendo de más en más aislado, pero la embestida persa fue un regalo a Netanyahu, según algunos comentaristas internacionales. Hizo que los países que se le habían distanciado le mostraran de nuevo su solidaridad. Entre estos países solidarios con Israel, después del ataque iraní, estaban no sólo países occidentales sino también algunos árabes.
La ofensiva iraní distrajo por algunos días a la opinión mundial de la atención puesta en Gaza. Ella ha vuelto con fuerza en las últimas dos semanas, sobre todo en Estados Unidos, con manifestaciones numerosas de estudiantes universitarios protestando por las acciones brutales de Israel y apoyando a Palestina. Pareciera que se está reeditando en los campus universitarios lo que pasaba durante la guerra de Vietnam y la lucha por los derechos civiles. La acusación de que los manifestantes lo están haciendo por antisemitismo no tiene mayor asidero.
Hay también una oposición interna considerable a Netanyahu, porque lo que está haciendo en Gaza no va a hacer liberar a los rehenes ni hacer ganar en seguridad a Israel. Será más bien fuente de un gran resentimiento, que durará generaciones.