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Política | 03/12/2025   02:20

|OPINIÓN|La disonancia cognitiva en nuestra relación con Chile|Carlos Guevara|

Penosamente, lo que probablemente sucederá es que no se llegue a concretar una relación normal de vecinos y se frustre nuevamente la reivindicación marítima, mientras se siga afirmando que nunca renunciaremos a ella.

El presidente de Bolivia, Rodrigo Paz, durante su posesión el 8 de noviembre de 2025. Foto ABI. Archivo.
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Brújula Digital|02|12|2025

Carlos Guevara 

En el acto por la efeméride del Beni del 18 de noviembre, Rodrigo Paz declaró: “Tenemos que cambiar nuestra relación con Chile. Es irrenunciable nuestra lucha por nuestro mar, sí, pero….tenemos que dar de comer a nuestra gente…”

Paz plantea un falso dilema: o nos ocupamos de nuestra reivindicación marítima o de arreglar nuestra maltrecha economía; falso porque lo uno no excluye lo otro. Luego resuelve ese falso dilema en favor de arreglar la economía al declarar que hay que “dar de comer a nuestra gente”, refiriéndose, indirecta y melodramáticamente, al ineludible plan de estabilización que, irónicamente, podría dar de comer menos a la gente a corto plazo.

Pero lo más importante de estas declaraciones es la aseveración de que se tiene que cambiar, o sea mejorar, nuestra relación con Chile. Paz usa la necesidad de implementar un plan de rescate de la economía como excusa para mejorarla, pero sólo se la puede mejorar si desistimos en nuestra demanda marítima, ya que insistir en ella significaría antagonizar a Chile. 

Contradictoriamente, Paz afirma que nuestra lucha por el mar es irrenunciable. Sin embargo, más parece que sólo lo dice para que no se critique el abandono de nuestra reivindicación marítima. Al final, la impresión que dejan las declaraciones de Paz es que no tiene una intención seria y decidida de intentar lograr una salida soberana al mar.Cabe preguntar ¿a qué santo, por qué es que debemos amistarnos con Chile mientras no obtengamos una salida soberana al mar?

Si bien el éxito del plan de estabilización económico no depende de una buena relación con Chile, una estrategia para recuperar el mar sí excluye reestablecer relaciones normales con ese país.

Existe una corriente de opinión, acentuada por el fracaso del juicio en La Haya, que cree que hay que lograr un acercamiento en todo orden con Chile, empezando por, o hasta llegar a, reestablecer relaciones diplomáticas, y de ese modo volver a tener relaciones cordiales como lo tenemos con otros países limítrofes.

Si bien una parte de los que comparten esa posición admiten, racionalmente, que ésta significa que deberíamos olvidarnos de obtener una salida soberana al mar, otra parte de la misma afirma que de todos modos se debe seguir insistiendo en recobrar el mar. 

En ese caso ¿cómo se lo lograría? Sin decirlo explícitamente, lo que dan a entender es que, dado suficiente tiempo y amistad de por medio, la generosidad de un pueblo hermano daría lugar a que Chile eventualmente nos ceda territorio con una salida al mar.

Esa expectativa no es un plan, es un mero deseo sin ningún sustento, o sea, una vana ilusión. Los países no tienen amigos, tienen intereses, y Chile no tiene interés en devolvernos una salida soberana al mar.

A juzgar por sus declaraciones en Trinidad, hasta se podría pensar que Paz comparte, consciente o inconscientemente, una versión de esa visión, aunque lo más probable es que simplemente no tenga un plan para intentar obtener una salida soberana al mar, y al tener problemas más urgentes, especialmente la emergencia económica, los use para aplazar indefinidamente nuestro reclamo marítimo. 

Porque, ¿qué significa “es irrenunciable nuestra lucha por nuestro mar”? Nada, si no hay un plan, un esquema, una ruta que establezca las iniciativas y acciones que apunten a dar como resultado una salida soberana al mar.

Es obvio, sin embargo, se lo debe recalcar. No es posible implementar una política exterior orientada a lograr una salida soberana al mar que cuente con un plan accionable, estrategia y medios para lograrlo, y, al mismo tiempo, mejorar nuestra relación con Chile, porque un esfuerzo serio y realista para recobrar nuestra salida al mar naturalmente significaría elevar nuestro conflicto con ese país a niveles mucho más intensos.

Sostener dos tesis contradictorias entre sí al mismo tiempo, como con nuestra demanda marítima, significa que se tiene un caso de libro de disonancia cognitiva.

Esa es la trampa en la que el gobierno, al menos a juzgar por las declaraciones de Paz, al igual que otros gobiernos en el pasado y algunos analistas, cae. 

¿Cómo resuelve Paz esta disonancia cognitiva? Enfrentado con la contradicción de intentar, supuestamente, lograr una salida al mar al declarar que nuestra lucha por el mar es irrenunciable, y al mismo tiempo pretender mejorar relaciones con Chile, justifica priorizar lo segundo manifestando que primero hay que solucionar nuestra problemática económica. 

Por ahora, y mientras no se diseñe una política exterior seria que tenga directrices para la acción en cuanto a nuestra reivindicación marítima, estamos condenados a sufrir más de lo mismo: el statu quo de la protesta estéril, inservible e ineficaz, especialmente cada vez que llegamos nuevamente al 23 de marzo, logrando que la frustración crezca a tal punto que devenga en resignación a nuestra condición de país sin acceso soberano al mar, siendo así que nacimos con esa cualidad.

Penosamente, lo que probablemente sucederá es que no se llegue a concretar una relación normal de vecinos y se frustre nuevamente la reivindicación marítima, mientras se siga afirmando que nunca renunciaremos a ella, asegurándonos de ese modo que siempre lo haremos sin ningún resultado.






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