En un año particularmente difícil, la Cámara del Libro de La Paz ha logrado poner en marcha la Edición Bicentenario de la Feria Internacional del Libro; ésta es la vigésima novena versión, que reafirma –una vez más– el valor de la lectura y la cultura.
El evento fue inaugurado con mensajes que recordaron el rol del libro como puente hacia el conocimiento, la imaginación y el pensamiento crítico. Con más de 550 actividades culturales, 200 presentaciones de libros y 180 expositores, la FIL abrió sus puertas reiterando la demanda de aplicación plena de la Ley del Libro y la Lectura Oscar Alfaro, así como la restitución de los Premios Nacionales de Literatura.
Las autoridades (Alcalde y Presidente) que hablaron en la inauguración coincidieron en resaltar que la cultura y la lectura fortalecen la identidad, la democracia y el diálogo social, además de ser herramientas clave para proyectar un país más justo y creativo. Bien por eso, pero hay que ser congruentes, señores.
“Debe existir apoyo para las y los autores y editoriales bolivianas, y que en las unidades educativas se lea y se conozca la producción boliviana. No podemos continuar desconociendo la amplia producción editorial nacional. Junto a ello se debe fortalecer el trabajo de las librerías que se esfuerzan por traer y comercializar libros. Se debe tener una política clara con relación al acceso al conocimiento, y para ello son fundamentales las bibliotecas, donde la población puede acceder a los libros”, afirma Fernando Barrientos, presidente del directorio de la Cámara del Libro.
Bolivia es uno de los países con menor cantidad de libros leídos al año, por persona. Una encuesta de 2022 revela que el 55% de la población leía al menos un libro cada 12 meses. Casi nada, si comparamos con países como Colombia o Uruguay, donde la cifra es de cinco y cuatro libros, respectivamente.
Con todo, esta feria es un evento que congrega cada año a más y más asistentes, llegando a superar los 100.000. La lectura es un poderoso punto de encuentro que se debe alimentar, buscando formas de superar las barreras impuestas por un sistema educativo deficiente, la inflación y la falta de divisas, pues si el sector editorial se esfuerza tanto por seguir trabajando, nosotros como sociedad tenemos el deber moral de corresponder. Hacerlo deriva en beneficios multidimensionales.
Al fomentar el acceso a la lectura, se promueve el pensamiento crítico y se fortalecen habilidades como la comprensión, la reflexión y la creatividad. Leer permite entender mejor la realidad, discernir entre lo que construye y lo que destruye en entornos altamente polarizados como el nuestro, así como cuestionar discursos de desinformación, odio e intolerancia. Además, leer literatura, historia y teoría cultural contribuye a la memoria colectiva y a la defensa de la diversidad.
El hábito de la lectura mejora el vocabulario y la comprensión, aumenta la concentración, fomenta la imaginación, enriquece la comunicación oral y escrita, mejorando las estructuras expresivas.
El desarrollo de la empatía y la comprensión de experiencias ajenas, como culturas y vivencias distintas a las que conocemos es algo esencial que se logra con la lectura. Al ofrecer una distracción reparadora y restauradora apoya el bienestar emocional y, en la vejez, contribuye a mantener la agilidad mental y las capacidades cognitivas.
La lectura impacta en oportunidades económicas y laborales, pues una mejor alfabetización y capacidad crítica suelen traducirse en mayor empleabilidad y la posibilidad de labrar mejores trayectorias profesionales. Cuando uno lee, se nota y cuando no, también.
Una feria del libro no solo es un espacio de encuentro cultural, es un motor de dinamización económica que beneficia a diversos sectores. Genera ingresos para editoriales, librerías, imprentas, diseñadores gráficos, editores, ilustradores, autores y distribuidores, Además, impulsa el turismo cultural y activa la economía local mediante la hotelería, la gastronomía, el transporte y el comercio.
Es una actividad que fomenta el desarrollo de industrias creativas y abre oportunidades para emprendimientos vinculados a la educación, la tecnología y la producción de contenidos, demostrando que invertir en cultura también es apostar por un crecimiento económico sostenible y más inclusivo.
Una Feria del Libro, al reunir una amplia oferta de libros, autores y actividades paralelas, crea un entorno ideal para el fortalecer aprendizajes, visibilizar diversas voces y realidades, contribuyendo a formar ciudadanos más informados, empáticos y participativos, con herramientas clave para su crecimiento intelectual y emocional.
Leer es también una vacuna contra la bibliocastia pero, sobre todo, como dice Richard Ovenden, el reconocido bibliotecario de Oxford: "Los libros son un muro ante los gobiernos autoritarios”.
Larga vida a los libros.
Isabel Navia Quiroga es comunicadora y periodista.