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Columna de columnas | 05/02/2024

La muerte de los movimientos sociales

César Rojas Ríos
César Rojas Ríos

De los movimientos sociales (MS) se dijo que eran actores colectivos que se organizaban para ponerse en movimiento persiguiendo fines nobles negados por el statu quo. Representaban una fuente de reparación histórica, de reformateo social y de evolución promisoria. Los movimientos sociales emblemáticos estaban constituidos por ambientalistas, feministas y, sobre todo, indígenas. Estos actores estaban llamados a enderezar el fuste torcido de la sociedad. Y las luchas contra las injusticias y los agravios morales tejían sobre sus cabezas una aureolada legitimidad. Visión optimista, constructiva y positiva.

Esa cara existe; también otra.

Pedro Portugal (PP) en su columna “El desenlace del bloqueo” (Brújula Digital, 30|1|24) a raíz de los recientes bloqueos en el país, hiperconcentrados en la zona de El Chapare, nos coloca a ras del suelo. El suyo es un electrizante cable a tierra. Estas son sus palabras –“agrias”, dirían los que continúan atornillados a esa visión angelical y unidimensional de los MS–: “¿Es una movilización popular al servicio del país, por la reforma de esa institución y de todo el aparato institucional colonial en Bolivia? En realidad, es sólo una mezquina revancha contra los integrantes de ese tribunal que antes fallaban a favor de Evo Morales y que recientemente decretaron que no podía repostularse indefinidamente como candidato a presidente del país. Histórico ejemplo de cómo un método de lucha histórico al servicio de intereses comunes degenera en simple instrumento de apetitos personales”.

Pero veamos con un gran angular el paisaje de los MS.

Tanto los “movimientos sociales” que instrumentaliza hoy de manera malEVOla el “Jefazo” como aquellos que aúpan al Gobierno, no tienen nada de desinteresados, altruistas ni emancipadores. Los primeros saben que, si apoyan al Gobierno de Arce, disfrutarán en contante y sonante, aquí y ahora, las mieles del poder. Nada de fungir como conciencia de la sociedad ni de presentarse como abanderados de un contraproyecto societal. Y los segundos, habiendo recibido tanto (¡tantísima gracia divina!) durante los largos años de los gobiernos de Morales, deben devolver los favores y, si los bloqueos resultan un “éxito” y el “Jefazo” nuevamente se encumbra, volver a cobrar, también en contante y sonante, los esfuerzos ejecutados aquí y ahora (léase la inversión realizada). Nada de disputar el sentido de la historicidad ni otras hierbas ideológicas.

En estos últimos años venimos asistiendo a la agonía de los movimientos sociales (aunque no de su representación en la mente calenturienta de sus ideólogos). Hoy el poder y el MAS les acaban de dar muerte y sepultura, ni siquiera tuvieron un sepelio honroso ni una malograda corona de flores a los pies de su féretro; sólo son perniciosos grupos de interés que, por perseguirlos, son rapaces y capaces de vender su alma al diablo y llevar al país al mismo infierno.



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