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Intensamente | 29/09/2023

La hermana joven ensaya su propia voz

Carlos Hugo Laruta
Carlos Hugo Laruta

Decíamos en un artículo anterior que lo que Zavaleta llamaría tendencias sociológicas emergentes de la Revolución Nacional de 1952: migración, urbanización, crecimiento, desarrollo, mercado, serían las que abonarían el terreno para que crezca la sociedad civil ciudadana, la hermana que había nacido pequeña el 52. Esas terminaron siendo las líneas gruesas del marco donde la hermana joven se fortaleció y aún lo hace.

1.- La primera aparición fuerte de la hermana pequeña

La sociedad civil ciudadana fue creciendo conforme crecían las ciudades capitales e intermedias y con éstas, sus actividades económicas y sociales. Aquí hizo su primera aparición en 1979 como masa ciudadana indiferenciada aun de la masa obrera y popular que era la substancia de su ya poderosa hermana, la ciudadanía corporativista. Para este año, muchos se sorprendieron que la hermana joven vestida de enormes masas populares saliera en defensa de la democracia liberal, la de las elecciones y el voto, la democracia representativa. La pequeña clase media se había ampliado enormemente con la migración, la urbanización y el crecimiento económico y la idea de las oportunidades y el desarrollo personal y familiar sedujo a la nueva clase media ampliada que hija del 52.

Y en la primera fase de la democracia actual, 1982 a 2000, la sociedad civil ciudadana, prendida aún a su hermana corporativista, convivió con ella y aprendió a vivir. No siendo aún su hora, sin embargo, en este primer momento, se entregó por cerca de 15 años a los iniciales ensayos de construcción institucional del Estado que se transformaba gradualmente. Desde aquí ¿cuáles fueron la ideología, el estilo de acción política, y las acciones de gobierno de esta otra hermana joven del 52?

2.- La unidad indivisible de la hermana joven con la democracia representativa.

Su ideología se fue asentando en este corto tiempo, optó definitivamente por los principios de libertad, derechos humanos, derechos económicos, justicia social y derechos políticos con base en el voto ciudadano individual. Su estilo de acción política se fue asentando en la concertación, el acuerdo, el pacto, el diálogo, expresiones de sus convicciones pluralistas y de tolerancia. Su programa central fue el inicio de la construcción democrática de la institucionalidad del nuevo Estado que emergía con vigor y esperanza después del tiempo de los dramáticos ejercicios guerrilleros y las duras dictaduras militares.

Esta clase media se sentía más cómoda en la democracia ya presente que en el antiguo corporativismo del MNR-COB, y aunque al principio apoyó a la UDP, percibió que era ya una izquierda democrática, aun el PS1, que se mostraba como una izquierda protodemocrática. La creciente clase media consolidó su unión definitiva con la institucionalidad de la democracia (voto, parlamento, Constitución, derechos humanos), a través de los partidos y su forma de actuar que se modernizaron gradualmente.

Fruto de su empeño fue la conflictiva paz de más de una década y media en la que la estabilización económica, los pactos políticos del respeto a las diferencias, la participación popular, la autonomía municipal, el cuidado del medio ambiente y los derechos de los pueblos indígenas a través de las áreas protegidas y de las tierras comunitarias de origen –TCOs–. Avanzó de un modo lento pero seguro en esta construcción hasta el año 2000, en que apareció nuevamente su hermana mayor, la sociedad civil corporativista, que condujo a la cruda crisis política que duró entre 2001 y 2005.

Visibilizada ya ésta sociedad civil ciudadana es diversa y ha escogido vivir y morir en el país. Es clase media antigua –criolla– y nueva –hija de migrantes–, es clase media de profesionales libres, médicos, maestros, etc., pero también tiene emprendedores de distinto rubro y capital, obreros que sin renegar de sus reivindicaciones de clase tienen sin embargo convicciones democráticas y también son informales diversos que creen en ciertas reglas de convivencia legal. Es un grupo que, se reitera, están las grandes ciudades, en las ciudades intermedias y también en el espacio rural. La amalgama que les une son sus convicciones democráticas sólidas. Su estilo de acción se manifiesta en su fidelidad al voto ciudadano y a la movilización cuando se trata de defender la democracia.

3.- La sociedad civil ciudadana en la Constituyente y después

De esta crisis el país salió polarizado. La hermana corporativista se había reorganizado al amparo de una democracia a la que miraba como ajena, y con su fortaleza heredada del antiguo proceso del 52 se enseñoreó desde 2001 pasando por los tristes días de 2003 y 2005, volviendo a ejercer el poder corporativista y autoritario –esta vez en su máxima expresión–, mientras su hermana joven pero fortalecida debió madurar a pasos acelerados para que el corporativismo no la aplaste.

Y como el 2006 el país ya entró polarizado y dividido en los apoyos electorales, la sociedad civil ciudadana, la hermana joven del 52, tuvo que atrincherarse en la Constituyente y luego en la oposición permanente a su hermana mayor que empezó –como ya lo hemos visto en anteriores artículos– a cometer sus máximos desvaríos en el Estado Plurinacional después del ensayo largo que tuvo en el cogobierno MNR-COB entre 1952 y 1964, y de la fugaz Asamblea Popular de 1971.

En el periodo de auge del MAS entre 2006 y 2014, cuando hubo grandes ingresos y redistribución estatal, una parte de la ampliada clase media apoyó al MAS en las elecciones municipales de La Paz a través del MSM (hoy Sol.bo), mostrando que una parte de ella era también “convenienciera” y no siempre tan liberal y leal a sus convicciones. Pero todos los segmentos de la clase media siguieron creciendo, la clase media-alta, la clase media-media y la clase media-baja, pues a pesar de que el MAS retornó a los experimentos de las poco eficientes y nada rentables empresas estatales, la economía nacional siguió siendo una economía de mercado.

Y, la clase media más consistente y poderosa pasó nítidamente a la oposición a través de varios partidos (Podemos, Unidad Nacional, Sol.bo desde 2010, Comunidad Ciudadana, Creemos), pues la hermana vieja del 52, el corporativismo que nació en el cogobierno MNR-COB, renació también claramente a través del MAS.

La instalación y gradual consolidación de la democracia incluye explícitamente la gestación de nuevos actores y movimientos sociales, y la formación de lo que algunos llaman “esfera pública propicia para la deliberación” y el consenso. Así, la sociedad civil ciudadana, la de la democrática que va desde 1982 hasta ahora (2023), creció como un tejido complejo de redes y espacios autogenerados, autónomos del Estado, muy apegados al mercado, limitados solo por el orden legal. Y la sociedad civil ciudadana, la hermana joven, empezó también a ver los achaques de su ahora si envejecida hermana corporativista, la de los sindicatos que vienen del 52.

4. La hermana joven se proyecta al siglo XXI

En la nueva sociedad civil del siglo XXI, la red compleja que se fue estructurando, incluye a organizaciones económicas, productivas y comerciales, culturales, religiosas, de derechos humanos, informativas, educativas, de interés grupal, de desarrollo en infraestructura y calidad de vida, temáticas de medio ambiente, de derechos específicos, de defensa del consumidor, cívicas, de anticorrupción, etc. Es decir, las organizaciones clásicas del 52, las corporativistas, se quedaron en el IPSP y el Pacto de Unidad (COB, CSUTCB, colonizadores, algunas Fejuves, sindicatos sectoriales de petroleros, fabriles, etc.). La nueva sociedad civil, la hermana joven, es una trama en pleno desarrollo y que pide su lugar en la construcción de la democracia boliviana del siglo XXI.

Carlos Hugo Laruta es sociólogo y docente investigador de la UMSA.



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