Me presto el título de un famoso libro y película para describir la situación preelectoral actual. Las clases medias urbanas están esperando que el MAS, en sus dos vertientes, deje el escenario. Ya no aguantan más la falta de dólares y combustibles, bancos que trabajan a media máquina, inflación creciente y el rosario de mentiras de la propaganda del gobierno.
Por el lado de la oposición, parece efectivamente una feria de vanidades. Los 17 precandidatos, en pasarela, cada uno de ellos considerándose más bello que los otros y creyendo que tiene mejores armas de gladiador para combatir a los masistas. Se muestran incapaces de concertar y no parecen darse cuenta de que van a necesitar una unión, no solo para ganar las elecciones, sino para gobernar y rescatar a la economía y sociedad boliviana del marasmo en el que la estará dejando el MAS. Tienen que apuntar a ganar en primera vuelta y a tener una mayoría congresal. En vez de concertar, los precandidatos se han enfrascado en agrias discusiones, que ha de deplorarse. La buena idea de seleccionar candidatos en elecciones primarias, en sus distintas modalidades, parece haber caído en saco roto.
La encuesta de Panterra, financiada por el Elon Musk boliviano, Marcelo Claure, tiene enseñanzas importantes, aún defectuosa como es, como lo son casi todas las encuestas. La más importante lección es la de la favorabilidad neta negativa para todos los candidatos incluidos en la muestra. Eso podría querer decir que es todavía muy temprano para estimar las preferencias electorales y que ellas pudiesen confirmarse recién y a medida que pase el tiempo. Podría estar también señalando que el electorado busca una cara nueva, que tiene que hacerse conocer más y que tenga un programa creíble y el coraje necesario para enderezar la muy maltrecha economía. El que no sea corrupto es una obviedad y no vale la pena insistir en ella.
El peor escenario posible sería el que nos pase como en las elecciones judiciales de 2011 y 2017 y que algo similar pudiese pasar este domingo, con una mayoría abrumadora de blancos y nulos, así como con mucha abstención, a pesar de ser el voto obligatorio. Por haber pocos votos válidos, podría salir un gobierno sin calificaciones ni suficiente legitimidad, para encarar la muy severa crisis económica que estamos padeciendo. La probabilidad de este escenario es pequeña pero no es cero. A veces los llamados riesgos de cola, por estar en la cola de la distribución de probabilidades, se materializan, como se lo ha visto en las crisis financieras. Recuérdese los cisnes negros de la crisis financiera internacional de 2008.
Panterra hace bien en incluir a Evo Morales en la encuesta. Si Evo Morales logra vencer los obstáculos legales, seguirá siendo un formidable contendiente electoral. A él, como a Trump, no le hacen mella las acusaciones de todo tipo y, paradójicamente, parecen hacerle ganar votos. Tiene a su favor los rasgos identitarios de una supuesta raíz indígena y el recuerdo de los años de bonanza 2008-2014. La bonanza, que se produjo por un contexto internacional sumamente favorable, con 8% del PIB que caía como maná del cielo, y que fue por cierto muy mal administrada. Esa deficiente gestión originó las dificultades que estamos soportando ahora. Pero ese criterio puede parecer demasiado rebuscado para una fracción del electorado
Arce Catacora, por su parte, tiene muy pocas posibilidades electorales. Su gestión de la crisis ha sido más que lamentable y el público lo percibe así.
Panterra, según se puede apreciar en internet, es una empresa grande de asesoramiento empresarial y gubernamental. Posiblemente hace muchas encuestas de marketing. La encuesta hecha en Bolivia no parece empero mostrar suficiente familiaridad con los problemas que preocupan a los bolivianos, ni con el tipo de liderazgo que se está buscando. En todas las encuestas hay siempre muchas dudas acerca de cuán bien reflejan las intenciones de voto y el error suele ser bastante mayor al del muestreo estadístico, como ha pasado en las últimas elecciones en los Estados Unidos. En la encuesta de Panterra la duda es muy grande.
Juan Antonio Morales es PhD en economía.