Cuando alguien elude responsabilidad sobre algo y se la pasa alegremente a otro, vulgarmente se dice que le echó la culpa al muerto. Y hay “muertos” útiles para todos los temas, salvo para aquellos en los que ya es imposible que alguien se trague un sapo con dimensiones de fábula.
Lo anterior viene a cuento a raíz de las declaraciones del reaparecido vocero gubernamental, quien sin ruborizarse dijo que la crisis económica es un invento de la derecha nada menos que para “acortar el mandato del presidente”.
Eso quiere decir, entre otras cosas, que la derecha es la principal responsable de que las reservas internacionales hayan caído de 14 mil millones de dólares a 2 mil millones de dólares en menos de 10 años.
La derecha también sería la culpable de que en 17 años las reservas de gas se hayan casi extinguido y que nadie haya querido venir a invertir a este “paraíso de la seguridad jurídica” que es Bolivia para explorar y desarrollar nuevos campos.
Los derechistas, esos que no salen de la clandestinidad desde hace largos años, serían también los autores de que la cantidad de empleados de la administración pública se haya prácticamente cuadruplicado en poco más de una década.
Y no solo eso, la derecha también está detrás de cada gramo de oro que sale ilegalmente y que no deja un centavo para el estado.
El muerto, es decir la derecha, tiene mucho que ver también con el “atinado” manejo informativo del Banco Central sobre la crisis de los dólares. Las largas colas de ciudadanos a la espera de recibir unos cuantos “verdes” serían resultado entonces de una astuta estrategia diseñada desde las “tumbas” por los neoliberales.
Ni qué decir de los problemas de la industria. Los derechistas son, valga la redundancia, diestros para permitir que las fronteras sean vía libre para que el contrabando deje al borde del colapso a las pocas industrias que sobreviven en el país. Es la manera que tiene la derecha de conspirar contra la estrategia de sustitución de importaciones de la que habla el gobierno.
Pero la derecha se disfraza también y, de vez en cuando, de izquierda, como cuando el expresidente Evo Morales y sus aliados más cercanos salen a decir que, en sus tiempos, había más dólares que ahora y que los culpables de la escasez son los inquilinos de la Casa del Pueblo.
Y con el litio pasa algo parecido. Seguramente la demora en la ejecución de la estrategia pasa porque algún derechista camuflado se dedica a ahuyentar a los inversionistas e incluso moviliza a indígenas para que extorsionen a los dueños de hoteles muy cerca del salar.
En Bolivia no hay más muerto que la derecha, ni más culpable que ella. En los cementerios de la política nacional, son varios los zombis que no descansan en paz porque cada que le va mal a la izquierda no se le ocurre mejor alternativa que ir a despertarlos.