El fenómeno del encumbramiento de Milei como alternativa de gobierno en Argentina ha generado diversas opiniones, pero dejemos de lado todo ello y pensemos un poco más a fondo. La Argentina a la que propone volver Milei es aquella que existió antes de 1935, cuando se creó el Banco Central que el político propone dinamitar. Ese año fue parte de lo que se conoce como “la década infame” pues en 1930 la toma del poder de parte de las Fuerzas Armadas había tirado por los suelos los avances en materia social y defensa de los hidrocarburos que había promovido el depuesto presidente Hipólito Yrigoyen.
Y Milei tiene razón, en este caso particular, el Banco Central fue creado para que el gobierno, dominado por militares, tuviera más presencia y control en el mercado ¿Por qué intervenir el mercado? Porque Argentina había registrado en los 30 primeros años del siglo un crecimiento insuperable en cuanto a exportaciones: entre 1910-1914 logró 4.480 millones de pesos; entre 1925-1929 llegó a 7.914 millones de pesos.
En la década de los 30, a pesar de la crisis económica mundial, Argentina representaba el 35% de los embarques de carne en todo el mundo, era sin duda, una economía insuperable. La bonanza económica previa a 1935 es la que añora Milei en sus discursos, un periodo en el que el auge de la industria provocó una alta tasa de migración y el engrosamiento de la clase obrera, pero era una clase obrera descontenta, pues el gobierno de la “década infame” había frenado los avances en derechos de los trabajadores y retrocedido en las leyes de “Estado de bienestar” que había aprobado Yrigoyen.
Para los primeros años de los 40, el Plan Pinedo había logrado la sustitución de importaciones en Argentina gracias al estallido de la Segunda Guerra Mundial, esto provocó una mayor concentración de población en las ciudades y una clase trabajadora más robusta, pero a la vez, más resentida. ¿Qué ocurre cuando la clase popular está insatisfecha y busca un cambio? Tenemos el escenario perfecto para darle el poder a un populista.
Justamente, en los 40 surgió Perón. Milei lo acusa de haber iniciado la debacle de la sociedad argentina con sus medidas “de izquierda” (aunque Perón de hecho tenía gran cercanía con Franco y Mussolini) pero en realidad, propongo considerar la idea de que Perón y Milei son dos caras de una misma moneda.
Primero, ambos líderes destacaron en un momento de crisis, donde un gran segmento de la población estaba cansado de que las élites gocen de privilegios mientras las grandes mayorías enfrentaban una situación económica precaria. Segundo, Perón aparecía como una figura diferente, que representaba un cambio con respecto a los gobernantes de la “década infame” y enfrentaba al viejo régimen de frente; Milei se enfrenta a “la casta” y se presenta como la alternativa radical a políticos de la vieja escuela.
Perón, junto a su esposa Eva, quien le ganaba en popularidad, logró hacerse del poder pero enfrentó una serie de conflictos, tanto así que en 1955 sus enemigos bombardearon la ciudad de Buenos Aires usando las Fuerzas Armadas para este cometido.
Muchos se preguntan si Milei logrará cambiar la realidad argentina, por ello propongo preguntarnos ¿logró Perón satisfacer las demandas de la sociedad que buscaba una vuelta de hoja al sistema? Es posible que a medias, pero es irrelevante, lo cierto es que su llegada al poder fue justo en el momento en el que la gente estaba tan cansada, que aceptaba y agradecía un cambio, por más pequeño que fuera.
Así que es posible que Milei no cumpla todo lo que promete, pero si es capaz de al menos controlar la inflación, ya tenemos un populista victorioso más para la historia. El problema es que los populistas raras veces son capaces de mantener sus proyectos en pie y muchas menos pueden crear instituciones económicas y políticas inclusivas pues su radicalidad les lleva a buscar clientelismos para evitar que sus adversarios los derroten, en ese contexto, ¿Es posible decir “¡Viva la libertad, carajo!”?