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15/01/2021
Articulista Invitado

Jimmy Hoffa y los transportistas bolivianos

Carlos Armando Cardozo
Carlos Armando Cardozo

Jimmy Hoffa, líder sindical a cargo de la “International Brotherhood of Teamstears” (Sindicato de Camioneros) en Estados Unidos, con más de dos millones de afiliados, tuvo una carrera en ascenso desde sus primeros años en Detroit siendo un simple trabajador cargando frutillas en un mercado de esa ciudad por 32 centavos la hora (durante la Gran Depresión). Hoffa demostró una habilidad innata para organizar a sus compañeros y negociar mejores condiciones laborales.

Fue este espíritu el que lo catapultó a la IBT, que siendo un sindicato de camioneros abrió sus puertas al activismo de Hoffa, quien se logró ganar a pulso el respeto y admiración de sus “hermanos” camioneros, curiosamente sin haber manejado un camión en su vida.

La ferocidad, determinación y poder de comunicación hicieron de Jimmy, un hueso duro de roer para empresarios, mafiosos y políticos. Fue blanco del propio Bob Kennedy (fiscal general y hermano del expresidente John Kennedy) quien lo acusó de tener vínculos con la mafia ligados a casos de extorsión, lavado de dinero e incluso asesinatos.

Pero más allá de sus pecados, Hoffa, en su calidad de máximo líder de la IBT, consiguió mejores salarios, atención sanitaria, créditos hipotecarios y un fondo de pensiones para el retiro de todos sus afiliados. Si algo se debe reconocer de Hoffa es su conciencia y empatía para con sus “camaradas”. Más allá del mito alrededor de Jimmy, no hay dudas que defendió a los suyos, sentándose en una mesa, negociando y acordando entre partes.

Haciendo un paralelismo con nuestros sindicalistas, el último “acuerdo” entre el sector transporte libre y el gobierno en relación al diferimiento bancario, les otorga a los conductores seis meses adicionales en los cuales no pagarán intereses y/o capital en sus créditos bancarios y estos no serán contabilizados posteriormente, respetándose las tasas y cuotas convenidas en un principio.  Se abre el refinanciamiento a sola firma “no questions asked” (sin hacer preguntas) por parte de las entidades bancarias. Por su parte, el sector de transporte sindicalizado no suscribió el acuerdo y sostuvo deliberaciones internas para tomar una posición más adelante.

Muchos catalogan de éxito el paro organizado por la dirigencia sindical que al final logró doblegar al gobierno y a las entidades financieras a cumplir sus pliegos petitorios. Pero este no resuelve absolutamente nada para los transportistas, o los gremiales, o los comerciantes o cualquier sector de la economía.

Una dirigencia sindical medianamente racional se daría cuenta que el gobierno tiene que amarrarse el cinturón también, debe reducir urgentemente su gasto para no despachar el déficit fiscal a las nubes e intentar componer la situación aumentando los actuales impuestos o creando nuevos. La dirigencia sindical habla a nombre de sus afiliados, pero alinea sus intereses de tal forma que sus conquistas principalmente resuelvan intereses particulares.

Una clase de matemática financiera básica nos diría que el tiempo define el número de cuotas, el valor individual por cuota y finalmente condiciona el comportamiento de la tasa de interés vigente. Si ustedes, señores del transporte, alargan el tiempo de sus créditos, van a pagar mucho más a la larga si insisten en mantener las cuotas; estas van a impedirles amortizar más a capital y si pretenden reducir las mismas para que en el corto plazo les otorgue la sensación de holgura financiera, van a mantener su deuda inalterable en cuanto al capital por pagar.

En sencillas palabras, sus dirigentes no pelean por sus intereses, no conocen el detalle de cada una de sus realidades, toman decisiones en función a su situación particular, a sus perspectivas y, más importante, a sus bolsillos. Así que una determinación de beneficio “colectivo” esconde intereses particulares que no responden en ningún grado las peculiaridades de todos los afiliados del sector transporte. Eso es simplemente imposible.

El daño a la economía es claro, pérdida de liquidez del sector financiero, un proceso progresivo de “desahorro” que se arrastra durante los últimos 15 años y, lo más preocupante, los recursos del Fondo de Pensiones (jubilaciones de los trabajadores) invertida cerca al 60% en el sistema financiero nacional (entre DPF y bonos bursátiles). Se dan constantes puñaladas a la sostenibilidad del sistema financiero a costa del irresponsable comportamiento del gobierno. Con esto no eximo de responsabilidades a los directivos de los diferentes bancos comerciales que compromete ahorros, pensiones y la posibilidad de financiar inversiones en el futuro.

Jimmy Hoffa llegó a ostentar un poder tal que ya no era necesario utilizar el paro como mecanismo para iniciar el diálogo. La preparación permanente del sindicato como una organización bien estructurada y consolidada fue la clave para posicionarse con gran éxito frente a empresarios y políticos.

Nuestros sindicalistas no conocen otro mecanismo que el paro y el bloqueo, parar el país para negociar sin rumbo, encasillados en acceder a sus pequeños botines a costa no solo de sus afiliados sino el conjunto de la ciudadanía.   

¿Dónde está Jimmy Hoffa? En definitiva, no está presente en los mediocres sindicalistas del transporte nacional que le hacen el juego al gobierno.

Carlos Armando Cardozo es economista, magister en Desarrollo Sostenible y Cambio Climático.



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