“Si hoy fueran las elecciones, ¿por cuál candidato votaría usted…?”, es la frase ritual con la que se inician las encuestas. Si fuésemos sinceros y por la situación en la que nos encontramos, la pregunta no tendría respuesta porque formalmente no existen. Ni en el oficialismo ni en la oposición.
La lista de nombres, tres en un MAS desconcertado, con agotamiento terminal, falto de ideas y sin capacidad de gestión, y más de veinte en la oposición democrática, muestran un escenario más bien relajado y distendido. Si las encuestas fueran ciertas, el MAS no tendría posibilidad de reproducir el poder, lo que le estaría dando a la oposición un margen de injustificada confianza. No tendríamos que olvidar que una de las características sociológicas de la informalidad boliviana, es su apego al papel sellado, la militancia en la “institucionalidad” y al ejercicio del liderazgo disciplinado, que limita la aparición de sorpresas. No se trata que los líderes que están, sean viejos, porque ya recorrieron el camino, sino, además, porque a los nuevos no se les reconocen los méritos suficientes. Este comportamiento propio de sociedades autoritarias está reforzado por la paradoja que deben cumplir quienes pretendan ser autoridad, demostrando compromisos gremiales, venciendo así, la tradición sobre la meritocracia.
Quienes acompañamos el proceso social, entendemos esta situación como la de una interesante disponibilidad política si se la sabe aprovechar. Habría que entender, en ese escenario que la irrupción de liderazgos es una señal de ciudadanía que busca representar pensamientos “desde las regiones”, lo que deja en evidencia otra de las condiciones sociales, la territorialidad. El líder debe serlo, primero, en su terruño, sindicato, comunidad, gremio, capitanía, tenta, ayllu, corporación, comparsa, fraternidad, comité, federación, y sigue una lista larguísima de ámbitos espaciales que tienen condición previa. Por lo tanto, no es la ciudadanía la carta de presentación, es la adscripción al origen que le concede la representación pues será lo que sume a la hora de negociar espacios. Como en tiempo de los militares golpistas, terminaba de presidente quien podía demostrar el respaldo del mayor número de unidades, divisiones, cuarteles y cabos rancheros.
Frente al aparente descontrol de la dirigencia, queda claro que este es el momento de la sociedad civil y de la imposición inteligente de las buenas ideas para una agenda que todavía está en garabato. He utilizado una palabra antidemocrática para construir en nuestra democracia, “imposición”, conducta que termina siendo natural en una sociedad informal y autoritaria, y es la que permite que “los sectores corporativos”, no la ciudadanía, firmen acuerdos con los candidatos.
La Agenda debe nutrirse sin vergüenza, con los temas que la inteligencia de la sociedad y los productores viene estudiando y ejecutando, y necesitan ser reconocidos para ser parte del debate y la política pública. Sostenibilidad ambiental, turismo, Inteligencia Artificial, reconocimiento de espacios para los marginados, desarrollo económico local, competitividad internacional, integración, reconocimiento del otro, desarrollo de capacidades, vida en ciudades, despoblamiento rural… Este es el momento para que las universidades, las fundaciones, las ONG, los centros de reflexión, las experiencias privadas y comunitarias sistematizadas, alcancen carta de ciudadanía en una relación que, si se trata de trabajo productivo, sólo puede ser concertada. Debieran faltarle días a la semana para que la veintena de candidatos, del oficialismo y la oposición, participen de encuentros, sean cuestionados y apoyados con ideas refrescantes e imprescindibles.
Una vez más, la celebración del Bicentenario de la Independencia adquiere un valor de coyuntura irreplicable. Y otra vez, le tendremos que agradecer a la Gobernación de Chuquisaca que está fundamentando una propuesta de Ley departamental, que, al reconocer el turismo como el eje de la celebración, plantea que hasta el 31 de diciembre del 2025 las legítimas diferencia que existan entre los actores chuquisaqueños, dejen de lado el bloqueo y se resuelvan negociando. Está claro que el bloqueo no se resuelve en un solo departamento, sin embargo, abre el camino para que adquiera consciencia nacional.
¿Dónde están las buenas ideas? Este es el momento que aparezcan para atropellar a la ignorancia voluntaria que se jacta de su torpeza, vestida de levita, guayabera, poncho o charretera.