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La curva recta | 15/06/2025

Homofobia y estridencias

Agustín Echalar
Agustín Echalar

Mientras el país entra en una peligrosa espiral de violencia —con al menos cinco muertes que deben atribuirse a Evo Morales— debido a la megalomanía de un líder perturbado que insiste en recuperar el poder que una vez tuvo, en Santa Cruz se ha desatado una pequeña pero significativa confrontación a raíz del pintado de una calzada con los colores del arcoíris. Lo que a primera vista parece una disputa menor, en realidad no lo es.

Vayamos por partes: junio es el mes del orgullo homosexual, una celebración importante porque en realidad no se trata de que los homosexuales se deban sentir orgullosos por serlo, sino de que no deben sentir ni vergüenza ni temor ante esa realidad y eso es importante no para una parte de la sociedad, sino para esta en su conjunto; haya muy poca gente que no tenga un ancestro, pariente o amigo (o sea él mismo) homosexual. Se trata pues de un tema de derechos humanos, de permitir a la gente ser feliz y de celebrarlo, nada más.

De ahí que la pintura de ese paso de cebra en Santa Cruz con colores del movimiento gay realmente era algo que solo debía despertar simpatía y no la furia de gente o profundamente confundida, o profundamente ignorante: repintar ese espacio fue un acto troglodita, no de respeto ni a las buenas costumbres ni a la cruceñidad.

Luego apareció la inefable María Galindo, que llegó a Santa Cruz cargada de todo su narcisismo y decidió hacer de las suyas, imprimiendo la frase “Santa Cruz, capital marica de Bolivia”.

Santa Cruz es la ciudad más liberal de Bolivia. A pesar de los tristes colectivos que hacen ruido, es la ciudad boliviana donde un homosexual seguramente se siente más a gusto, y en ese sentido, uno podría decir que la Galindo tiene razón, pero como en todo, no es el fondo, sino la forma, la que puede ser más importante.

Bolivia es un país conservador. Eso es negativo en términos de libertad sexual y debe ser combatido, pero la mejor manera de hacerlo no es ni escandalizando ni provocando, sino más bien mostrando la nula diferencia que existe entre las personas homosexuales y las que no lo son. Lo importante es el respeto al ser humano y a sus diferentes maneras de vivir y de amar, sin agredir a nadie.

Las pintarrajeadas de María Galindo no ayudan a una mayor comprensión de la homosexualidad y aceptación de ese aspecto de lo humano tan perseguido a lo largo de milenios. De hecho hasta pueden exacerbar la homofobia y solo sirven para alimentar el ego de la autora, que necesita notoriedad como los vampiros necesitan sangre.

Con su más reciente acción, María Galindo no ha hecho ningún aporte a la lucha contra la homofobia en Santa Cruz, solo ha tenido un momento de placer para ella solita mientras pintaba la acera y fachada del Comité Cívico. Para empezar, deberían pasarle la cuenta por los gastos incurridos en quitar lo que ella embadurnó.

Estoy seguro que la obra de teatro y la película de Rodrigo Bellot “Tu me manques” ha hecho por la causa homosexual en Santa Cruz muchísimo más que cualquier berrinche de María.

La lucha contra la homofobia es una tarea pendiente, pero es importante escoger bien las armas para ganarla.



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