Con profunda tristeza hemos sabido del deceso del doctor Hans van den Berg, padre agustino y gran amigo, que fuera rector nacional de la Universidad Católica Boliviana (UCB) en dos periodos, del 2005 al 2013. Anteriormente fue profesor de 1973 al 2004 en la Regional de Cochabamba de la UCB, donde tuvo una prolífica labor de investigación y docencia.
Creo no equivocarme al decir que, con el deceso de Hans, desaparece el último agustino holandés que trabajó en Bolivia, un grupo admirable por su vocación pastoral y por su dedicación a la educación. Los primeros agustinos holandeses llegaron a Bolivia en la década de los años treinta del siglo pasado. Se encargaron de atender a los feligreses de una inmensa área de los Yungas de La Paz. En los años cincuenta crearon el colegio San Agustín en Cochabamba, que es uno de los mejores colegios del país.
Hans Van den Berg era un intelectual de pura cepa. Hacía pensar en los grandes pensadores de fines de la edad media y de la edad moderna europeos, por la amplitud de sus conocimientos y gran rigor de sus análisis. Dotado de una gran inteligencia y de una curiosidad sin límites sobre sus temas de interés, no examinaba pergaminos como sus antecesores de la muy antigua Orden de San Agustín, pero pasaba muchas horas navegando en el internet estudiando documentos que por arcaicos no eran menos relevantes.
Tenía un conocimiento sin igual de las poblaciones indígenas de nuestro país, de sus lenguas, de sus costumbres y de su religiosidad. Con su amplio conocimiento de la historia de las religiones, que lo había llevado a varios países del mundo, de Hipona en Argelia a Teherán en Irán, dedicó también su atención a la historia de la evangelización de nuestros compatriotas del oriente del país.
Como rector, quería que la UCB emule a las grandes universidades, poniendo énfasis en la calidad de la educación y en su función principal, que es la de enseñar a pensar. Fue un rector que no discriminaba a profesores y alumnos que tenían una visión del mundo diferente. Lo importante para él era la honestidad intelectual y el rigor en los análisis. No obstante ser portador de la tradición de una de las órdenes religiosas más antiguas, del mundo, el doctor Van den Berg era un católico moderno, con un catolicismo signado por la apertura y la tolerancia.
Es autor de numerosas publicaciones. Fue fundador de la Biblioteca Etnológica Boliviana “Antonio de la Calancha”. Su opus magnum es “Bibliografías de los Pueblos Originarios de Bolivia”, en dos tomos.
Conocedor como era de los pueblos indígenas, no cayó en el pachamamismo ni en el mito del buen salvaje. Respetaba a los pueblos originarios con el respeto de un estudioso que los tomaba muy en serio y sin paternalismos. No tenía una posición política, pero le preocupaba la posible desilusión de los pueblos originarios, que seguiría al discurso demagógico del MAS.
Durante su rectorado en la UCB apoyó decididamente a la investigación, convencido de que era un complemento importante de la docencia. Creó el Instituto de la Democracia, cuyo primer director fue el conocido sociólogo Salvador Romero Pittari. Para hacer de la UCB una universidad completa impulsó los doctorados no escolarizados, siguiendo el ejemplo de las universidades europeas, pero a diferencia de las universidades americanas. En los doctorados no escolarizados todo el peso recae en la tesis doctoral, guiada por un profesor tutor.
Tengo un agradecimiento personal al doctor Van den Berg, que me brindó su generosa amistad. Sostuvimos numerosas charlas en un ambiente perfumado por su infaltable pipa con tabaco holandés. Cuando un fiscal, esbirro del gobierno, me hizo detener el 2011, con una acusación descabellada, la Junta Directiva de la UCB, presidida por Hans, sacó una publicación de solidaridad y él me visitó en la casa mientras estaba con detención domiciliaria.
La UCB, cuando el doctor Van den Berg ya gozaba de su jubilación, le rindió un merecido homenaje, con intervenciones muy elogiosas de su actual rector y de las otras autoridades universitarias.
Juan Antonio Morales es PhD en economía y fue presidente del Banco Central de Bolivia.