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28/05/2023
Columna de columnas

Habitando en el patio de casa

César Rojas Ríos
César Rojas Ríos

"Todo o nada". De esta manera caracteriza Edwin Cacho Herrera (ECH) en su reciente columna, “El arma de la expulsión”, la guerra entre evistas y arcistas, que anuncia en-car-ni-za-da. ¿Puede extrañarnos? Lo decía Antonio Gala­: “Para ingresar a esa mínima, cuidadosa, alta, exclusiva cofradía del poder hay que renunciar a los propios ideales, a las propias convicciones, hacerse obediente, hacerse servil, tragarse eso que se llaman ´sapos´, desayunar cada mañana con ellos”.

A esta altura de los tiempos, o sea, a 17 años del gobierno masista, está claro que ellos hace tiempo que renunciaron a los ideales y las convicciones, para colocar en su sitio, el poder y los intereses. Por permanecer en la Casa Grande del Pueblo, no sólo se comerán todos los sapos del lago Titikaka, sino se lanzarán entre ellos los restantes sapos, culebras y zorros que encuentren a su paso. El ciclo que inicia se anuncia como un mix entre un zoológico y un campo de guerra. Habrá de todo, como en una película de George Lucas.

Volvamos a ECH. Llama la atención sobre lo siguiente y que según él no tuvo la suficiente resonancia mediática: “un misil político salió desde la trinchera del evismo, el marte 16 de mayo, hacia el núcleo gubernamental, tras la renuncia del ministro de las coimas (y aquí lo punzante y relevante). La estructura orgánica del MAS comunicó que se desmarca de la administración de Luis Arce ante la ola de denuncias de corrupción”.

Sí, lo ha leído bien, “de corrupción”. Ahora los evistas estructuran el campo político entre corruptos … y evistas. Bueno, lograron encajarnos esto del “golpe de Estado”, por qué no pintar en el imaginario colectivo eso de que ellos son los santos inmaculados de la capilla Sixtina masista (ninguno pederasta ni mal inclinado en las filas, por si acaso).

O sea, ya sabemos cómo viene la movida política, casi como una riña de gallos donde los contendientes se ven como un tri-picante-mixto. Nos vamos a divertir, si no fuera por el pequeño detalle que somos nosotros los que, al final de cuentas, seremos los afectados, y claro, este país nuestro de cada día de un millón noventa y nueve mil kilómetros cuadrados. ¿La resultante de este grotesco político? Recurramos a la voz de Antonio Gala nuevamente (lo hagamos en homenaje a este gran escritor que, como él dijo, no era partidario de los epitafios): “Se ha roto el proyecto común en millones de proyectos personales. Se ha roto el amor común en pequeños amores y deseos. Se ha roto la casa común y cada uno se ha refugiado en su rinconcillo, en su pequeño corral, en su maceta, como si lloviese sólo para regarla. Cada uno se ha refugiado en su patio, el patio de su casa que, como usted sabe, es particular”.

Ahí estamos y aquí habitamos desde hace más de una década, porque afuera todo está hecho un desastre.

César Rojas es comunicador social y sociólogo.



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