Hernán Terrazas E. (HTE) titulada su reciente columna Gobierno sin timón (Brújula Digital, 21|06|24). Disiento, pues solo basta ver el comportamiento del Gobierno desde sus primeros días para percibir que, como ningún otro, tiene un norte acerado. Y que no escatima a remover todo aquello que obstaculice su camino, inclusive sacar jueces y policías para remover las piedras del camino. De ahí el haber ido paulatinamente orillando a Evo Morales, primero respecto del Estado, luego de su propio partido, el MAS. O sea, lo alejó primero con sordo disimulo y después con desembozado espíritu de pugilato de esos dos maravillosos instrumentos del poder.
El Gobierno de Luis Arce tiene un compromiso con el destino en Estado puro, sin subterfugio ni medias verdades, sin falsas banderas ni discursos encubridores, como el Evo “Jefazo” Morales. Nada de Asamblea Constituyente ni plurinacionalidad ni descolonización ni democracia intercultural ni economía social comunitaria productiva ni reducción de la pobreza. Apenas ese ligero desliz de las empresas públicas im-productivas, pero, ¡qué poderoso no tiene su Armada Invencible, en paragón con Felipe II, que resulta inservible justo para la tarea guerrera y queda derrotada en su canal de la Mancha!
El Gobierno de Arce está en su quicio con impávida tozudez, llevando hasta su último puerto de ignominia lo que se inició en el segundo periodo de Morales con el 21-F, o sea, no hay nada más profundo, más denso que el ombligo del poderoso. Su Ego descomunal y sus intereses infinitos.
Arce, como escribió HTE, “dejó de administrar el país”, nunca lo hizo ni le importa, administra sostenidamente su reproducción en el poder y las joyas que todavía le quedan a nuestro Estado, a estas alturas del partido del MAS, desvencijado y nuevamente empobrecido como si lo timoneara un franciscano (hasta que no deje migaja alguna, no parará, y lo que ya es un queso gruyer terminará en un gigantesco agujero negro succionando cuanto dólar fresco entre en su órbita).
Ese Ego descomunal es el norte, el timón y la rosa de los vientos. Esa es la llama de fuego en medio de un pueblo encenizado y donde el único que reclama lo suyo es Morales como el hijo legítimo pero traicionado en el testamento de la herencia. No hay MAS qué decir.
El presidente Arce está instalado en esa expresión Mona Lisa que, para saber lo que dice y redice cada día, no hay que mirar la sugestiva pintura ni la fisura de los labios, sino ver lo que hizo con Añez, Pumari, Camacho y ahora con Morales, sabiendo que defiende no a la patria, sino al “patriota”.
César Rojas es comunicador social y sociólogo.