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El Tejo | 04/11/2019

Entre democracia y mi democracia

Juan Cristóbal Soruco
Juan Cristóbal Soruco

Ante el riesgo de que la realidad desmienta lo que se escribe 24 horas antes, un columnista tiene dos caminos. Hacerse al del otro viernes y, por ejemplo, comentar sobre algún hecho importante, pero ajeno al momento o “meterle” nomás al análisis de las circunstancias por las que atravesamos.

Pero, surgen algunas preguntas: ¿Qué es lo que esperan los lectores, mujeres y hombres, que leen en estos turbulentos días al columnista? ¿Estarán cansados de tanta opinión vertida por los medios de comunicación y, ni qué decir, en las redes sociales? ¿El columnista estará con la conciencia tranquila si por razón de comodidad sale de la “coyuntura”?

Sobre esas dudas es que he preferido centrarme en lo que está pasando en Bolivia y, adelanto, las cosas no huelen bien… como en la vieja Dinamarca de Shakespeare, donde reinaba un rey que, para serlo, no sólo asesinó a su hermano, sino que desposó a la viuda. Y, encima, quería que el sobrino lo reconociera como rey y como padre… 

Todos, salvo los contrarios, estamos defendiendo la democracia. Pero, a la hora de entender qué es la democracia, comienzan a aparecer las divergencias y los intereses, así sean legítimos, que no necesariamente responden al bien común o que pueden afectarlo.

Para ubicarnos mejor en el escenario, recordemos que las movilizaciones comenzaron ante indicios cada vez más evidentes de un monumental fraude mal organizado por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) para dar gusto el Presidente del Estado que, como inconstitucional candidato, pedía ganar la elección en la primera ronda. Así, no sólo se mató al rey legítimo, sino que el inconstitucional quiso desposar a la viuda, y conforme pasaron los días también quiere que se lo reconozca otra vez como presidente y padre.

Craso error, porque de la primera consigna de luchar por la segunda vuelta electoral (establecida por los resultados de tres encuestas realizadas por tres organizaciones sin relacionamiento alguno y que coincidían también con el conteo rápido de votos organizado por el TSE antes de que fuera suspendido), se ha pasado a la de anular esas elecciones y pedir la renuncia del primer mandatario.

En ese maremágnum, las autoridades de gobierno y del MAS parecen desquiciadas. No sólo han declarado la guerra a la población urbana del país, amenazándola con matarla de hambre (siguiendo los métodos de Pol Pot en Camboya y Maduro en Venezuela) sino que elaboran afiebrados análisis de situación como el realizado por el ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, en una entrevista con la revista Sputinik que reseño a continuación:

Según Quintana, hay un guion montado para dar un golpe contra Morales organizado por varios actores nacionales y uno internacional. En el país, Carlos Mesa, los Comités Cívicos y sus “grupos de choque”, la Iglesia Católica y organizaciones no gubernamentales “que son como hongos que están operando en el financiamiento” y que a diferencia de lo que ocurrió en 2007/8, ahora se busca “quebrar institucionalmente el orden en La Paz”.  

El actor internacional es EEUU, que estaría financiando el golpe y utiliza a la OEA con ese fin para “quebrar (…) esta revolución democrática, cultural, liderada por un indígena que ha institucionalizado un modelo de desarrollo, estabilidad, crecimiento”, y “contener el efecto dominó de los gobiernos neoliberales en la región”. EEUU buscaría desmantelar tres grandes proyectos de desarrollo: la vertebración interoceánica entre el pacífico y el atlántico, la “potencia geoenergética” boliviana y el “gran proyecto de desarrollo tecnológico-científico vinculado al litio”. 

En ese contexto, Bolivia se convertiría “en un gran campo de batalla, un Vietnam moderno porque aquí las organizaciones sociales han encontrado un horizonte para reafirmar su autonomía, soberanía, identidad (…) Va a ser una dura batalla, una batalla campal frente a la virulencia mentirosa de los medios, las redes. Es una guerra de dimensiones muy complejas, desconocidas, que nos va a exigir muchísimo agudizar el pensamiento, la estrategia de autodefensa de este proyecto”. ¿Qué tal?

Mientras tanto, hay sectores en la oposición que ya se están comiendo el postre sin que siquiera se haya comenzado a cocinar y tratan de aprovechar el estado de movilización para contrabandear sus propios intereses (algunos tan afiebrados como los del Ministro de la Presidencia).

De ahí que vale la pena recordar que, como dijo Óscar Ortiz, ex candidato de Bolivia Dijo No, el líder legítimo que debe encabezar la resistencia al fraude y la defensa de la democracia es Carlos Mesa, pues es a quien la mayoría del voto opositor le confió esa misión. Lo demás es perder el horizonte de la justa demanda democrática, abonándose a la mantención del rey usurpador shakesperiano…

Juan Cristobal Soruco es periodista.



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