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16/12/2020
Vuelta

El poder y sus límites

Hernán Terrazas E.
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Hernán Terrazas E.

Durante los últimos días Evo Morales comprobó que no es lo mismo ser solo jefe del MAS, que jefe de ese partido y además presidente del Estado. En su gira nacional para seleccionar candidatos a las elecciones sub nacionales de marzo tropezó con una dirigencia respondona y díscola que no parece dispuesta a acatar sus órdenes y aguantar más el “dedazo” del “jefazo”. En algunos lugares la resistencia fue tal que incluso  hubo amenazas de violencia física si no daba marcha atrás en la definición de los nombres de una lista partidaria.

Ahora que han pasado unos días desde las “turbulencias”, Morales admite que fue una pérdida de tiempo realizar esos viajes y que delegará a la dirigencia la responsabilidad de armar las listas. Puede ser un acta de “rendición” o solo una salida demagógica más, pero el caso es que el exmandatario al menos chocó con una nueva realidad interna en el MAS, donde los rivales le han perdido el miedo y sus compañeros no ya no juegan solo para que él meta los goles.


El expresidente parece haberse convertido en una suerte de estorbo para la gestión de Luis Arce y David Choquehuanca. Su presencia y declaraciones no traen buenos recuerdos para la gente, ni las condiciones de tranquilidad interna que el actual mandatario necesita para adoptar algunas decisiones urgentes en el ámbito económico, que con seguridad no serán muy populares.

Ya el vicepresidente David Choquehuanca, sin identificar a nadie, pero con la suficiente “puntería” como para que sus comentarios dieron en el blanco dijo que “solo a un político corrompido le interesa quedarse en el poder”, entre otras declaraciones con destinatario fijo.

El presidente Arce no se ha quedado atrás. No lanza mensajes, pero actúa. Prefiere desplazarse en líneas comerciales dentro del país, porque hacerlo en el avión presidencial “cuesta mucha plata” y viaja con sus propios recursos para atender su salud en Brasil. Arce se maneja con mayor discreción y sobriedad que Morales. No satura los medios con su imagen y, aparentemente, no le gusta ser perseguido a todas partes por la prensa oficial.

Poco a poco Morales va quedando en el espacio de la anécdota. Dijo que sus colegas presidentes le sugirieron ser embajador en la OEA, pero que él propuso para ese cargo al ex vicepresidente Álvaro García Linera. Hasta ahora ninguno de los dos ha sido designado nada por nadie y es muy probable que tampoco lo sean en el futuro.

Después de un multitudinario recibimiento en Villa Tunari, el expresidente no ha sido recibido con mucho entusiasmo en otras partes. En La Paz fueron pocos los que le dieron la bienvenida, entre ellos varios de sus antiguos colaboradores que buscan algún  lugar de sobrevivencia política. Morales sabe que gran parte de su poder se acaba el 8 de diciembre, cuando venza el plazo para la inscripción de candidatos en todo el país y ya no tenga la posibilidad de “hacer” las listas .

Arce, que en un primer momento parecía abrumado por la sombra de Morales,  ha optado por evitar la polémica sobre el tema. Más que obediencia o sumisión, su silencio posiblemente deba ser entendido como parte de un aprendizaje. Conoció el poder parcial desde el Ministerio de Economía y recién se está familiarizando con las atribuciones de las que goza en su condición de jefe del Estado, que sin duda son muchas más de las que tiene un jefe de partido que ha comenzado a enfrentar el desconocimiento de las bases.

Mientras uno aprende a ejercer el poder y descubre sus límites, el otro deberá entender que ya no lo tiene y que lo perdió precisamente por desconocer esos límites. No hay silla doble. La historia sigue y esto recién comienza.



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