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El Tejo | 25/04/2021

El poder contra dos mujeres

Juan Cristóbal Soruco
Juan Cristóbal Soruco

La violencia y coerción que desde el Estado y el MAS se ha desatado en contra de Jeanine Añez y Eva Copa, reconociendo sus diferencias e intensidades, son inaceptables. No sólo por la violencia en sí, sino por los argumentos que ese partido y el gobierno actual, consideran que son sus pecados imperdonables.

El primero y más peligroso, haber coincidido en el tiempo y ser las autoras de la mantención del sistema democrático en octubre y noviembre de 2019. En esa oportunidad, ambas, una presidiendo el Órgano Ejecutivo y la otra el Órgano Legislativo, asumieron el desafío de impedir el vacío de poder que intentó provocar el MAS.

El segundo, ser espejo de la cobarde fuga del ex mandatario Evo Morales y su rosca más inmediata. Áñez y Copa, más bien, asumieron con valor y decisión la responsabilidad que las circunstancias les exigía.

El tercero, ser importantes artífices, en sus respectivas funciones, de la pacificación del país, mientras la cúpula del MAS incitaba a la violencia fratricida.

El cuarto, difundir un mensaje no confrontacional, sin negar ni olvidar sus respectivos principios ideológicos.

Tampoco parece ser casual que sus respectivos entornos fueran minando la relación entre Jeanine Áñez y Eva Copa que en tan poco tiempo dio tan buenos resultados para el país. De acuerdo a muchas versiones, los cortesanos del Ejecutivo y el Legislativo las fueron cercando y la malhadada decisión de Áñez de presentar su candidatura a la Presidencia terminó por afectar la posibilidad de que ambas presidentas pudieran ser las gestoras no solo de elecciones plurales y transparentes, sino de profundizar un clima de paz que el país tanto necesitaba y necesita.

Hoy, ambas sufren los ataques del poder, que no hay que tomarlos con frivolidad dadas las actuaciones de los principales dirigentes del MAS frente a sus adversarios

La ex presidenta Jeanine Áñez está prisionera por decisión arbitraria e inconstitucional del MAS y un Ministerio Público y jueces convertidos en agentes de represión política y, por las informaciones, es posible temer por su vida, dado que el acoso es sistemático y sus carceleros se han convertido en verdugos implacables. Ella ha dado una nueva muestra de valor al quedarse en el país pese a las amenazas en su contra, contrastando su actitud otra vez con la fuga de algunos de sus colaboradores, particularmente los que se mostraban más radicales.

La ex presidenta del Senado Eva Copa, con una contundente mayoría electoral, es ahora la alcaldesa electa de El Alto y esa victoria es motivo para que el ex presidente fugado y sus adláteres la ataquen sin tregua, lanzando mentiras de diversa índole y amenazas que tampoco deben ser tomadas frívolamente.

Entre las mentiras destacadas está la hecha por Morales afirmando que Copa ¡se habría reunido con los electos alcalde de Cochabamba y gobernador de Santa Cruz! en un tono de denuncia que da cuenta de la visión autoritaria que tiene de la política. Son encuentros que Copa niega haber sostenido. Además, Morales lanzó esas supuestas “denuncias”, mientras el gobernador electo de Cochabamba (una gobernación de las tres que el MAS consiguió) estaba públicamente reunido con el alcalde electo de Cochabamba (lo que, por lo demás, es un buen mensaje para esta región, cansada de gobernadores y alcaldes ineptos y proclives en extremo a la corrupción).

Mientras el MAS acosa a Áñez y Copa, llama la atención el silencio de organizaciones de mujeres que deberían salir en defensa de los derechos de ambas dirigentes políticas, pero temen “comprometerse” políticamente al no entender que estamos ante la disyuntiva de optar entre democracia y dictadura.

Indispone, además, que las amanuenses del MAS acepten y justifiquen este acoso, ya sea en comunicados claramente digitados o con su silencio, como a lo largo de los 14 años de gestión de Morales aceptaron y justificaron las bromas machistas de su jefe o su tendencia a tener como pareja a adolescentes.

Pero, intuyo que el tema trasciende las sectas y percibo que también hay un generalizado temor a la cada vez más activa incursión de las mujeres en la acción política…

Como sociedad, debemos seguir reclamando por la libertad de la expresidenta constitucional Jeanine Áñez y por respeto a la alcaldesa electa de El Alto, Eva Copa. Ambas han justificado su paso por el poder, articularon acciones para pacificar al país y resisten con valentía y consecuencia los ataques que les infieren.

Juan Cristóbal Soruco es periodista.



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