Brújula-Digital-1000x155
Brújula-Digital-1000x155
OP1 BRUJULA DIGITAL 1000X155PX ESTADO PLURI (1)
OP1 BRUJULA DIGITAL 1000X155PX ESTADO PLURI (1)
La Escaramuza | 04/02/2025

El pacto contra la cláusula confiscadora

Renzo Abruzzese
Renzo Abruzzese

Si a finales del siglo pasado se sentaban en una sola mesa obreros, empresarios, comerciantes minoristas, cuentapropistas e informales la izquierda clásica se hubiera retorcido de espanto, y partidos como el Partido Obrero Revolucionario de Lora, el Partido Comunista de aquellos tiempos o el Movimiento al Socialismo actual habrían organizado sendas jornadas de “autocrítica” y más de un ideólogo marxista hubiera hecho crisis de pánico.

Hasta no hace mucho, la “burguesía” era incapaz de aceptar un diálogo de igual a igual con los sectores más desfavorecidos, no solo por prejuicios de clase, sino, además, por prejuicios de raza y estirpe. Eran tiempos en que al fragor de los grandes discursos del siglo XX (el socialismo y el liberalismo) y los enconos que Marx había tipificado como “lucha de clases” eran del todo evidentes, empero, las cosas han cambiado al punto de que hoy pueden aliarse y desarrollar victorias comunes.

Muchas cosas han cambiado, para empezar el propio desarrollo del capitalismo al transformarse en una gigantesca maquinaria de producción de tecnología y conocimientos ha creado algo que los expertos actuales llaman “los comunes”, es decir, todos aquellos bienes y servicios que ya no se pueden adscribir como propios de una clase social, por ejemplo, el derecho a la propiedad privada. Su defensa es común para todos más allá de cualquier criterio o apreciación de clase. Miles de cosas han cambiado su naturaleza y se han vuelto “comunes” a todos los estratos sociales facilitando los puntos de coincidencia, el consenso, los acuerdos y una existencia cada vez más próxima a los mismos bienes: hoy por ejemplo poseer un vehículo ya se ha transformado en una herramienta de trabajo común a todos. Hace 20 años era un distintivo indudable de las clases “pudientes”.

Se ve pues que el capitalismo ha transformado las clases sociales. Cuanto mayor es el desarrollo del conocimiento y la tecnología, menor ha sido el efecto político de las ideologías; de hecho, la ideología de la clase obrera ha cambiado al punto de que, en los países más desarrollados, son los obreros los más interesados en mantener el sistema productivo y el orden político que subyace al capitalismo tardío. Se suma a esto el poder tecnológico que ha sustituido importantes contingentes de obreros por robots, habida cuenta de que estos no hacen pliegos petitorios ni declaran huelgas, trabajan sin parar 24 horas 365 días al año y lo hacen infinitamente mejor que los humanos.

De la mano de estas transformaciones fueron cayendo en desgracia las ideologías, y cuando estas hicieron crisis se llevaron tras de sí los partidos políticos que fueron, las estructuras de representación y participación del capitalismo clásico y las ideologías. Hoy nadie cree en las ideologías, tampoco en los partidos, los acuerdos se hacen sin mediación de esas viejas estructuras. Los protagonistas se articulan a través de las estructuras identitarias que los agrupan, los fabriles, las amas de casa, los artistas, los policías, los LGTB, los músicos, los profesores, los médicos, etc. cada cual, con su propia identidad de grupo, sus particulares demandas, sus frustraciones y sus esperanzas.

Estas transformaciones explican la facilidad con que obreros y empresarios pueden formalizar alianzas políticas efectivas y con un enorme efecto estatal. En realidad, estos eventos cuya eficiencia se ha probado varias veces en nuestro país (recordemos el movimiento iniciado por los médicos en contra de una Ley que atentaba contra la propiedad privada de los ciudadanos) son el producto de una nueva organización social basada ya no en las grandes categorías sociológicas (las clases sociales) sino en estructuras más cotidianas que los ciudadanos de a pie desarrollan al margen de las estructuras tradicionales.

Plataformas, agrupaciones ciudadanas, grupos identitarios, etc. son ahora los interlocutores de la política, el Estado y la historia, por eso los discursos del masismo y de la izquierda ortodoxa huelen a reliquias del pasado y suenan a sermones superados por la modernidad triunfante. Por eso también, las grandes alianzas son hoy por hoy la expresión de la diversidad y el consenso. 



ACG-FIE-SOSTENIBILIDAD-BRÚJULA-300x300
ACG-FIE-SOSTENIBILIDAD-BRÚJULA-300x300
AlicorpEffie2024-300x300
AlicorpEffie2024-300x300