El presente #TinkuVerbal es una continuación del que fue
publicado, en este mismo periódico, el 10 de enero del presente año con el
título: “Envite al voto oveja” (https://n9.cl/3gpvl).
En aquella columna, escrita antes de la difusión de la primera encuesta de
Ciesmori para Unitel, adelanté que el electorado de El Alto tiene olfato
político y no le gusta ser considerado “voto oveja” y que es muy posible que la
agrupación Jallalla La Paz consiga un doblete: Eva Copa en El Alto y Felipe
Quispe en el departamento paceño.
El estudio de opinión encargado por Unitel proyectó una tendencia de 66,4% para Copa y 25% para Quispe, ambos primeros en cada una de esas competencias. El Mallku falleció, lamentablemente, el 19 de enero y hasta el sábado 30 no se conocía a su reemplazante. La encuesta confirmaba la enorme posibilidad de un doblete de Jallalla La Paz y una interesante votación en La Paz para su candidato David Castro.
La tendencia y el nuevo contexto reflejan, además, que la ciudad alteña está en condiciones de dar a luz un partido político con proyección nacional. Veamos algunos datos:
El Alto nació como municipio el 6 de marzo de 1985 y fue elevado a rango de ciudad el 26 de septiembre de 1988. En 36 años, dio saltos demográficos y políticos.
Desde 1985 hasta 1987, Acción Democrática Nacionalista (ADN) gobernó la urbe alteña. Entre 1988 y 1989, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Entre 1990 y 2000, Conciencia de Patria (Condepa). Del 2000 al 2010, el MIR-Plan Progreso. Entre 2010 y 2015, el Movimiento al Socialismo (MAS). Desde 2015 a la fecha, Unidad Nacional (UN).
Los resultados de elecciones municipales pasadas demuestran que El Alto desecha partidos según las circunstancias. En los comicios de 2004, el Plan Progreso ganó con el 52,57%, seguido del MAS con el 17%. La única vez que ganó el MAS la Alcaldía fue en 2010, cuando obtuvo el 38,76% de votos; UN quedó con 30,42%. En 2015, se invirtió el resultado, UN triunfó con el 54,49%, el MAS obtuvo 32,34%.
A diferencia de las municipales, en las elecciones generales, la mayoría alteña es leal al MAS desde 2005, cuando este partido logró el 77% de apoyo. En 2009, alcanzó 87%. En 2014, obtuvo 72%. En 2016, sumó 58%. En 2019, llegó a 54%. En 2020, subió a 74%. Rafael López estableció, en un análisis de datos, que entre el 2009 y 2019, el MAS perdió 33% de su respaldo.
Sí. Las elecciones nacionales tienen motivaciones diferentes al de los comicios municipales. Sin embargo, hay alguna relación. En 2019, cuando re-re-re-repostuló Evo Morales, logró el 54%. En 2020, el MAS renovó a sus candidatos y recuperó 20 puntos. Es decir, más de un tercio de su electorado (respecto a 2009) expresó su enojo con la política de la eternización de un político.
La bronca contra la eternización creció cuando la élite del MAS nominó como candidato a la alcaldía alteña a Zacarías Maquera, un viejo y desgastado dirigente que vive del bolsillo del pueblo (dirían los socialistas) desde hace décadas.
La élite azul quiere extrapolar los resultados de las últimas elecciones generales a las municipales, confiado en que el alteño acatará cual rebaño las decisiones “de los de arriba” y votará azul en silencio. La tendencia de voto de la encuesta de Unitel revela una rebelión contra el “dedazo”. Si se confirma y el 66,4% apoya en las urnas a Copa y apenas el 8,5% a Maquera, el masismo habrá sido borrado del mapa electoral municipal de El Alto.
¿Es posible que el MAS recupere su enorme caudal electoral en las elecciones de 2025? Puede ser, pero he comenzado a escuchar voces que quieren proyectar un partido político desde El Alto con mirada nacional sobre la base del resultado de las elecciones del próximo 7 de marzo. Obvio que para lograr ese objetivo los proyectistas deben superar los sesgos étnicos que reducen todo a lo aymara.
Simultáneamente, también existen voces que alertan sobre la probabilidad de que Copa retorne al masismo, aunque recientemente dijo a El Deber que no cree que la dejen volver. Si se pusiera otra vez el chaleco azul, parte de su electorado se sentiría utilizado y la fracción que sueña con proyectar desde El Alto una organización política que abrace a Bolivia, se frustraría.
La tendencia de voto induce a tres conclusiones: 1) el electorado alteño tiene olfato político, por lo que no es “voto oveja”; 2) El MAS necesita de El Alto, no El Alto del MAS; 3) La urbe alteña está en condiciones de dar a luz un partido con mirada nacional.
Andrés Gómez Vela es periodista.