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El Tejo | 29/03/2020

El huevo de la serpiente

Juan Cristóbal Soruco
Juan Cristóbal Soruco

En un análisis de la célebre película de Ingmar Bergman El huevo de la serpiente se lee que “la incipiente y destructora combinación de virus infecciosos que engendraron el nazismo: depresión económica y social, miedo generalizado, indiferencia ante la injusticia y fanático sueño de una sociedad y un hombre” permitían “ver el futuro (…) como un huevo de serpiente. A través de la fina membrana se puede distinguir un reptil ya formado”.

En tiempos de cuarentena y circulación sin límite alguno de comentarios a través de las redes sociales, podría decirse que, como en todos los tiempos, hay un huevo de la serpiente incubándose y, de alguna manera, todos estamos cuidando su desarrollo y, para peor, sin que muchos estemos conscientes de que lo estamos haciendo.

En Bolivia además del acoso del coronavirus, sufrimos el de otro virus infeccioso: la tendencia al autoritarismo, presente a lo largo de nuestra historia, cuya expresión más concreta fueron los largos períodos de dictaduras militares que soportamos, así como la opción autoritaria de las corrientes contrarias a aquéllas, que desde principios del siglo pasado adhirieron al socialismo autoritario y que tiene el agravante de que el coronavirus es el terreno ideal para germinar.

Esto constata que fueron insuficientes los intentos que se hicieron entre 1982 y 2005 para eliminar ese virus. Más bien los 14 años de gestión del MAS lo revitalizaron, de manera que ahora reataca a los diferentes sectores de nuestra sociedad, incluyendo a muchos influyentes periodistas, hombres y mujeres, convencidos de que su criterio expresa la verdad y ¡huay de quien ose disentir! Para peor, la cuarentena que nos sirve para enfrentar al coronavirus se ha convertido en un clima ideal para el virus autoritario.

Veamos algunos ejemplos de la expansión de estos virus letales que permiten que se vaya incubando el huevo de la serpiente. Uno, la posición frente a las elecciones generales y regionales que se deben realizar en el país. Se puede encontrar al menos tres corrientes al respecto. Dos peligrosas y una sensata. Las peligrosas son las que postulan de manera tajante, por un lado, que nos debemos olvidar de elecciones por lo menos hasta el próximo año porque a la gente solo le interesa cómo combatir el coronavirus, y, por el otro, que éste es sólo una herramienta táctica y que las elecciones se deben realizar, nones o pares, el mes de mayo. La sensata, asumida por los vocales del Tribunal Supremo Electoral (TSE), sostiene que habrá elecciones cuando se reviertan las condiciones adversas provocadas por la epidemia.

Otro ejemplo que ayuda a identificar posiciones es la manera en que se reacciona ante las medidas adoptadas por el Órgano Ejecutivo para combatir el coronavirus. Resalta la asumida por algunos colegas periodistas en actividad quienes más que informar sobre el contenido de las disposiciones y acciones de los funcionarios y la forma en que esas decisiones se están ejecutando, consideran que su deber es poner en duda todo lo que se hace, así sea que se trate de prejuicios, sin pensar, al menos eso espero, que con esa actitud no deslegitiman sólo a las autoridades sino al sistema constitucional extraordinario en el que estamos insertos. Y si así reaccionan algunos colegas, mucho peor lo hacen los opositores al gobierno.

Peor aún si paralelamente crece el apoyo muestras de autoritarismo que dan algunos ministros de Estado, particularmente el de Defensa, militar retirado.

Se obtiene más ejemplos al observar la posición de los partidos/alianzas que terciarán en las próximas elecciones. Aunque con algunos gafes, Comunidad Ciudadana es la más prudente y consecuente en sus expresiones, pero no deja de ser agresivamente atacada por sus adversarios como ha sucedido con su pedido de que las elecciones generales se realicen lo antes posible, preferentemente este año, que ha recibido críticas de moros y cristianos, y periodistas.

También hay mucha similitud, más allá de las formas, entre los contenidos emitidos a través de las redes por militante y seguidores de las alianzas Creemos de Luis Fernando Camacho y MAS-IPSP de Luis Arce, desde los intentos de mitificación a sus jefes, por ser tales, hasta sus críticas a sus adversarios y el carácter cuasi mágico de sus propuestas.

Ojalá que pasada la cuarentena todos recuperemos la esperanza que hizo posible que junto a la derrota al estamento militar en 1982 resurja la convicción de que la democracia es el mejor sistema de gobierno. El requisito es que cambiemos las condiciones para que el huevo de la serpiente no siga su proceso de gestación… porque está ahí.

Juan Cristóbal Soruco es periodista.



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